Mercado teatral y cadena de valor. Raúl Santiago Algán

Mercado teatral y cadena de valor - Raúl Santiago Algán


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teatral de Buenos Aires, Julio querido,

      es tanto o más caótica que una medina musulmana.

      Ojalá alguien pudiera ordenarla. Igual para mi es imposible”

      (Carta de Jean Jaques Mütreville a Julio Cortazar, mayo 1968)

      Estimado lector:

      Comprendo que si tiene este libro entre sus manos es porque se pregunta, como lo hiciera yo cuando tuve la necesidad de escribirlo, qué lugar ocupan el arte y la cultura en la ciudad de Buenos Aires. Quizá no lo hace desde la mirada de un productor teatral porque usted, quizás, no lo sea, pero probablemente se lo pregunta porque entiende, como yo, que sin un desarrollo cultural consciente y coherente no podemos avanzar hacia el desarrollo de nuestras estructuras. Espero que este libro le sirva para problematizar la gestión cultural, las políticas culturales y, por sobre todas las cosas, la construcción de una ciudadanía cultural que nos fortalezca como sociedad. Espero que no encuentre respuestas, sino interrogantes abordados con compromiso ético y profesional.

      En 2015 defendí una tesis con la que terminé la maestría en Administración de Organizaciones del Sector Cultural y Creativo de la Universidad de Buenos Aires. De ese trabajo resultó, como una futura línea de investigación, la modelización del mercado teatral de la ciudad y de su cadena de valor. Así fue porque el tópico escapaba al formato académico, pero también porque era necesario abordarlo y pensarlo críticamente. Creo fervientemente que la única manera de desarrollar el mercado teatral y hacerlo fuerte es tomando conciencia del lugar que ocupamos en la economía de la ciudad; hacernos cargo de las problemáticas que tenemos, de nuestra historia y del futuro que construimos con el devenir de nuestra actividad. Con este libro continúo aquella línea de investigación esperando haber realizado un aporte que les permita a otros seguir construyendo.

      Sostengo que uno no gestiona cultura para sus contemporáneos, sino para las generaciones posteriores. Si hoy la Ciudad de Buenos Aires es reconocida mundialmente por la calidad de su arte dramático es porque nuestros abuelos, inmigrantes europeos de comienzos del siglo XX, han construido la ciudad cultural que tenemos. Nos queda ahora a nosotros construir la cultura de la que gozarán nuestros nietos. Aquí, estimado lector, usted se encontrará con una tensión que no he podido resolver: hasta dónde el libro habla de la Ciudad de Buenos Aires y hasta dónde de la República Argentina. Confío en que usted, al leerlo, podrá completar los blancos entendiendo que en abstracto todo es aplicable a nuestro país (o incluso a otras latitudes), salvo los ejemplos puntuales en los que hablemos de la cultura porteña.

      En este libro intento abordar la cuestión del teatro dramático desde un enfoque económico, entendiendo que la modelización aquí descripta también puede aplicarse a otros lenguajes escénicos, siempre sin descuidar las particularidades propias de cada forma de producción. En este punto, usted podría preguntarme: ¿qué aporte contienen estas páginas para el fortalecimiento del sector teatral? Bien, en primera instancia, proponemos aquí un vocabulario técnico específico con el objetivo de homogeneizar conceptos que construyen y constituyen la actividad teatral. En términos enunciativos debemos ponernos de acuerdo respecto de ciertos temas. Solo así estaremos en condiciones de reclamar políticas culturales que comprendan cabalmente de qué hablamos cuando hablamos de producción teatral y cómo y por qué la actividad debe ser prioridad del Estado para que avance la tan ansiada maduración que nos debemos como sociedad.

      La lectura de estas líneas debe hacerse con el foco puesto en la bibliografía precedente, ya que he intentado condensar la información que circula en formato de artículos y ponencias de congresos para que, en un único texto, encuentren una piedra fundamental sobre la cual seguir construyendo teoría. Este libro ha sido escrito con una impronta dialéctica entre la economía cultural, la sociología de la cultura y, por sobre todas las cosas, la trayectoria de alguien que lleva casi una década produciendo teatro independiente.

