Historia de los sismos en el Perú. Lizardo Seiner Lizárraga

Historia de los sismos en el Perú - Lizardo Seiner Lizárraga


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donde sí se encuentra dicha expresión. A través de su propio testimonio, sabemos que consultó una de las primeras ediciones de los Comentarios: la publicada en Madrid en 1722 y que, bajo el título Historia general del Perú, incluyó, por primera vez, juntas, las dos partes de estos, publicados separadamente en 1609 y 1612.7

      En suma, más allá de elucubraciones heurísticas, gracias al aserto de Garcilaso —secundado por las varias versiones confrontadas de los Anales— contamos con un testimonio valioso, de inicios del siglo XVI, que da cuenta de una múltiple actividad geofísica tanto en la sierra como en la costa.

       ¿1533?

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       Fuentes contemporáneas

      1. Estete, Miguel de. “Noticia del Perú” [¿1535?], en Los cronistas de la conquista. Selección, prólogo, notas y concordancias de Horacio H. Urteaga. Biblioteca de Cultura Peruana, primera serie, n.o 2. París: Desclée de Brouwer, 1938, 331 pp.

      ESTETE [¿1535?], 1938: 231

      … Y seguimos nuestro viaje pasando pueblos y provincias y sierras extrañas aunque los caminos muy buenos, donde al cabo de veinte jornadas llegamos con harto trabajo y cansancio a aquel pueblo de Pachacama, donde estaba aquel ídolo tan nombrado, llamado de ese mismo nombre. Acaecionos una cosa muy donosa, una noche, antes que llegásemos a él, en un pueblo junto a la mar; que nos tembló la tierra de un recio temblor y los indios que llevábamos, que muchos de ellos se iban tras de nosotros a vernos, huyeron aquella noche, de miedo, diciendo que Pachacama se enojaba porque íbamos allá y todos habíamos de ser destruidos….

      2. Estete, Miguel de: “Relación del descubrimiento del Perú” [¿1535?], en Porras Barrenechea, Raúl. Los cronistas del Perú (1528-1650) y otros ensayos [1962]. 2.a ed. Edición, prólogo y notas de Franklin Pease G.Y. Lima: Banco de Crédito, 1986, 964 pp.

      ESTETE [¿1535?], 1986: 124

      … Y seguimos nuestro viaje pasando pueblos y provincias y sierras extrañas aunque los caminos muy buenos, donde al cabo de veinte jornadas llegamos con harto trabajo y cansancio a aquel pueblo de Pachacama, donde estaba aquel ídolo tan nombrado, llamado de ese mismo nombre. Acaecionos una cosa muy donosa, una noche, antes que llegásemos a él, en un pueblo junto a la mar; que nos tembló la tierra de un recio temblor y los indios que llevábamos, que muchos de ellos se iban tras de nosotros a vernos, huyeron aquella noche, de miedo, diciendo que Pachacama se enojaba porque íbamos allá y todos habíamos de ser destruidos…

      3. Fernández de Oviedo, Gonzalo. Historia general y natural de las Indias. [1548-1549]. 2.a ed. Cinco tomos. Edición y estudio preliminar de Juan Pérez de Tudela Bueso. Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1959.8

      FERNÁNDEZ DE OVIEDO [1548-1549], 1959, V: 68

      Lib. XLVI, cap. XI:

      … Otro día, sábado siguiente, partió el capitán de este pueblo [Lachay] bien de mañana, porque la jornada le dijeron que era grande e fue a comer a un buen pueblo que se dice Suculachumbi, que serán cinco leguas…

       Fuentes secundarias

      1. Prescott, William. Historia de la conquista del Perú, con observaciones sobre la civilización de los incas [1847]. 4.a ed. Buenos Aires: Editorial Schapire, 1967, 600 pp.

      PRESCOTT [1847], 1967: 275-276*

      Lib. III, cap. VI: “Visita a Pachacamac”.

