Migrantes. Roger Norum
a distancia o sin una base fija. Y estas se apoyan en otras tantas innovaciones tecnológicas: desde dispositivos electrónicos hasta apps y otras formas de tecnología personalizada que permiten la comunicación con cualquier lugar. Cada día llegan al mercado nuevas formas de conseguir empleo, como las nuevas plataformas online diseñadas para que entren en contacto empresas y talento, que ayudan a los trabajadores freelance a insertarse en sus áreas de trabajo. Otro cambio contemporáneo es la proliferación de los espacios de trabajo compartido en los grandes centros urbanos, que ofrece a los freelancers apoyo, recursos y el sentido de pertenencia a una comunidad que surge al trabajar alrededor de otras personas. Estas estructuras influyen en la validación de nuevos estilos de vida como alternativas genuinas, y propagan una sensación de libertad y movilidad, reduciendo los obstáculos para trabajar y conseguir trabajo cuando se está lejos de casa. Otras tecnologías que privilegian la movilidad (TransferWise, TaskRabbit, Uber, Airbnb, Tinder...) hacen que estar en movimiento sea atractivo para un horizonte cada vez más vasto de personas.
También es posible suponer que, por el contrario, este tipo de tecnologías y cambios en la organización del trabajo harán cada vez menos necesaria la migración, en la medida en que reducen la importancia del sitio fijo para trabajar. Un programador de computación que reside en Bolivia y uno que vive en Corea del Sur podrían estar trabajando en el mismo proyecto desde sus propias casas, intercambiando información, produciendo resultados en conjunto y teniendo conversaciones a diario. Pero, al reducir la necesidad de estar atado a una locación específica para poder continuar ganándose la vida, este tipo de tecnologías facilitan la migración. En el tejido complejo y plural del presente global, estas nuevas formas de trabajo se cuentan entre otros muchos cambios sociales que están incrementando los ritmos y las formas de movilidad para mucha gente. Permiten que el trabajo emigre, pero que la gente se quede en su sitio, y esto se conoce como «migración virtual»: un proceso a través del cual, utilizando espacios virtuales transnacionales, el trabajo y grandes cantidades de códigos y de datos atraviesan las fronteras nacionales, pero los trabajadores no. Esto puede incluir, por ejemplo, empleados de centros de llamadas en la India, que programan aplicaciones de software, persiguen a deudores de tarjetas de créditos o venden píldoras de adelgazamiento por teléfono para compañías y para personas establecidas en otros países del mundo. Mientras que sus destrezas y su trabajo migran afuera, estos trabajadores siguen manteniéndose como ciudadanos indios, viviendo y trabajando en la India.[23]
Es importante reconocer que no toda la migración es de naturaleza internacional. De hecho, la mayoría de las migraciones ocurren como movimientos entre regiones dentro de cada país. Este fenómeno, llamado migración interna, es mucho más difícil de medir que la migración internacional. Pocos países contabilizan el número de migrantes internos, aunque estos tienen un impacto significativo en diferentes niveles, y las razones que les llevan a moverse son muy diversas, como es el caso de los migrantes internacionales. Por ejemplo, solo en China hay casi 200 millones de migrantes internos, un número que llegará a los 300 millones en 2027; es una cifra muy alta en comparación con los más de 230 millones migrantes internacionales en el mundo. Aunque los movimientos de migración interna son más difíciles de rastrear, es fundamental tenerlos en cuenta, dado que los movimientos domésticos con frecuencia precipitan las trayectorias de las migraciones internacionales. Una proporción importante de las personas que se mueven de las áreas rurales a las urbanas acaban saliendo del país. De hecho, las remesas domésticas internas pueden tener gran importancia económica: sirven con frecuencia para equilibrar las brechas entre el ingreso urbano y rural, ayudando a reducir las disparidades de riqueza regional y la pobreza en las áreas rurales.
