El Pastor hacedor de discípulos. Bill Hull

El Pastor hacedor de discípulos - Bill Hull


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enseñanzas de Jesús del primer siglo. La iglesia debe eliminar estas charlas sin fundamento y comprometerse con las enseñanzas ordenadas por nuestro Señor.

      El pastor hacedor de discípulos lucha una batalla personal de duda propia. Muchos le pedirán que su mensaje no sea “tan radical” y le dirán: “Está pidiendo demasiado. Si usted realmente nos amara, nos haría esto más fácil”. La tentación es darle a la gente postre en los sermones en vez del plato principal, evitar los pasajes difíciles, eliminar los detalles de geografía, historia, cultura y lenguaje que agotan la superficial atención del cristiano de hoy.

      Usted enfrentará la tentación de reducir sus objetivos o recortar las velas de su barco. No le pida a la gente que reproduzcan creyentes. Ellos correrán y se esconderán, porque no querrán pagar el precio. Estudiar la Biblia, orar, memorizar Escrituras, dar testimonio a sus vecinos y amigos: ¡Esto es demasiado! ¡Cuide de nosotros, sea usted nuestro pastor!

      Las mismas tentaciones surgirán en los requisitos para los líderes, en el tamaño y el rigor de los grupos de discipulado, en la insistencia de todos los líderes potenciales a mostrar su experiencia y éxito en el evangelismo. Una y otra vez los cristianos superficiales de la congregación desafiarán todos estos estándares. La iglesia nunca será fácil.

      Tradicionalismo

      Tradición es la fe viviente de los progenitores piadosos, pasada de generación en generación. El tradicionalismo es la fe muerta de los líderes cristianos que intentan mantenerse en el poder. El sufijo ismo significa una doctrina, teoría o causa distinta; refleja un estado del ser. Un comunista recluta otros y se convierten al comunismo, el liberal al liberalismo, el conservador al conservatismo y así sucesivamente. La tradición es algo bueno. Las familias, las iglesias, los clubes, los empresarios, todos tienen tradiciones que forman las bases para los valores corporativos. Las iglesias necesitan tradición no sólo en doctrina, sino también en muchas prácticas familiares. La tradición se mete en problemas cuando se avinagra y se convierte en tradicionalismo.

      “Se acercaron a Jesús algunos fariseos y maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén, y le preguntaron: «¿Por qué quebrantan tus discípulos la tradición de los ancianos? ¡Comen sin cumplir primero el rito de lavarse las manos!» Jesús les contestó: «¿Y por qué ustedes quebrantan el mandamiento de Dios a causa de la tradición?»”

      Mateo 15:1-3

      El tradicionalismo milita contra la voluntad de Dios. De muchas maneras, los líderes de la iglesia local lo manifiestan e inconcientemente entorpecen la obra de Dios. Los matrimonios de la iglesia tratan de mantener viva la reunión de oración de los miércoles en la noche a través de un ministerio de grupos pequeños. Ellos se oponen al estilo innovador de la adoración, a los nuevos requisitos para los líderes, a los nuevos estatutos, porque amenazan los límites seguros de lo familiar. Como resultado, entorpecen el progreso y crean una atmósfera de conflicto. Los “padres fundadores” de una iglesia independiente se encuentran luchando entre sí hasta la muerte por temas sin importancia. Muchas veces, ellos olvidan la razón de la batalla y el conflicto cobra vida propia. Muy frecuentemente, la iglesia se viste completamente con el equipo de escalar montañas y terminan ascendiendo hormigueros.

      El tradicionalismo es todavía muy fuerte en muchas regiones. Sería tonto para el pastor hacedor de discípulos hacerse cargo de una iglesia existente sin el conocimiento de sus tradiciones y valores. Trabaje en una atmósfera tradicional cabalgando sobre sus sueños. Luego, pídales que agreguen algo de lo suyo, sin tomar las cosas importantes de ellos. Este acercamiento hará mucho por apaciguar la ira de los “padres fundadores.” Pero, de cualquier manera, prepárese para el conflicto; algunos siempre pelearán ante cualquier nuevo cambio. Un joven senador de los Estados Unidos le hizo un comentario a un veterano de treinta años: “Senador, le apuesto a que usted ha visto cientos de cambios durante su tiempo en el Congreso.” El avezado senador le respondió: “Sí y he estado en contra de cada uno de ellos.” Use las tradiciones para su propia ventaja y combata el tradicionalismo en todo lo que usted valore.

