Migrantes. Roger Norum
le permite probar a trabajar en el extranjero, hacer un buen dinero y ganar una valiosa experiencia. Si la mujer es filipina, está en sus 40 y envía buena parte del dinero que recibe a Filipinas para mantener a sus hijos, será tipificada como una trabajadora migrante. Pero si la mujer es francesa, está en sus tempranos 20, es soltera y ahorra su dinero o lo gasta en salir, será llamada au pair, pero raramente será considerada una migrante. ¿Por qué? Los diversos factores contextuales que determinan estas situaciones colorean los términos y categorías que utilizamos para definir y distinguir a las personas en movimiento —incluso cuando estas están haciendo lo mismo—. El movimiento desde países más pobres hacia otros más ricos es llamado habitualmente migración. El movimiento desde países ricos a países pobres (o hacia otros países ricos) generalmente es llamado movilidad, y muy raramente migración. Aunque los procesos sean los mismos, la forma en que hablamos de ellos es muy diferente, y estas diferencias revelan los prejuicios que las sociedades abrigan hacia ciertas categorías dentro de los grupos de personas diferentes.
Por otra parte, la precariedad también afecta a los migrantes profesionales de clase media, que son requeridos por los países desarrollados para cubrir necesidades del mercado laboral, pero sin ofrecerles una integración legal definitiva que les permita desarrollar una vida profesional y familiar estable. Sirva como ejemplo el caso de profesores venezolanos que imparten clases durante años en universidades inglesas con contratos temporales que no les permiten obtener un visado permanente, con hijos plenamente integrados en el sistema escolar y con prácticamente toda su infancia transcurrida en Inglaterra. Asimismo, muchos médicos especialistas colombianos, venezolanos, ecuatorianos y argentinos fueron requeridos por el sistema sanitario español durante el boom de la «burbuja hospitalaria» del cambio de siglo[35]; sin embargo, ya establecidos, con varios años de residencia y trabajo en centros médicos de toda España —y buena parte de ellos con ciudadanía española—, tras la crisis económica, vieron cuestionadas sus credenciales y se hallaron en la situación de tener que estudiar nuevamente su especialización o abandonar sus trabajos[36].
Algunas de las formas de migración contemporánea aparentemente involucran movimientos temporales. Pero las distinciones entre lo que es temporal y lo que es permanente al hablar de migración humana se han vuelto borrosas en la actualidad, debido a los cambios sociales, económicos y tecnológicos[37]. Así como estos ejemplos muestran que las situaciones precarias que aparecen en las vidas en movimiento borran algunas distinciones convencionales, en los capítulos siguientes se verá de qué forma la migración también contribuye a que se difuminen otras distinciones y categorías, y nos obliga a considerar los fenómenos sociales desde una nueva perspectiva.
Nosotros y ellos: ¿por qué son importantes las categorías?
Los debates contemporáneos en torno a la migración hacen aparecer un concepto tan escurridizo como omnipresente: el de identidad. Todos los individuos en el mundo tienen algún tipo de identidad, que puede entenderse como un conjunto de atributos que define el modo en que alguien se percibe y se presenta al mundo, y cómo lo perciben los demás, y que suele expresarse en términos de pertenencia. Las comunidades también tienen sus propias identidades, generalmente forjadas a partir de ciertas características comunes a sus miembros. De entre estas, la etnicidad, la raza y el género son tres de los atributos físicamente más visibles.
Etnicidad y raza
Las distinciones entre raza y etnicidad están relacionadas con factores biológicos y sociológicos, y a la vez con orientaciones políticas y culturales en diferentes contextos. Tradicionalmente el concepto raza se refiere a las características físicas de una persona (como el color de la piel o de los ojos, la estructura ósea, etc.). Etnicidad, por su parte, hace alusión a factores culturales, entre los que se incluyen la nacionalidad, la lengua, las costumbres y creencias. Ejemplos de categorías de raza o grupo racial son raza blanca, negra o amarilla, todas presentes en muchos lugares y sociedades del mundo. Ejemplos de categorías de etnicidad son chino o italiano, no importa la raza (y, sin embargo, China, por ejemplo, posee más de cincuenta grupos étnicos distintos). La idea de raza presupone rasgos biológicos o genéticos compartidos, mientras que la etnicidad supone rasgos culturales y una historia colectiva compartida.
