Profecías dramáticas de Elena de White. Herbert Edgar Douglass
con experiencias en batallas, y otros por deporte habitual [...].
“Tuve un vistazo de la desastrosa batalla de Manassas, en Virginia. Fue una escena de lo más emocionante y angustiante. El ejército del sur tenía todo a su favor y estaba preparado para un combate atroz. El ejército del norte se movía triunfante, sin dudar de su victoria. Muchos eran temerarios y avanzaban jactanciosamente, como si ya fuera suya la victoria. Al acercarse al campo de batalla muchos estaban desfallecientes por el cansancio y deseaban un refrigerio. No se esperaban un encuentro tan feroz. Se lanzaron a la batalla y pelearon con coraje, con desesperación. Por todos lados había muertos y moribundos. Tanto el norte como el sur sufrieron severamente. Los sureños sintieron la batalla y en poco tiempo los habrían hecho retroceder más. Los del norte avanzaban aunque era grande su destrucción. Justo en ese momento descendió un ángel y sacudió su mano hacia atrás. En el instante hubo confusión en las filas. A los del norte les pareció que sus tropas se estaban retirando cuando en la realidad no era así, y comenzó una retirada precipitada. Esto me pareció maravilloso.
“Entonces se explicó que Dios tenía a esta nación en su mano, y no soportaría que se ganaran victorias más rápido que lo ordenado por él, y que no permitiría más pérdidas entre los del norte de lo que en su sabiduría consideraba adecuado, para castigarlos por su pecado. Y si el ejército del norte hubiera presionado para continuar más la batalla en su condición de desvanecimiento y exhausta, la lucha y destrucción mayor que les esperaba habría provocado un gran triunfo a los del sur. Dios no lo permitiría y envió un ángel para impedirlo. La repentina retirada de las tropas del norte es un misterio para todos. No sabían que la mano de Dios estaba en el asunto.
“La destrucción del ejército del sur fue tan grande que no tenían nada de qué jactarse. El ver a los muertos, los moribundos y los heridos les dio poco ánimo para triunfar. Esta destrucción, que sucedió cuando tenían todas las ventajas y el norte muchas desventajas, les provocó gran perplejidad. Sabían que si el norte tenía las mismas posibilidades que ellos, estaba asegurada la victoria para el norte. Su única esperanza era ocupar posiciones de difícil acercamiento y luego disponer de estrategias formidables para precipitar la destrucción desde todas partes.
“El sur se ha fortalecido grandemente desde el inicio de su rebelión. Si el norte hubiera tomado medidas activas esta rebelión hubiera sido rápidamente aplastada. Pero aquello que en un principio era pequeño ha crecido en número y en fuerza hasta llegar a ser poderoso. Otras naciones observan atentamente a esta, cuyo propósito no me fue informado, y están haciendo grandes preparativos para algún evento. Existe mucha perplejidad y ansiedad entre los hombres de nuestra nación. Hombres a favor de la esclavitud y traidores están en medio de ellos; y mientras que estos están profesamente a favor de la Unión, tienen una influencia en la toma de decisiones, que en algunos casos favorecen al sur”.5
Cuando pienso en las serias advertencias y vívidas descripciones de las horribles pérdidas de las batallas de la Guerra Civil venidera, inmediatamente me siento atraído a su validación por medio de testigos oculares. Las Memorias del General Grant, de los EE.UU., incluyen este relato acerca del gran número de víctimas:
“Este [edificio] había sido transformado en hospital y a lo largo de toda la noche traían hombres heridos, curaban sus heridas, se amputaba una pierna o un brazo, según lo requiriera el caso, y se hacía todo lo posible para salvar la vida o aliviar el sufrimiento. Ver eso era menos tolerable que enfrentar el fuego enemigo y regresé a mi árbol en medio de la lluvia.