Todos estos tipos de movimiento están, por supuesto, afectados por las contracciones y expansiones de la economía, que ponen en marcha combinaciones o sucesiones de migración interna, externa y de retorno, de emigrantes o sus hijos, y de nuevos migrantes en sentido contrario a los de oleadas anteriores. Por ejemplo, entre el año 2000 y el 2007, la migración doméstica en España casi se duplicó, desde algo más de 300.000 personas a cerca de 600.000[24]. Muestra de esto es que cerca del 30 % de la población del País Vasco ha nacido fuera de la región[25]. Si bien históricamente la migración interna ha sido fundamental para la demografía de varias regiones españolas, durante el siglo XX la mayoría de esta inmigración provino de otras partes de España. En años recientes esto se ha revertido, y grandes contingentes de esta población han regresado a sus lugares de nacimiento. Pero así como en la década de los 70 y 80 los migrantes al País Vasco procedían de Extremadura, hoy la mayoría de la inmigración a esta región viene del exterior, principalmente de América Latina, región que recibió miles de emigrados vascos durante más de trescientos años, y hasta bien entrado el siglo XX.
Este movimiento de migración interna se ha convertido en una forma efectiva de aliviar el desempleo en ciertas áreas y llenar vacíos en el mercado laboral en otras. Adicionalmente, los migrantes internos —particularmente, los migrantes laborales— suelen enviar remesas considerables a casa.
Otro importante grupo que debe ser tenido en cuenta aquí es el denominado PDI, o Personas Desplazadas Internamente. Estos son refugiados domésticos que han sido desarraigados por conflictos armados, o por factores ambientales como sequías, terremotos y tsunamis, y forzados a moverse a otro lugar dentro de su propio país. Debido a las guerras y a los desastres naturales, el número de PDI está aumentando, y muchas organizaciones humanitarias se están movilizando para asistirlos cuando surgen las crisis. Un ejemplo crítico de esto son los desplazados internos en Colombia, país en el cual más de cien años de conflicto armado interno, incluyendo varias guerras civiles desde el siglo XIX y el posterior enfrentamiento en el siglo XX entre el Estado y grupos irregulares diversos —guerrilleros, narcotraficantes, «autodefensas» paramilitares, bandas criminales— y la lucha entre estos últimos, han convertido el desplazamiento forzoso de grandes contingentes de población rural en una tendencia migratoria estable[26].
CEREBROS EN FUGA DE IDA Y VUELTA
Después del conflicto y la guerra civil en Afganistán en los años 70 y 80, la sociedad afgana vivió una severa fuga de cerebros al emigrar muchos ingenieros, tecnólogos, médicos y otros profesionales y académicos a países vecinos y a otros lugares del mundo. Una vez derrocado el régimen talibán en 2001, el país se vio en imperiosa necesidad de encontrar profesionales de la industria y gente con formación técnica que pudieran ayudar tanto a reconstruir el país como a dirigirlo. Durante un cierto período de tiempo miles de migrantes afganos empezaron a volver del exterior para trabajar en posiciones claves dentro de programas de desarrollo en los ministerios, instituciones gubernamentales y en el sector privado. Tenían la esperanza de poder participar en la reconstrucción económica y social en un tiempo en que parecía que había un lugar para ellos en el futuro de su país. Sin embargo, en los últimos años ha habido un cambio en la dirección opuesta. La violencia continuada y la falta de oportunidades económicas (así como la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo) ligados a la presencia militar de la OTAN y Estados Unidos, han hecho que muchos afganos teman que el país no logrará sostenerse en el futuro próximo. Como resultado de esto, las cifras de personas que están huyendo del país ahora son las mayores desde la invasión dirigida por Estados Unidos en el 2001[27]. Una cuarta parte del más de un millón de refugiados y migrantes que llegaron en Europa en 2015 fueron afganos, el segundo grupo en número después de los sirios que escapaban de la guerra civil, y la estimación de la población de refugiados afganos en el mundo a comienzos de 2016 era de 2,7 millones[28]. El éxodo continuó incluso después de que la Unión Europea votara clasificar a los afganos como migrantes económicos, lo cual redujo significativamente sus oportunidades de obtener asilo. En 2015 se puso en marcha una campaña gubernamental, liderada por el Ministerio de Refugiados y Repatriaciones y por un movimiento de la sociedad civil llamado Afganistán te necesita, dirigida a convencer a los afganos de no abandonar el país, con una fuerte presencia en los medios y las redes sociales. El expresidente Hamid Karzai apareció en la televisión animando a la juventud a quedarse y ayudar reconstruir el país[29]. Aún está por verse si este llamamiento tendrá efectos positivos.
También a comienzos de la primera década de este siglo, y mientras los migrantes afganos consideraban volver para poder desempeñar un papel en