La disputa por el poder global. Esteban Actis
se oponían al carácter ilegítimo de la guerra y el aumento de un sentimiento antiyanqui en todo el mundo echaron por tierra la idea de una hegemonía benevolente de los EE. UU. durante la pos-Guerra Fría.
Por su parte, la crisis económica y financiera desnudó un rígido sistema económico y movió las placas tectónicas del tablero político-institucional estadounidense, lo que posibilitó, tiempo después, que una controvertida figura como Donald Trump llegase a la presidencia. El incompetente manejo de la pandemia –tanto a nivel local como global– debe ser puesto en perspectiva. Tal como advierte el académico y ex asesor del gobierno de India, Arvind Subramanian, el colapso del liderazgo global de EE. UU. es producto de una “devastadora y acumulativa saga”(20).
Por último, y retomando la frase del académico irlandés Paul Gillespie que da inicio a este capítulo, las consecuencias económicas y sociales de la crisis del 2008 implicaron –como analizaremos más adelante– un renovado “malestar con la globalización”(21), ya no solo limitado a la periferia como en los años noventa, sino también extendido ahora al mundo desarrollado. Como bien señala el asesor económico principal de Allianz, Mohamed A. El-Erian, la reacción anti-establishment en Europa y EE. UU. dio lugar a movimientos políticos extremos que han tenido algunos hitos sorprendentes, como fue el caso del Brexit (22).
En definitiva, la crisis de la gobernanza global y las tensiones sobre el proceso de globalización, acentuadas con la actual pandemia no pueden entenderse de manera escindida de tendencias preexistentes. Como bien afirma el historiador económico Pablo Gerchunoff, nunca nada cambia del todo en los procesos históricos; buscando entre los escombros siempre se encuentra el pasado (23).
La incertidumbre y los cisnes negros
La incertidumbre es una de las características distintivas de nuestro tiempo. La globalización y la hiperconectividad la tornan ciertamente exponencial si se la compara en términos históricos. El Índice de Incertidumbre Global presentado anteriormente (ver figura 1.3) es elocuente y muy gráfico en este sentido, mostrando una clara tendencia ascendente en las últimas décadas. Los analistas Ian Bremmer y Preston Keat destacan que “a diferencia del riesgo, la incertidumbre implica la imposibilidad de determinar la probabilidad o el impacto (o ambas) de un determinado evento futuro”(24). En tal sentido, el principal desafío en el manejo de riesgos radica justamente en transformar la incertidumbre en evaluaciones probabilísticas y medibles. Claro que esto no siempre resulta posible ni tampoco es una tarea sencilla. Cualquiera que tenga entre sus responsabilidades la gestión de riesgos debe tener presente que lo impensable ocurre con mayor frecuencia de lo que imaginamos y que, por tanto, siempre deberá lidiar con cierto nivel de incertidumbre (25).
En su famosa obra El cisne negro, el matemático e investigador Nassim Taleb señala que la incapacidad de predecir las rarezas implica la incapacidad de predecir el curso de la historia (26). Esta particularidad no es propia ni exclusiva de los tiempos modernos. Un ejemplo claro y contundente de “rareza inimaginable” fue la llegada de los españoles a América para los pueblos precolombinos.
La experiencia y cotidianidad de los aztecas no estaba preparada para los caballos, los mosquetes y el acero. Menos aún para las contagiosas enfermedades que los europeos trajeron con ellos en aquel entonces. La victoria de Hernán Cortés sobre el gran Imperio azteca no se debió principalmente a su fortaleza militar o a su capacidad estratégica, sino a la expansión de distintos virus sobre una población sin inmunidad alguna. Se estima que entre 1520-1521 las enfermedades provenientes del viejo mundo –principalmente, la viruela– mataron al 50% de los aztecas, alrededor de 15 millones de personas (27). Los aztecas sufrieron la lógica del cisne negro: lo que no sabemos es más importante que lo que sabemos.