      … Al fin después de algunas semanas de viaje penoso, a pesar de todos estos alivios, llegó Hernando Pizarro delante de la ciudad de Pachacamac. Era ésta muy populosa y de edificios sólidamente construidos muchos de ellos […]. Al presentarse Hernando Pizarro a la entrada más pequeña del templo le impidieron el paso los guardias de la puerta; pero exclamando que “no había venido de tan lejos para que le detuviese el brazo de un sacerdote indio” forzó el paso y, seguido de su gente, subió la galería circular que conducía a una plataforma en la cima del monte, en uno de cuyos extremos había una especie de capilla. Este era el santuario de la venerada deidad. La puerta estaba guarnecida con adornos de cristal y con turquesas y pedacitos de coral. Allí trataron de nuevo los indios de disuadir a Hernando Pizarro de su propósito de violar el sagrado recinto, cuando en aquel momento la convulsión de un terremoto que hizo temblar hasta los cimientos del antiguo templo atemorizó tanto a los indígenas, así a los que acompañaban a Pizarro como a los demás habitantes de la ciudad, que todos huyeron espantados, no dudando que su adorada deidad sepultaría a los invasores bajo las ruinas del edificio o les consumiría con sus rayos…

      2. Middendorf, Ernst. Peru. Beobachtungen und studien uber das land und seine bewohner, wahrend eines 25 jahrigen aufentalts. Berlin: Robert Oppenheim, 1893. Existe traducción al castellano: Middendorf, Ernst W. Perú. Observaciones y estudios del país y sus habitantes durante una permanencia de 25 años [1893]. Tres tomos. Lima: UNMSM, 1973.

      MIDDENDORF [1893], 1973, I: 98

      … El primer sacudimiento violento que sintieron los españoles fue poco después de su llegada al Perú, precisamente en el valle de Lurín, no lejos de Lima. Después de la prisión de Atahualpa (1533), Hernando Pizarro fue enviado por su hermano Francisco, con un piquete de caballería hacia la costa, para visitar el templo de Pachacámac, famoso por sus tesoros y para acelerar la reunión del rescate. Los sacerdotes trataron de impedir su ingreso al santuario, pero Hernando, apartándolos hacia un lado, sacó de sus apestosas celdas a los ídolos manchados de sangre sacrificada e hizo que sus compañeros los redujesen a pedazos. En ese momento tembló tan fuerte la tierra, que los nativos huyeron con espanto. Los españoles siguieron sin turbarse: consideraron ellos el ruido subterráneo como el colérico estornudo del diablo, y triunfantes, plantaron una cruz en el sitio donde el ídolo pagano había existido…

      3. Polo, 1899: 5*

      … Por febrero se experimentó un fuerte temblor en el pueblo de Pachacamac, en el momento en que Hernando Pizarro y su comitiva penetraron en el santuario dedicado a la divinidad de ese nombre…

      4. Busto, José Antonio del. “La marcha de Hernando Pizarro a Pachacamac”. Humanidades 1, 1967, pp. 1-24.

      BUSTO, 1967: 12

      … Viernes 31.I.1533 […] y fue a comer a un pueblo que llaman Suculachumbi […] y a hora de vísperas salieron el capitán y su gente deste pueblo […]. [Gonzalo Fernández de] Oviedo nombra al pueblo de Suculachumbi, apelativo de típico sabor yunga que nos señala al pueblo de Chancay […]. Domingo 2.II.1533 […] lo cierto es que Hernando Pizarro entró al pueblo de Pachacamac alrededor de las dos de la tarde y, avanzando por sus calles sembradas de ídolos de palo, subió al santuario del dios más poderoso de la costa….

      5. Busto, José Antonio del. Historia general del Perú; descubrimiento y conquista. Lima: Studium, 1978, 561 pp.

      BUSTO, 1978: 82-83

      … A la Barranca llegaron en la siguiente jornada (28 de enero), luego a Huaura (29 de enero), Lachay o el Tambo de las Perdices (30 de enero), Chancay o Suculachumbi (31 de enero), donde a todos —por la noche— sacudió un fuerte temblor de tierra que espantó a los aborígenes por creerlo advertencia del divino Pachacamac. Por fin, por la tarde del sábado 1º de febrero de 1533, Hernando Pizarro y sus hombres avistaron


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