Frente al dolor. Roberto Badenas
contra el que los sufre, independientemente de la causa de su situación. Eso hace que ciertos enfermos crónicos adquieran una especie de “dependencia” que los hace menos responsables de lo que serían si fuesen más autónomos. Con su manera de actuar consiguen, inspirando lástima, obtener la ayuda deseada sin tener que pedirla.18 En ciertos casos, su propio sufrimiento les proporciona el medio perfecto para castigar a alguien –cónyuge, hijos o padres– culpabilizándolo de forma solapada de sus propios problemas.
Por otra parte, como ha demostrado la doctora Sylvie Galland, se da un elevado porcentaje de pacientes que reproducen modelos de relaciones sufrientes vividas en su infancia, las cuales serían a menudo evitables. Así, la hija de un alcohólico tenderá más fácilmente que otra a asumir un sufrimiento similar al que padeció su madre por causa de los problemas del padre, predisponiéndose inconscientemente a soportar los avatares de un marido… ¡preferentemente alcohólico! «Quizá nuestra sociedad competitiva tenga algo que ver con esto. Los honores y la gratificación corresponden solo a los que triunfan. Pero el afecto, la compasión y el favor públicos van naturalmente hacia los que sufren. Como es mucho más fácil en la vida fracasar que triunfar y ser desgraciado que feliz, la tendencia de algunos es preferir la facilidad».19
Por si fuera poco, hay dolencias que tienen para algunos de sus pacientes una dimensión cautivante, casi heroica, cuya intensidad jamás encontrarían en la rutina de sus vidas mediocres. Un amigo médico de urgencias me hablaba de un mendigo que “se accidentaba” con una frecuencia regular, hasta el punto de que el equipo médico creía que lo hacía por nostalgia del excelente trato que recibía en el hospital cada vez que era internado en sus periodos de recuperación. Evidentemente, se trata de un caso extremo, pero aun en grados menores la nostalgia del sufrimiento no es excepcional. Algunos pacientes se encierran en sus problemas como en una cárcel amada. Esta categoría de enfermos han resuelto de cierto modo su situación en la vida. Sanar significaría replantearse cuestiones laborales, personales o familiares que no se atreven a enfrentar. Su curación –o la de un hijo discapacitado, etcétera– les obligaría a buscar trabajo, o permitiría al cónyuge emprender por fin un divorcio al que no se atreve en las circunstancias presentes. Nada ayuda a sanar de una enfermedad con la que uno se lleva bien...
En estos casos cercanos a la patología, para iniciar su liberación el paciente tendría que llegar a la lucidez de atreverse a renunciar a ciertos “beneficios” presentes y reconocer que está prolongando de algún modo una situación que podría superar. Tendría que conseguir preguntarse seriamente qué pasaría si los problemas que sufre desaparecieran de pronto: ¿Cómo haría frente a su nueva situación?
¿Cómo lo tomarían sus seres más cercanos? Etcétera. Pero para llegar hasta esa lucidez ideal y a esa toma de conciencia liberadora se necesita algo más que madurez e inteligencia. La naturaleza humana es muy compleja. Asumir las responsabilidades de la propia autonomía nunca es fácil y aún menos para el enfermo. En general las personas que se quedan estancadas en este tipo de problemas necesitan mucha comprensión y ayuda profesional para superarlos.
1 . La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Constitución de 1946 define la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones y enfermedades». Véase el comentario de Eduardo Punset, El viaje a la felicidad, Barcelona: Destino, 2005, p. 109.
2 . Citado por Reinaldo Bustos, “Antropología del dolor”, en Diccionario latinoamericano de bioética (ed. Juan Carlos Tealdi), Bogotá: Unesco/Universidad de Colombia, 2008, p. 60.
3 . Lucilda Selli, “Cuidados ante el dolor y el sufrimiento”, ibíd., p. 62.
4 . Miguel Kottow, “Bienestar, dolor y sufrimiento”, ibíd., p. 59.
5 . Cicely Saunders inició en 1967 un movimiento revolucionario en favor del cuidado de los moribundos, en el Hospice St. Christopher, ubicado en una barriada de Londres. Hoy el movimiento ha cambiado el trato a los enfermos terminales en cientos de hospitales de todo el mundo, basándose en el principio del cuidado integral, atendiendo a las necesidades físicas, sociales, emocionales y espirituales del paciente. Su lema es: “Importas porque eres tú, e importas hasta el último momento de tu vida” (ver www.muertedigna.org/textos/euta285.htm) Consultado en febrero 2021.
6 . Lucilda Setti, “Cuidados ante el dolor y el sufrimiento”, en Diccionario latinoamericano..., op. cit., p. 62.
7 . Cf. W. J. Roberts, “A hypothesis on the physiological basis for pain”, Pain, nº 24 (1986), p. 297-311.
8 . La chirurgie de la douleur, París: Masson, 1940, p. 39-40.
9 . Citado por Aquilino Polaino-Lorente, “Más allá del sufrimiento”, Atlántida, nº 15, julio-septiembre 1993, p. 301.
10 . «El dolor es personal, más privado que el pensamiento (tú puedes compartir el pensamiento pero no tu dolor), y por eso jamás ni uno solo de los miles de millones de habitantes de este mundo de enfermedad y muerte sufrió más de lo que cada uno, individualmente, podía» (T. S. Eliot, “El entierro de los muertos”, traducción de José Luis Justes Amador, http://poemaseningles.blogspot.com/2005/12/ts-eliot-burial-of-dead.html).
11 . Clifford Goldstein, Vida sin límites, Madrid: Safeliz, 2007, p. 106-107.
12 . Hay muchas enfermedades con alto porcentaje de enfermos con dolor crónico. Entre ellas destacan, además de diversas formas de cáncer, las diversas patologías osteoarticulares. El ácido acetilsalicílico, los compuestos de paracetamol, los antiinflamatorios y los opiáceos (morfina y otros estupefacientes) siguen siendo los remedios más efectivos y frecuentes.
13 . Frase atribuida a Herbert George Wells (más conocido como H. G. Wells, 1866-1946), autor de La guerra de los mundos.
14 . David Le Breton, L’adieu au corps, París: Métailie, 1999.
15 . Reinaldo Bustos, “Antropología del dolor”, en Diccionario latinoamericano..., op. cit., p. 60.
16 . Inmaculada De la Fuente, “Conjurar la tristeza con píldoras”, El País, 6.4.10, p. 28-29.
17 . ¡A no ser que lo que quiera es liberarse cuanto antes del diente para obtener una recompensa de parte de sus familiares! (Cf. Sylvie Galland y Jacques Salomé, Les mémoires de l’oubli, Ginebra: Jouvence, 1989).
18 . ¡Y no decimos nada del “enfermo tirano”, que no pide nada, pero no cesa de presumir de ello!
19 . S. Galland, “L’attachement à la souffrance”, Optima, nº 217, febrero 1992, p. 27-28.
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Qué entendemos
por dolor
«La felicidad es un sentimiento