Pero es importante aclarar que el propio término raza se utiliza de forma diferente en distintos países, y esto puede explicar la complejidad en que se desenvuelve el concepto, así como los malentendidos que lo rodean. Por un lado, los académicos están en general de acuerdo con que la raza no es un concepto científico enraizado en diferencias biológicas discernibles, y han descartado que pueda seguir teniendo alguna utilidad como categoría[38]. Sin embargo, el discurso sobre la raza sobrevive en muchos contextos nacionales, y muchas de las ideas asociadas con la ideología racial son materia de serias discusiones[39]. De modo que, aunque pueda no tener ningún significado biológico para referirse a las diferencias humanas, el concepto de raza sigue teniendo una significación social importante, que lo sitúa en el centro de acalorados debates. Su uso tiene una gran variabilidad y depende mucho de qué se considera un grupo distintivo de personas. Por ejemplo, en el Reino Unido, a través de su foco en las minorías étnicas, el concepto tiende a estar asociado con las personas que vienen de los países de la Commonwealth (anteriormente, colonias británicas). Por su parte, en Estados Unidos, desde los comienzos de su historia, los amerindios, los afroamericanos y los euroamericanos han sido clasificados como pertenecientes a diferentes «razas». Para complicar las cosas, en muchos lugares los términos etnicidad, nacionalidad, raza, herencia, cultura e incluso identidad son usados de forma intercambiable.
Como se ve, nada en estas distinciones es simple. Estas categorías tienen una larga y compleja herencia de entrecruzamiento de variables políticas y sociológicas que se alimentaron de las distinciones somáticas o biológicas. En la Europa del temprano siglo XIX surgió la ideología que vinculaba las diferencias raciales con la inteligencia, la salud y la personalidad. No existe ninguna evidencia que apoye estas ideas, que están en los fundamentos del racismo occidental. Aunque su formulación se basa en definir rasgos biológicos compartidos —y esto proviene en parte de las clasificaciones usadas en la cría de animales domésticos en la Europa medieval—[40], las distinciones de raza no generan una división que pueda sostenerse con la claridad de las taxonomías biológicas de los seres vivos. Se puede tener un mismo color de piel y, sin embargo, pertenecer a grupos étnicos (agrupaciones humanas con una herencia histórica, lingüística y cultural común) totalmente distintos.
Los rasgos somáticos distintivos que dieron pie a las caracterizaciones raciales —color y formas de la piel, los ojos, cabellos, estructura ósea y muscular— fueron desarrollados en la historia evolutiva de los grupos humanos cuyas migraciones los llevaron a distintos ambientes y a adaptarse físicamente a estos. Pero el recurso de las sociedades a diferenciarse según la raza no tiene nada de biológico: es un método social y subjetivo de categorización y diferenciación de la gente. La ciencia ha demostrado que hay más variabilidad genética dentro de los miembros de cualquiera de estas categorías llamadas raza que entre los miembros de esta y los de otra, y esto ha determinado el abandono del término en el campo científico. Sin embargo, no es la ciencia, sino la historia y las relaciones políticas, quien domina las formas en que los humanos interactúan en sociedad y se caracterizan los unos a los otros. La noción de raza sigue viva en el discurso corriente, y también en los discursos administrativos de muchos países, a la hora de definir grupos mayoritarios y minoritarios, y su acceso respectivo a servicios[41].
Una razón de la permanencia del término raza en el mundo anglosajón es que se argumenta que obviarla sería equivalente a borrar una historia de exclusión, persecución y desigualdad. Seguir usando el concepto, por el contrario, permite recordar su carga histórica y política, hacer presente el pasado racista de las relaciones entre pueblos y grupos sociales dominantes y dominados, y continuar combatiendo una discriminación que hoy sigue viva en muchos lugares del mundo. Pero en otros contextos, como, por ejemplo, en buena parte de los países latinoamericanos, el término ha desaparecido del lenguaje político-administrativo (no existe, por ejemplo, en las casillas de un formulario para trámites legales), aunque pervive en el lenguaje coloquial. La ausencia