      La Educación del Seminario

      Yo soy graduado de un seminario y no recomendaría que cualquier persona tome la posición de un pastor predicador sin las ventajas que provee un sólido entrenamiento en el seminario. Apoyar y mantener seminarios teológicos es esencial para proteger, revitalizar y plantar iglesias locales saludables. Como lo dije anteriormente, el seminario determina lo que los pastores creen y finalmente lo que el miembro de la Iglesia cree.

      Las iglesias locales pragmáticas generalmente critican los seminarios, reclamando que los graduados de los seminarios son demasiado académicos; sin embargo, en sus críticas llegan a un nivel más serio de acusación cuando dicen que los seminarios no entrenan a sus estudiantes para la obra pastoral. Además, ellos protestan porque muy pocos profesores en el seminario tienen experiencia pastoral y, por lo tanto, los estudiantes son entrenados por gente sin experiencia.

      Salgo prontamente en defensa de estos especiales siervos de Cristo. La enseñanza en el seminario es un llamado especial y necesario. El profesor de seminario experimenta los implacables rigores de la comunidad académica secular. No sólo invierte tres o cuatro años para obtener su grado teológico básico, la Maestría en Teología, tres años adicionales para obtener las credenciales en la enseñanza profesional y finalmente, el Doctorado en Teología. Tal rigor académico lleva a una persona cuyo corazón está encendido por Cristo y que ha sido equipado por Cristo, a una gran capacidad intelectual. A diferencia de otros campos seculares, en los que alguien con un Doctorado se asegura un salario considerablemente alto, la mayoría de los profesores de seminarios ganan menos que los pastores.

      El papel del profesor de seminario no es suministrarle al estudiante las herramientas del ministerio. Quienes critican los aspectos no prácticos de los seminarios, fallan en reconocer tanto el propósito como las limitaciones de la academia. El seminario le suministra al estudiante aspectos importantes acerca de cómo puede levantar un ministerio: un pensamiento crítico, un trabajo de reconocimiento de los campos de estudio relacionados con mantener la integridad de la Palabra de Dios y, las herramientas para predicar y enseñar las Escrituras. En esta larga carrera, no existe nada más práctico que una sólida comprensión doctrinal junto con un marco filosófico de la visión del mundo. Sobre este fundamento, un pastor puede edificar un ministerio perdurable.

      El seminario no intenta equipar totalmente al estudiante para el pastorado, pero en unión con la iglesia local, es responsable de hacer posible que el joven empiece a pastorear la iglesia. El seminario le proporciona las herramientas básicas para el ministerio y la iglesia será la responsable de ayudar a equiparlo en otras áreas. El típico graduado del seminario sabe cerca del 50% de lo que se requiere para ser pastor. La otra mitad debe venir de su propia experiencia, del ejemplo de otros, del internado y de la experiencia previa en el ministerio.

      Los profesores del seminario no están en el frente de la batalla por Cristo; en verdad, ellos no forman parte de las tropas regulares en las trincheras y no deberíamos esperar que lo hicieran. Como custodios de la verdad, ellos protegen la integridad de la Palabra de Dios. ¿Cómo le pone usted precio a eso? Ellos no están en el frente; se encuentran en la última línea de la defensa, entre la iglesia y los abismos del subjetivismo. Si el enemigo logra pasar las líneas de defensa de la iglesia local, ellos deberán pelear para obtener la victoria. Satanás agredió a la iglesia liberal desde la retaguardia cuando atacó los seminarios, derribando denominaciones enteras. Al enemigo le gustaría convencer a los pastores y a los laicos de que los seminarios son obsoletos, irrelevantes y demasiado académicos, y por lo tanto, debemos abandonar el modelo académico. Esta creencia es miope e ignorante de lo que los pastores realmente necesitan. Algunas recomendaciones deberían ser consideradas para mejorar el seminario. Pero mientras tanto, deberíamos estimar, orar y apoyar a estas personas tan especiales que se encuentran en la última línea de defensa.

      Yo creo que el seminario debería darle al estudiante tres regalos principales: primero, una educación académica exigente y basada en la Escritura, para que los principales fundamentos de la disciplina teológica sean profundamente establecidos; segundo, exponerse ante los miembros más viejos y avezados de la facultad. El intercambio de experiencias y puntos de vista


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