Corrientes de psicología contemporánea. Martín Echavarría
en describir una conducta perversa en relación con el mito de Narciso”.
148 Cf. H. Ellis, Psychology of Sex. A manual for students, William Heinemann (Medical Books) Ltd., London 1933, 91: “I devised this term, ‘auto-erotism”, in 1898 for those spontaneous solitary sexual phenomena of which genital excitement during sleep may be said to be the type. The term in now generally used, though not always in the exact sense in which I defined it, but sometimes only to connote sexual activity direct towards the self. That is unduly to narrow the term down, and it is not in accordance with the usual sense of the auto-group of terms ; thus automatic action does not mean actions towards, but by, the self, without direct external impulse”. Ibidem, 91-92: “By ‘auto-erotism’, therefore, I mean the phenomena of spontaneous sexual emotion generated in the absence of an external stimulus proceeding directly or indirectly from another person. In a wide sense, which cannot be wholly ignored there, auto-erotism may be said to include those transformations of repressed sexual activity which are a factor of some morbid conditions (as probably in hysteria) as well as the normal manifestations of the art and poetry, which more or less colour the whole of life”.
149 Ibidem, 92: “The auto-erotic field remains extensive; it more especially includes (1) erotic day-dreaming; (2) erotic dreams in sleep; (3) narcissism, in which erotic emotion is generated by self-contemplation; and (4) masturbation, including not only self-excitement by the hand but by a great variety of methods exerting a direct influence on the sexual organs and other erogenous centres, even methods which are initiated centrally”. En esta misma página, el autor critica la interpretación que del narcisismo hacen lo discípulos de Freud: [nota]: “Some of Freud’s followers (though not Freud himself) would confine the use of the term ‘auto-erotism’ to this particular form. I regard this as illegitimate. In all forms of auto-erotism the subject finds satisfaction in his own self-excitement, without the presence of another person being necessary, but his sexual impulse is by no means necessarily directed towards himself”.
150 Ibidem, 114-115: “This condition [narcissism] may best be regarded as a form of auto-erotism, as indeed its extreme and most highly developed form. [...] Forty years ago it had no definite existence for science, though long clearly traceable in fiction and poetry, while its central situation was symbolized in classic Greek days by the figure of Narcissus. Here and there, indeed, psychiatrists noted such a condition as a symptom in individual cases, but in 1898, when first putting forward a sketch (in the Alienist and Neurologist) of auto-erotism, I coancluded by describing, with a case, as its extreme form, the Narcissus-like tendency sometimes found, more especially perhaps in women, for the sexual emotions to be absorbed, and often entirely lost, in self-admiration. This paper was at once summarized in Germany by Dr. Näcke, who translated my ‘Narcissus-like tendency’ as ‘Narzissmus’, expressing his agreement, and calling this ‘the most classical form’ of what I termed auto-erotism, though, he added (which I had note), that there would be actual sexual orgasm accompanying the Narcissism; this cannot be accepted”.
151 H. Ellis, Estudios de psicología sexual. vol. 1. La evolución del pudor; Fenómenos de periodicidad sexual; Autoerotismo, Hijos de Reus, Madrid 1913, 223.
152 H. Ellis, Estudios de psicología sexual. vol. V. La selección sexual en el hombre, Hijos de Reus, Madrid 1913, 190.
153 H. Ellis, Estudios de psicología sexual. vol. 1, 224-225.
154 El uso de espejos en los burdeles es significativo, pero habría que ver de qué. Podría ser que quienes acuden a las casas de prostitución fueran más narcisistas. Por otro lado, aunque la observación de sí mismo en el ejercicio del acto sexual pueda contribuir a la excitación, esto puede tener muchas explicaciones. Entre ellas, hacer más plenamente consciente que se está en el proceso del acto copulativo, lo que dispone a todo el sistema psicofísico a dicho acto. Por otra parte, en los espejos de los lupanares el sujeto no sólo se observa a sí mismo, sino también a su pareja sexual junto con él, lo que hace al sujeto, de nuevo, más consciente de que está ejerciendo el acto sexual.
155 Para una síntesis sobre el significado y la evolución del término Narcisismo en Freud, Cf. J. Laplanche – J. B. Pontalis, Op. cit., 228-230 (voz narcisismo) y 230-232 (voces narcisismo primario y narcisismo secundario).
156 Es sobre esta teoría freudiana que Jacques Lacan construiría la suya propia, también montada sobre el mito de Narciso, sobre la importancia del estadio del espejo en la configuración del yo.
157 Cf. S. Freud, Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie (1905), trad. esp. “Tres ensayos de teoría sexual”, en Obras completas. Vol. vii, Amorrortu, Buenos Aires 1992, 199: “La libido narcisista o libido yoica se nos aparece como el gran reservorio desde el cual son emitidas las investiduras de objeto y al cual vuelven a replegarse; y la investidura libidinal narcisista del yo, como el estado original realizado en la primera infancia, que es sólo ocultado por los envíos posteriores de la libido, pero se conserva en el fondo tras ellos”. Aunque la obra es de 1905, este párrafo se agregó para una edición de 1915, por lo que es posterior a la Introducción del narcisismo (1914).
158 Cf. S. Freud, Zur Einführung des Narzissmus (1914), trad. esp. “Introducción del narcisismo”, en Obras completas. Vol. xiv, Amorrortu, Buenos Aires 1988, 63: “Nos formamos así la imagen de una originaria investidura libidinal del yo, cedida después a los objetos; empero, considerada en su fondo, ella persiste, y es a las investiduras de objeto como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que emite”. A pesar del cambio doctrinal, incluso en sus últimas obras Freud sigue utilizando el símil de la ameba; cf. Cf. S. Freud, Abriss der Psychoanalyse (1940), trad. esp. “Esquema del psicoanálisis”, en Obras completas. Vol. xxiii, Amorrortu, Buenos Aires 1996, 148: “Es difícil enunciar algo sobre el comportamiento de la libido dentro del ello y dentro del superyó. Todo cuanto sabemos acerca de esto se refiere al yo, en el cual se almacena inicialmente todo el monto disponible de libido. Llamamos narcisismo primario absoluto a ese estado. Dura hasta que el yo empieza a investir con libido las representaciones de objeto. Durante toda la vida, el yo sigue siendo el gran reservorio desde el cual investiduras libidinales son enviadas a los objetos y al interior del cual se las vuelve a retirar, tal como un cuerpo protoplasmático procede con sus seudópodos. Sólo en el estado de un enamoramiento total se transfiere sobre el objeto el monto principal de la libido, el objeto se pone en cierta manera en el lugar del yo.” Se observa aquí la falta de rigor del pensamiento freudiano. A pesar de que en este último período, en principio, ya no considera al yo, sino al ello como reservorio de la libido, sin embargo, aquí vuelve a expresarse al respecto como en sus obras anteriores.
159 Cf. J. Laplanche, – J. B. Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, 249 (voz neurosis narcisista): “Término que actualmente tiende a desaparecer del lenguaje psiquiátrico y psicoanalítico, pero que se encuentra en los escritos de Freud para designar una enfermedad mental caracterizada por el retiro de la libido sobre el yo. De este modo se contrapone a las neurosis de transferencia”.
160 Cf. S. Freud, “El yo y el ello”, 32 (nota 7): “Ahora, luego de la separación entre el yo y el ello, debemos reconocer al ello como el gran reservorio de la libido en el sentido de ‘Introducción del narcisismo’ (1914c) [...]. La libido que afluye al yo a través de las identificaciones descritas produce su ‘narcisismo secundario’”.