“El segundo día vi un campo abierto en nuestra propiedad sobre el que los Confederados habían cargado repetidas veces el día anterior, tan cubierto de muertos que habría sido posible atravesar caminando el claro, pisando cuerpos muertos en todas las direcciones, sin que un pie pisara el suelo”.6
Lo que decía el resto del país
Según todos los informes, nadie en el mundo tuvo una sinopsis de la Guerra Civil como la de Elena de White en la primera parte de 1861. Los registros existentes de los periódicos y los discursos de la primera mitad de 1861 mencionaban exactamente lo opuesto a lo que se le mostró en visión.
Por ejemplo, note estas citas de fuentes de la época:
“Trabajemos rápidamente [...]. ‘Tirar juntos’ de manera fuerte y activa hará nuestro trabajo efectivo en treinta días”.7
“Si Abraham Lincoln está a la altura de la posición que ocupa, esta guerra terminará para enero de 1862”.8
“Se recomienda que den medios legales para que este conflicto sea corto y decisivo”.9
“Cualquiera que sea la guerra que haya, puede ser fácilmente transformada en una guerra en el mar, una guerra de bloqueos, una guerra que tenga como único objeto la protección de la propiedad estadounidense y la preservación del comercio estadounidense”.10
“Así como todos, [Lincoln] abrigó la esperanza de que poderosos avances en Virginia y por el Mississippi terminarían la lucha en 1862”.11
Pero la guerra prosiguió. ¿El costo? La Enciclopedia Británica estima que la Guerra Civil costó un “total de unos US$ 11.450.500.000 solamente para el norte. Pero el costo para el sur fue enorme; US$ 4.000.000.000 no son una exageración. A continuación, hacia 1909, el costo de la guerra para la nación se había aproximado al tremendo total de US$ 15.500.000.000 [...], y los muertos probablemente a 300.000 hombres de cada lado”.12
En el otoño de 1861, el General William Sherman presionó a Simon Cameron, secretario de Guerra de los EE.UU., a fin de tener una tropa de 60.000 hombres inmediatamente y unos 200.000 adicionales para hacer frente a futuras demandas. Aunque esto aconteció nueve meses después de la visión de Elena de White en Parkville, Sherman fue criticado por la prensa como mentalmente desequilibrado. Un mes después de este pedido, el general Henry Halleck relevó a Sherman de su cargo. Pero, en los próximos cuatro años, tanto Elena de White como el General Sherman probaron ser realistas.13
Esa visión de Parkville
Puede ser que te preguntes por esa predicción que presentó Elena de White en la iglesia de Parkville, Michigan, antes que comenzaran las hostilidades, acerca de los hijos que morirían. Alrededor de un año después, el pastor Loughborough regresó para disertar en Parkville. El juez Osborne y el Sr. Shelhouse nuevamente se sentaron juntos en los mismos asientos que la vez anterior. El pastor Loughborough habló acerca de los dones espirituales, y usó como ilustración el don de Elena de White. Hizo referencia a la visión del 12 de enero de 1861. Pero esta vez, ninguno de los dos hombres sacudió su cabeza; en cambio, tenían sus rostros cubiertos por sus pañuelos, y lloraban amargamente. Uno de ellos había perdido a su hijo en la guerra; el otro había perdido un hijo en otro campo de batalla, y tenía un hijo hecho prisionero de guerra en el sur.
El pastor local pudo recordar inmediatamente los nombres de cinco familias de la iglesia de Parkville que habían perdido hijos en la lucha, y dijo que si le daban un poco más de tiempo probablemente podría enumerar a otras cinco familias más cuyos hijos habían muerto. Hoy, contamos esta historia en la iglesia restaurada de Parkville que se mudó a la Villa Histórica Adventista en Battle Creek. Sentarse hoy en esa iglesia y reflexionar sobre cómo obró Dios a través de su mensajera es una experiencia sobria y fortalecedora de la fe. ¿Puede haber alguna duda de que tenemos una palabra de profecía segura en el ministerio de Elena de White?
1 J. N. Loughborogh, The Rise and Progress of Seventh-day Adventists (Battle Creek, Mich: General Conference Association of the Seventh-day Adventists, 1892), p. 236.
2 Estoy en deuda con Lee Ellsworth Eusey y su tesis para el grado de Maestría en Artes, “The American Civil War: An Interpretation”, Andrews University, Abril de 1965, por las citas