Este episodio decididamente contiene los tres elementos de un cisne negro según la conceptualización de Taleb: rareza, impacto extremo y predictibilidad retrospectiva (pasado el acontecimiento parecía sencilla su predicción)(28). Los cisnes negros además son exacerbados y magnificados en su impacto por el hecho de ser inesperados.
Ahora bien, así como el desembarco de los españoles –y sus pestes– en América representó para los aztecas un claro cisne negro –de acuerdo con las categorías propuestas–, vale destacar que suele existir mucha confusión respecto de lo que es y lo que no es un cisne negro. En los últimos años tuvo lugar un conjunto de acontecimientos mundiales que sorprendieron y generaron impacto a escala global, todos los cuales fueron catalogados por muchos analistas y periodistas como cisnes negros. El Brexit y la elección de Trump en EE. UU. en 2016, el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil en 2018 y las masivas manifestaciones en Chile en 2019 son tan solo algunos ejemplos.
Todos estos acontecimientos resultaron en algún punto inesperados, en virtud de los pronósticos previos, a la vez que tuvieron un elevado impacto. No obstante, el talón de Aquiles de muchos de estos eventos para ser considerados cisnes negros está en su rareza. Un punto neurálgico en las discusiones sobre cisnes negros radica en quiénes son los que le adjudican y le endilgan esa connotación a un evento específico. En otras palabras, ¿son cisnes negros o se trata en realidad de cisnes blancos que el mainstream de las Ciencias Sociales y las principales consultoras económicas y de riesgo no pueden observar como tales porque miran el mundo con lentes equivocados o de manera distorsionada por un microclima político, económico y social determinado?
¿La pandemia del COVID-19 es un cisne negro?
En virtud de todo lo comentado, bien vale preguntarse si el brote global de COVID-19 puede ser catalogado o no como un cisne negro.(29) No caben dudas de que la mutación de un virus –de la familia del coronavirus– originado en China reúne las características de impacto extremo y previsibilidad retrospectiva. Para todo el mundo ahora resulta evidente que los Estados, las empresas y las sociedades en general eran vulnerables a una pandemia. Ahora bien, ¿puede el COVID-19 ser etiquetado como una rareza?
La historia muestra que las enfermedades infecciosas, las epidemias y las pandemias han sido una de las principales causas de muerte masiva para la humanidad. Si bien el avance de la ciencia ha permitido frenar y eliminar gran parte de los patógenos que diezmaron poblaciones a lo largo de la historia, también es cierto que el explosivo proceso de urbanización, la conectividad física global y la destrucción de los ecosistemas operan en la dirección contraria y en cierta medida acentúan la amenaza. Por el momento, sabemos que existen unos 1.400 patógenos (virus, bacterias y hongos) que pueden infectar a seres humanos. Sin embargo, en la naturaleza hay una diversidad abrumadora de virus desconocidos: se estima que los mamíferos albergan unos 320.000 virus que aún no conocemos (30).
Cuadro 1.1. Grandes epidemias y pandemias de la historia
Fuentes: OMS, CDC. *Hasta agosto de 2020.
En los últimos años, cientos de expertos en el campo de las ciencias de la salud y la biología han presentado diversos trabajos y han escrito innumerable cantidad de papers advirtiendo sobre los peligros de la aparición de una pandemia letal, especialmente derivada de una mutación de la familia de los coronavirus (31). Asimismo, en 2015 Bill Gates le contó a los más de 18 millones de suscriptores de TED que el mundo no estaba preparado para enfrentar una pandemia y que cualquier inversión multilateral dirigida al desarrollo de un plan de prevención y contención sería largamente menos costosa que sus consecuencias.(32)
Por otro lado, como bien señala Juan Gabriel Tokatlian (33), tanto el informe de 2012 sobre Global Trends 2025 de la Oficina del Director del Consejo de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, como el informe de la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación (grupo investigador conjunto de la OMS y el Banco Mundial) presentado en septiembre de 2019,