Corrientes de psicología contemporánea. Martín Echavarría
de objeto e imponerse al ello como objeto de amor. Por lo tanto, el narcisismo del yo es un narcisismo secundario, sustraído de los objetos”.
162 Cf. J. Laplanche – J. B. Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, 230: “Tomada literalmente, tal concepción ofrece un doble peligro: el de contradecir la experiencia, afirmando que el recién nacido carecería de apertura perceptiva hacia el mundo exterior, y el de renovar, por lo demás en términos ingenuos, la aporía idealista, agravada aquí por una formulación ‘biológica’: ¿cómo pasar de una mónada cerrada sobre sí misma al reconocimiento progresivo del objeto?”; ibidem, 231: “Desde el punto de vista terminológico, esta acepción prescinde de la referencia a una imagen de sí mismo especular, como la que etimológicamente presupone el término ‘narcisismo’. A nuestro juicio, pues, es inadecuado para designar una fase descrita como anobjetal. / Desde el punto de vista de los hechos: la existencia de esta fase es muy problemática, y algunos autores estiman que, en el lactante, existen desde el principio relaciones de objeto, un ‘amor objetal primario’ de forma que rechazan como mítica la noción de un narcisismo primario, entendido como una primera fase anobjetal de la vida”.
163 Paralelamente al narcisismo, primario y secundario, que dependería de la economía de la libido, en sus últimas obras Freud habla de un sadismo-masoquismo primario y otro secundario, que dependerían de la economía de la pulsión de muerte; cf. S. Freud, Das ökonomische Problem des Masochismus (1924), trad. esp. “El problema económico del masoquismo”, en Obras completas. Vol. xix, Amorrortu, Buenos Aires 1997, 170: “Si se consiente alguna imprecisión, puede decirse que la pulsión de muerte actuante en el interior del organismo –el sadismo primordial– es idéntica al masoquismo. Después que su parte principal fue trasladada afuera, sobre los objetos, en el interior permanece, como su residuo, el genuino masoquismo erógeno, que por una parte ha devenido un componente de la libido, pero por la otra sigue teniendo como objeto al ser propio. Así, ese masoquismo sería un testigo y un relicto de aquella fase de formación en que aconteció la liga, tan importante para la vida, entre Eros y pulsión de muerte. No nos asombrará enterarnos de que el sadismo proyectado, vuelto hacia fuera, o pulsión de destrucción, puede bajo ciertas constelaciones ser introyectado de nuevo, vuelto hacia adentro, regresando así a su situación anterior. En tal caso da por resultado el masoquismo secundario, que viene a añadirse al originario”.
164 El psicoanálisis, desde Freud, sostiene, a nuestro juicio sin base suficiente, que normalidad, neurosis y psicosis se colocan en un continuo sin límites objetivos. A mi juicio, confunden también el borderline prepsicótico, esquizotípico, con el trastorno de la personalidad límite, que es algo estructuralmente distinto, aunque a ambos se los etiquete como borderline.
165 Cf. H. Kohut, The Analysis of the Self: Systematic Approach to Treatment of Narcissistic Personality Disorders, International Universities Press, New York 1971; trad. esp. Análisis del self, Amorrortu, Buenos Aires 1977.
166 O. Kernberg, Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico, Barcelona, Paidós 2005, 205.
167 Ibidem.
168 Ibidem, 206.
169 Ibidem.
170 Ibidem.
171 Ibidem, 211.
172 Ibidem, 206.
173 DSM-IV-TR. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Texto revisado, Barcelona, Elsevier Masson, 2002, 799.
174 Ibidem, 801.
175 A. Adler, Superioridad e interés social, Fondo de Cultura Económica, México 1968, 183.
176 R. Allers, Existencialismo y psiquiatría, Troquel, Buenos Aires 1963, 93.
177 Ibidem, 94. Cf. R. Allers, Naturaleza y educación del carácter, Labor, Barcelona 1957, 306: “la neurosis surge de la exageración acaecida en la divergencia –que existe en toda vida humana– de voluntad de poderío y posibilidad de poderío. En otras palabras: es un resultado inmediato de la situación puramente humana, tal como está constituída en la naturaleza caída. [...] orientada hacia lo morboso y pervertido, es consecuencia de la rebelión de la criatura contra su finitud e impotencia naturales”.
178 Cf., por ejemplo, J.-C. Larchet, “Les maladies mentales et leurs thérapeutiques selon les Pères”, en Le chrétien devant la maladie, la souffrance et la mort, Cerf, Paris 2002, 109.
179 Moralia in Job, xxxi, citado por S. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, ii-ii, q. 135, a. 5, co.
180 Cf. J.-C. Larchet, Ceci est mon corps. Le sens chrétien du corps selon les Pères de l’Eglise, La joie de lire, Genève 1996, 44: “l’attitude passionnée par laquelle l’homme s’attache désormais à son propre corps en raison du plaisir qu’il lui procure est appelé par saint Maxime le Confesseur et par d’autres Pères ‘philautie’. La philautie est d’une manière générale une amour égoïste et passionnée de soi, mais saint Maxime souligne que cet amour s’enracine dans le corps, prend naissance et se développe dans l’attachement à lui: ‘la philautie, c’est l’affection passionnée et déraisonnable pour le corps.’ À travers la philautie, le corps devient une idole à laquelle l’homme rend un culte”.
181 M. F. Echavarría, La praxis de la psicología y sus niveles epistemológicos según santo Tomás de Aquino, Documenta Universitaria, Girona 2005, 481.
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