Volviendo al Caribe. Mukien Adriana Sang Ben

Volviendo al Caribe - Mukien Adriana Sang Ben


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de las tierras, especialmente de los españoles de la conquista, era el desmonte, lo cual no ocurrió en otras tierras americanas como fue el caso de Panamá. La labor de desmonte se ve agravada por la escasez de mano de obra, haciendo aún más costoso el proceso de instalación de las plantaciones. Sin embargo, estos factores desfavorables no eran iguales en el resto del Caribe. El autor concluye:

      La idea-tesis de este autor es mostrar que el Caribe, a pesar de la vastedad de sus tierras, no pudo desarrollarse en gran parte por la falta de mano de obra. Afirma como línea de investigación que las plantaciones se desarrollaron poco y tardíamente en la América hispana, especialmente la caribeña, por la falta de mano de obra y porque se prefirió dedicar la disponible en actividades más rentables como eran la explotación de oro, plata y maderas preciosas.

      ¿Convence la hipótesis de que la escasez de mano de obra impidió el desarrollo de las plantaciones en el Caribe hispano? Me pareció interesante, pero confieso que no me convenció. El caso dominicano es un ejemplo claro y contundente en que se refleja exactamente lo contrario. A finales del siglo XIX y, sobre todo, a comienzos del siglo XX, la industria azucarera se expandió. Se necesitaba mano de obra y se buscó.

      Un gran grupo de migrantes provenientes de las islas de Barlovento llegó al país. Y, así como a los chinos e hindúes que llegaron al Caribe en el siglo XIX para trabajar en los ingenios azucareros fueron bautizados despectivamente como “culíes”; a estos hombres y mujeres que aceptaron la oferta para laborar en el cultivo y recolección de la caña de azúcar en la República Dominicana, se les bautizó como “cocolos”, un apelativo despectivo que indicaba que eran negros procedentes de las Antillas, no de África.

      Algunos afirman que el primer grupo llegó desde Filadelfia entre 1824 y 1825, negociación hecha por el propio gobierno haitiano de Boyer. Se dice que este primer grupo no sobrepasaba unas 200 personas.

      Con el tiempo siguieron llegando. La gran oleada de esta fundamental mano de obra para la industria azucarera llegó a la República Dominicana a partir de 1870. Se asentaron en la costa norte, pero sobre todo en el litoral sur, especialmente en La Romana, San Pedro de Macorís, Barahona y Santo Domingo. Obsérvese que eran zonas esencialmente azucareras.

      La siguiente gran ola se produjo en los primeros años del siglo XX, durante la ocupación norteamericana de 1916 a 1924. Estudios revelan que llegaron miles de trabajadores cocolos provenientes de las islas de Sotavento, de Barlovento y de Panamá. Este último país había terminado la construcción del canal, y esta mano de obra ahora desempleada necesitaba colocarse. Un elemento interesante es que para toda esta época no solo llegaron braceros sino también mano de obra especializada: agrónomos, técnicos azucareros, mecánicos y electricistas.

      Se afirma que la última oleada de los llamados “cocolos” se produjo en los inicios de la Era de Trujillo. Los nuevos migrantes no tuvieron tantas dificultades de adaptación porque los primeros habían trillado el camino. Estos nuevos trabajadores de la caña llegaron desde Bahamas, Islas Vírgenes, Saint Kitts, Tortola, Nevis, Antigua y Barbuda, Santa Lucía, Dominica, Anguila, Saint Thomas y Saint Croix; de las francesas islas de Guadalupe, Martinique y Saint Martin, así como desde Aruba y Curazao; pero hoy todos son dominicanos de pleno derecho.

      Años más tarde, fueron sustituidos por los haitianos, traídos al país en masa para sustituirlos en las plantaciones azucareras. Era más barato y más práctico traer a los haitianos. Hubo un acuerdo entre los dictadores Trujillo y Duvalier. Al primero le convenía esa mano de obra más barata y al segundo la contratación le aliviaba la presión social de buscar empleo a esa gran masa iletrada. Ahí comenzó la masiva presencia haitiana en el territorio dominicano.

      Señala la autora que la historia cubana es muy diferente a la de las otras colonias españolas. Sostiene que Cuba protagonizó una historia con dos tiempos-ejes. El primero abarca desde la Colonia hasta el siglo XVIII. La economía cubana de ese período estaba dedicada al cuero y a los cultivos tropicales no intensivos, y en ella participaba población afrocubana no reclutada sino integrada a la incipiente cultura criolla. Este proceso duró hasta la mitad del siglo XVIII, específicamente el año 1762, cuando se produjo la ocupación inglesa, que se afianzó con la Revolución Haitiana de 1804.

      En la segunda etapa, dice la autora, Cuba se inicia cuando se desarrolla una cruenta rivalidad con el resto de las colonias por colocarse en el mercado mundial del azúcar. En ese momento se acrecienta una verdadera oleada de esclavos africanos; pero esta inyección de mano de obra no tuvo como en otras colonias el mismo impacto social, porque “ya el sustrato criollo temprano había cuajado: la sociedad cubana era mestiza. Por su parte, la abolición de la esclavitud fue retardada, porque se temía que, con la liberación de los esclavos, el número de negros sobrepasara a la población blanca”. ¿Significa que la africanización en Cuba fue menor que en las otras islas? La respuesta a esa pregunta no la encontré en el trabajo. Ni me convencieron mucho sus argumentos.

      La profesora Graciela Maglia también coincide con los demás autores en que la Revolución Haitiana produjo un verdadero terremoto en el mapa azucarero del Caribe. Ella va más lejos y entiende que la influencia de este hecho histórico de la primera República Negra fue crucial en el curso del desarrollo de la economía del azúcar y de su modelo de plantaciones:

      La afirmación tan taxativa de la profesara tiene base real, pues el siglo XIX fue escenario en la isla de Cuba de múltiples conflictos políticos. Los primeros, inspirados en las luchas abolicionistas de los esclavos negros; y los segundos, motivados por las ideas libertarias que habían calado por toda América en el siglo XIX. Veamos:

      1.El


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