El amor y la sexualidad. Omraam Mikhaël Aïvanhov

El amor y la sexualidad - Omraam Mikhaël Aïvanhov


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      Omraam Mikhaël Aïvanhov

      EL AMOR Y LA SEXUALIDAD

      ISBN 978-84-936850-3-4

      Traducción del francés

      Título original:

      L’AMOUR ET LA SEXUALITÉ

      © Copyright reservado a Editions Prosveta, S.A. para todos los países. Prohibida cualquier reproducción, adaptación, representación o edición sin la autorización del autor y del editor. Tampoco está permitida la reproducción de copias individuales, audiovisuales o de cualquier otro tipo sin la debida autorización del autor y del editor (Ley del 11 de marzo 1957, revisada). - www.prosveta.es

      I

      LOS DOS PRINCIPIOS MASCULINO Y FEMENINO EL AMOR A DIOS, AL PRÓJIMO Y A SÍ MISMO

      Estos dos principios están en cada uno de nosotros y se ven por todas partes impresos en el rostro, en el cuerpo, en las manos... en la naturaleza, las flores, los animales, los frutos, las montañas, los ríos, las cuevas, las estrellas... Por todas partes no vemos más que esos dos principios bajo diferentes formas y dimensiones. Bien miréis sobre la tierra o bajo la tierra, bien descendáis al fondo de los océanos, bien os elevéis por los aires, no veréis más que los dos principios trabajando.

      Consciente o inconscientemente, todas las criaturas tienen las mismas reacciones ante este problema de los dos principios, todas le dan una importancia absoluta, nada es más importante para ellas que los dos principios. Cuando el hombre busca a una mujer para casarse, está decidido a abandonarlo todo. Incluso si es rey, está dispuesto a abandonar su reino con sus súbditos, su ejército, sus tesoros, por una mujer... Pero ¿qué posee esta mujer para eclipsar a una nación de millones de hombres? En realidad, no es a la mujer a quien busca, sino el principio, porque no hay nada encima. Ya lo veis, este hombre es fiel, busca el principio, y todo lo que no es el principio, lo abandona. Y una mujer hace lo mismo. Se pondrá contra toda su familia, contra el mundo entero por el hombre que ama. ¿Por qué? ¿Acaso está equivocada? En absoluto. Es el Señor y la Madre Naturaleza quienes han grabado en el corazón de los humanos: “Dejarás a tu padre y a tu madre y seguirás a tu mujer (o a tu marido)...” En el fondo de cada criatura, está escrito que el primer principio sólo debe buscar el segundo, y el segundo sólo buscar el primero. Los humanos no siempre son conscientes de ello porque esta búsqueda adopta las formas más diversas según los ámbitos en los que se persiga: la ciencia, la filosofía, el arte o la religión.

      Los místicos dicen que buscan al Señor. En realidad, lo que llaman Señor no es sino la parte complementaria de ellos mismos con la que buscan unirse, fusionarse para convertirse en una entidad acabada, perfecta. Hasta entonces, se sienten como seres divididos, mutilados. Todos los seres sólo buscan su principio complementario, que se llama en la Ciencia iniciática, el alma gemela, con el fin de encontrar la plenitud, la paz, la omnisciencia, la omnipotencia y llegar a ser como el Señor. Sólo la forma en que la buscan es diferente.

      Reflexionad sobre este tema. Todo está en el amor; fuera del amor sólo existe el vacío, la nada. Los religiosos, los puritanos, los hipócritas no quieren confesarlo, pero en realidad, ellos también sólo buscan el amor. No lo muestran, porque quieren obedecer a viejas tradiciones de pureza, de castidad, pero la naturaleza no reconoce estas invenciones humanas; trabaja en cada ser, y ¡esto hierve, quema, inflama! El problema ahora es saber cómo encontrar el verdadero amor exactamente como Dios lo comprende, y luego manifestarlo según las reglas divinas para llegar a este reencuentro, a esta fusión perfecta.

      Por todas partes sólo veis los dos principios: cuando coméis, cuando bebéis, cuando miráis, cuando escucháis, cuando trabajáis, e incluso cuando cantáis aquí en la coral... Sí, vosotros no sabéis lo que pasa cuando cantáis. Las voces altas y agudas de las hermanas, y las voces graves y profundas de los hermanos, ¿creéis que se pierden así como así en algún lugar del espacio? No, sin daros cuenta se fusionan en alguna parte sobre vuestra cabeza, dándose algo maravilloso y divino. Vuestra voz está impregnada con vuestro magnetismo, con vuestra vitalidad, con vuestro perfume. Estáis unidos a vuestra voz como si fuera una pequeña corneta que sujetáis por el extremo de un largo hilo. Vuestra voz os deja y se pasea por encima vuestro donde encuentra otras voces con las que se fusiona, y regresa luego amplificada, enriquecida con todo lo que ha recibido en esta fusión. A través del canto se hace un intercambio sutil, divino entre los hermanos y las hermanas que pueden recibir así elementos etéricos que no podrían recibir por otros medios más groseros. En este intercambio sutil de voces, el alma y el espíritu se alimentan de lo que han recibido, y dan también algunas migajas al cuerpo físico para que no se sienta hambriento ni sediento.

      Así pues, cuando cantamos, los dos principios masculino y femenino efectúan primero todo un trabajo en lo alto; luego, lo que han creado regresa hasta nosotros, y todos nos beneficiamos de un intercambio casto y divino. Aquí, nadie nos puede reprochar de transgredir las leyes de la pureza, y nos sentimos alimentados y reforzados. He ahí porqué la costumbre de cantar juntos existe desde la creación del mundo. Actualmente, se ha perdido la luz, las nociones iniciáticas profundas se han perdido, sólo queda la práctica: los hombres y las mujeres continúan cantando en dúo, en trío, en coral, e incluso los campesinos en el campo cantan bailando y son felices. Porque sin darse cuenta, a través del canto y la música, sus almas y sus espíritus se comunican, y reciben entonces algo que, por un instante, les colma y les dilata.

      Existen cientos y miles de métodos que la naturaleza ha inventado para permitir a los humanos realizar intercambios sutiles cuando no pueden efectuar estos intercambios físicamente: las piscinas, por ejemplo, las playas, los bailes e ¡incluso las iglesias!... Pero, por supuesto, la historia no dice si estos intercambios son católicos o no católicos... ¡aunque esto suceda en una iglesia católica, protestante u ortodoxa!... Un muchacho sigue por la calle a una chica regordeta, graciosa y he ahí que ésta entra en una iglesia... “¡Oh! dice él, si fuera una discoteca, sería más atrevido...” Pero de todos modos, la sigue en la iglesia, y como ella se ha dado cuenta, adopta una postura determinada, hace gestos... En cuanto a él, se acerca cada vez más y en lugar de mirar al cura y seguir la misa, tiene los ojos pegados en ella. Ya veis de qué manera se hacen los intercambios, incluso en las iglesias, ¡intercambios sutiles!... Ahora lo que los dos tienen en la cabeza, eso ya os lo he dicho, ¡no se sabe si es católico o protestante!...


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