      Si usted, estimado lector, es estudiante de alguna disciplina vinculada a la gestión cultural, encontrará en este texto un sendero sugerido para que sus proyectos se materialicen de la mejor manera posible. Si, en cambio, usted es un colega, espero que extraiga de estas líneas una propuesta para poner en crisis los conceptos conocidos y resignificarlos. Si, por último, usted lleva adelante políticas públicas vinculadas a la cultura, espero que encuentre aquí un aporte para comprender mejor el espíritu del sector para el que trabaja.

      Este libro está dividido en tres partes que se interrelacionan. La primera, de corte estrictamente contextualizante, donde intento poner de relieve algunos macroprocesos que han servido de telón de fondo a la producción escénica de las últimas décadas. La segunda, que suscribe a la economía cultural como disciplina de anclaje, donde se intenta dar una visión estructural de la constitución del mercado teatral porteño. La tercera, por último, de enfoque más bien empresarial y sostenido en la visión de la oferta cultural. Creo haber llevado adelante un libro que dialoga con las clases que he tomado, los libros que he leído y, por sobre todas las cosas, la retroalimentación con mis estudiantes, que clase a clase me interpelan con preguntas que muchas veces no sé responder.

      Descubrí el teatro en mi adolescencia, en escapadas de invierno en las que era raptado por mi abuela de mi ciudad natal, Rufino, y era llevado a una calle Corrientes que dista mucho de la actual. En esos viajes, ella fiel Virgilio, yo más bien un Prometeo, deambulábamos entre teatros y bares sin cansarnos. De la misma forma que a ella le debo mi vocación, mi presente y mi profesión, a usted le debo que me empuje a seguir adelante. Espero que este trabajo lo empuje a usted a preguntarse cosas, a investigar, a criticar(me) tanto como pueda.

      Afectuosamente,

      Raúl S. Algán

      Prólogo

      Comenzar este prólogo desde el más sincero amor a la creación escénica y al arte del teatro tiene un objetivo: anteponer al impulso una estrategia necesaria. En esta travesía sin fin por la que navegamos en el siglo XXI, necesitamos que el teatro sea más atractivo que en otros tiempos: por su técnica, actores, arte, textos y un riguroso diseño de viaje.

      Quien emprenda la aventura del teatro se comprenderá rápidamente nómade y viajero de un transcurrir colectivo, lleno de reflexión, disfrute, encuentro, comunicación e imaginación. Donde siendo partícipe o espectador del hecho ficcional se hallará, en un espacio quimérico, celebrando la humanidad.

      Con el timón de Don Raúl S. Algán, que nos adentrará en su investigación, varios de nosotros podremos ser facilitadores de un navío colectivo que lleva como destino la producción infinita de escenas. Gestionando lo inmaterial de la experiencia y la materialidad del acto, obtendremos un beneficio mayor al leer, releer y estudiar. Sacar de las experiencias millas, haciendo hincapié en zonas de la creación teatral de Buenos Aires, que reveladoras e ineludibles en nuestro oficio, servirán como soporte para que nuestra travesía escénica no se hunda.

      El viajero, de ahora en más, tendrá que tener un diseño desde el qué, cómo y para quién, antes de emprender la travesía. Ya que en el trajín de la odisea, el peregrino aprenderá que aquel que solo se lanza por pretensión o envión, naufraga. La alternativa está entre quedarse anegado en alguna isla que nos prometa esperanza de subsistencia o sumarle millaje a la experiencia, sobre un archipiélago infinito, que se hace y constituye desde el universo escénico.

      Para que esto suceda, necesitamos del diseño de una producción. Y para poder hacerlo, tendremos que entender su etimología. Ya que sin repasar nuestra procedencia, el teatro se imposibilita.

      A principios del siglo pasado, por 1930, en los inicios del teatro independiente, Roberto Arlt, poeta de ensueños y crudas realidades, inspiró a nuevas generaciones dejando como legado este pensamiento: “El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo”. Seguro, bajo el influjo provocador de Leónidas Barletta, quien lo invitara a ser partícipe de la gesta heroica, altruista y nigromántica del hacer independiente, matriz de nuestro teatro porteño. Aún se escucha repiquetear su campana del Teatro del Pueblo con una incitación a transformar el futuro en teatro, resignificando la frase en un pensamiento de nuestro sistema teatral: “El teatro se hace por prepotencia de trabajo”. Este enunciado nos llevó a una tendencia, impulso y acción agrupada para hacer Teatro desde


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