Gestión de planes y programas. Augusto H. Ferreira Umpiérrez
decisiones. Dinámico, porque las sociedades están en un continuo cambio tanto de sus recursos disponibles, como de sus valores.
Cabe destacar que, según Donabedian, la calidad tiene básicamente dos componentes. Un componente técnico y uno interpersonal. El primero se refiere a la aplicación de conocimientos, técnicas y tratamientos para el abordaje de los problemas de las personas. El segundo, tiene que ver con la relación que se establece entre el proveedor de la atención sanitaria y el destinatario.
Por lo tanto, cualquier sistema que brinde atención en salud tiene magnos desafíos y, cuando hablamos de “sistema”, abarcamos desde el sistema de salud a nivel de país, hasta cualquier sistema de atención enfocado en la micro gestión, como por ejemplo un programa o un proyecto de gestión o intervención en salud.
Los desafíos de cada sistema tienen que ver con brindar atención de calidad a las personas destinatarias de los cuidados de salud. Este es un tema de especial importancia a la hora de implementar acciones sanitarias, aunque no siempre se genere el debate sobre qué, cómo, dónde, con quiénes, para quiénes, con qué recursos se brinda la atención en salud.
Dar respuesta a las anteriores interrogantes es el primer paso para construir un análisis de situación que ilumine a quienes toman decisiones para que éstas sean lo más acertadas posibles, oportunas y seguras para quien brinda los cuidados de salud y para quien los recibe, así como para la organización que los ofrece.
El tomar decisiones oportunas y seguras, con un enfoque de calidad, se relaciona, al menos, con la seguridad de los pacientes, los cuidados de salud humanizados, altos niveles de excelencia profesional, eficiencia en el uso de los recursos, alto grado de satisfacción y un efecto favorable para la salud de las personas.
En esa línea, y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la orientación hacia la calidad exige contar con una serie de procedimientos para evaluar la eficiencia, la efectividad y la seguridad de las intervenciones en salud.
El documento de “Salud Pública en las Américas” del mencionado organismo, ya en el 2002, definía como novena función esencial “garantizar la calidad de los servicios de salud individuales y colectivos”. A su vez, la resolución “Política y Estrategia Regional para la Garantía de la Calidad de la Atención Sanitaria, incluyendo la Seguridad del Paciente”, aprobada en 2007, delineaba las acciones regionales en torno a seis estrategias:
•Introducir y fortalecer la cultura de la evaluación, la mejora continua y la seguridad del paciente entre los profesionales.
•Identificar líderes nacionales que actúen de forma proactiva y realicen acciones relativas a la calidad de atención y seguridad del paciente.
•Involucrar en la calidad a los niveles de gobierno y gerenciales, al mismo tiempo que a los niveles de ejecución.
•Realizar un trabajo interdisciplinario.
•Promover la participación activa de los profesionales para la gestión de la calidad.
•Incorporar la participación del paciente, la familia y la comunidad en la toma de decisiones y en la promoción del autocuidado.
Fuente: OMS, 2007.
Para el logro de un servicio de calidad, según el documento de la OMS, es necesario un fuerte liderazgo de modo que este proceso sea seguro y sostenible.
Ser capaz de liderar lo expuesto, significa que los servicios que se brindan a los pacientes deben ser planificados, organizados, dirigidos y evaluados. Si estas etapas del proceso no se definen y tienen en cuenta desde el principio, los resultados, probablemente, no estarán enfocados en la calidad, ni será posible llevar con éxito las estrategias planteadas.
En esa línea de pensamiento, la primera etapa está constituida por la planificación de los servicios, la cual, si está enfocada en la calidad de la atención, debe tener en cuenta una serie de aspectos que involucren la estructura, los procesos y los resultados del servicio que se brinda.
Un enfoque de calidad, cuando entre otros aspectos la hemos relacionado con temas tan sensibles como la seguridad de los pacientes, supone responsabilidades en la gestión de servicios de salud, pero también responsabilidades éticas en la conducción de cualquier programa sanitario, dado que las deficiencias en un sistema pueden ocasionar daños graves o al menos omitir intervenciones relevantes en las personas destinatarias de cuidados.
Por este motivo, es que quien diseñe, dirija, lidere o participe de un programa de atención en salud, en cualquiera de sus niveles, debe asumir, como una de las principales obligaciones, que la atención sanitaria se planifica, se prevé y se organiza. Es de tal importancia para la salud de las personas y la seguridad de la atención que no deberían brindarse servicios que no estén planificados, que no tengan un proyecto claro y concreto a seguir, conocido por todos los integrantes del equipo.
La importancia de las acciones sobre los usuarios, y sus consecuencias en su estado de salud, hacen imprescindible la necesidad de controlar cada parte del proceso asistencial, garantizando su calidad. Además, el volumen de trabajo y las acciones que hoy en día se realizan a nivel sanitario han aumentado considerablemente, lo que supone enfrentar mayores desafíos respecto a la sistematización de las actividades para ofrecer un servicio integral e integrado al sistema donde se desarrolla.
A modo de conclusión
Las personas, familias y comunidades merecen un servicio de calidad donde se brinden cuidados seguros y oportunos. Es un tema de responsabilidad social y de ofrecer garantías a quienes aportan al desarrollo de la sociedad.
Los sistemas de salud y los subsistemas que lo integran –desde las instituciones sanitarias en su conjunto hasta los servicios de atención que se desarrollan en ellas– deben poder ser capaces de desarrollar programas de atención de salud que brinden, en forma sistematizada, intervenciones sanitarias de calidad.
De otra forma, las intervenciones en salud que se ofrecen en forma aislada, no solo atentan contra la continuidad y seguridad de la atención, sino que también generan mayor gasto de recursos, los cuales siempre son escasos y limitados.
En consecuencia, quienes gestionen los sistemas –tanto a nivel macro como meso y micro– deben tener la capacidad de responder a los requerimientos de atención de cuidados en cada uno de los ámbitos de la organización, ya sea en niveles de decisión de políticas de salud, como en niveles directivos, tácticos o de gestión operativa y atención directa.
En definitiva, un sistema de calidad es aquel que se desarrolla en forma coordinada y que incluye, al menos, un plan a seguir con una serie de objetivos, metas e indicadores de evaluación, la sistematización de actividades, los recursos para su desarrollo y la capacidad de interpretar y satisfacer las necesidades de cuidados de las personas destinatarias de ellos.
Referencias bibliográficas
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