Autismo. Problemas cruciales para el psicoanálisis. Группа авторов
se dice que si no es suficientemente intensa, hiere también; nunca se encuentra el equilibrio, la justa medida, y entonces ese ¿por qué? se hace más difícil todavía de responder. Es de todas maneras un enfoque fácilmente presente entre todos nosotros, de intuición física, para referirnos a que la intensidad de algo puede darnos una idea de por qué ha sido traumático. Si esto no va, o además de esto, estaba que sería traumático por la precocidad con que adviene, es decir, que ocurre en los niños, a muy temprana edad, cuando no se está suficientemente preparado y con suficientes recursos. Sólo que después resulta que cuando se está preparado y con suficientes recursos, igualmente hiere, traumatiza. Pero es también un enfoque típico y muy común, siempre presente: “no le digas eso todavía, guarda el secreto, que se prepare un poco, que no haya sorpresa”. Hay también la posibilidad de pensar que todo eso está mal, la sexualidad no es en sí algo traumático, y lo que pasa es que está el Otro de la ley y la censura, y la cultura que sofoca mucho, y eso hace que cuando se presenta la excitación, frente a ese universo moral, uno se llena de culpa y queda traumatizado. Esto se usó mucho también, porque daba la esperanza de que si se pasaba de la época victoriana a una sumamente libre, el trauma iba a desaparecer. Pronto se empezó a evidenciar que se hacía peor todavía en sus efectos.
Hay que después ir del término tan general de sexualidad, que es completamente equívoco, a elaborar el modo en que Freud elaboró esa excitación, “sexual”, con la noción de pulsión. Es en esa noción donde Freud trataba de juntar algo somático, opaco, con un representante psíquico, y así algo de lo opaco puede sentirse, participar de un psiquismo. En Lacan fundamentar esa conjetura lo llevó al extremo de su doctrina del significante, porque ese punto de participación del significante en la pulsión, constituyéndola, no está en el plano del lenguaje, está en un plano de fonaciones agramaticales. Así, tardíamente, siguiendo siempre el mismo tema, por qué hay trauma sexual, forjó la noción de lalangue para referirse a esa zona de eficacia del significante por su fonación, a esa zona en que se evidencian sus efectos de resonancia (a considerar) en un cuerpo (a considerar). Así que es necesario llegar a ese nivel de lalangue. Todo esto lo podemos hacer, y con una doctrina de la pulsión cada vez más refinada, pero la pregunta sigue igual, ¿por qué tiene que ser traumático? Una “sexualidad” pulsional, inducida por efectos de lalangue ¿por qué tendría que ser traumática?
Hay algunos recorridos en Lacan, al menos yo anduve por ahí más o menos perdido, como siempre, que darían para otro nivel de explicación posible. Ocurre que esta sexualidad freudiana no funda de ningún modo la relación sexual. Por este defecto, como si el ser parlante intuyera que su sexualidad pulsional no puede sino fallar cualquier articulación de una escritura de la relación sexual, resultaría traumática. No es tampoco del todo convincente, porque por qué el ser parlante tendría que tener como objetivo no sé qué relación sexual escrita, o por qué le va a quedar una marca de eso, como si recordara su pasado de mono donde había relación sexual, y de golpe se humanizó, y le queda como ese recuerdo frente al cual sus excitaciones lo traumatizan, porque le hacen recordar que ya no es un mono.
He hecho esta recorrida excesivamente rápida, tiene además muchas bifurcaciones, para decirles que la pregunta sobre el por qué del trauma merece sostenerse. Pero es un hecho que Lacan recién –esto es importante– recién cuando se apoya para pensar en el nudo borromeo, y no antes, en La tercera, citada por Luis en su exposición, con una frase simplísima nos dice por qué esas excitaciones son traumáticas: porque son fuera-de-cuerpo. Eso nunca había sido dicho antes con esa precisión. Es una condensación de tantos problemas que traté de mencionar antes, y hace ver que el efecto de lalangue en la constitución de la pulsión, por estar fuera del imaginario corporal, no puede ser sino como Freud lo intuyó, un efecto mortífero, un efecto de muerte. El niño con autismo lo ha experimentado, sin otra solución que el síntoma en que se sostiene.
Es verdad, por supuesto, que Lacan puede decir que es del efecto traumático de lalangue que irá saliendo la civilización entera, hecha con el objeto plus de gozar, y basada en las pulsiones y sus cuatro zonas erógenas. Pero eso ocurre si hay algo más, porque si hay solo la pulsión, solo el efecto de lalangue, no hay ese efecto, hay esa muerte que no es la natural, sino la inducida por el significante. Para señalar lo “bien hechos” que venimos los seres parlantes a este mundo, hay que decir que, por otro lado, lo imaginario, es decir, todo lo que nos dan los cinco sentidos, nuestro imaginario, no constituye objetos. Sólo constituye una consistencia como imagen corporal, genialmente captada por Freud como ‘narcisismo. Así, con ese único cuerpo que se tiene y que se adora, no hay modo de resolver ninguna necesidad orgánica. Los niños con autismo van tirando porque hay adultos que les suministran como pueden un modo de sobrevida, porque en un síntoma que ante el primer efecto mortificante de lalangue, la defensa es cerrar los ojos, y como no podemos cerrar las orejas, tapárselas con los dedos, por decir así, o dicho de otra manera, que se ve y se oye, pero ni se mira ni se escucha, las cosas son difíciles. Hay que bloquear todo sonido que pudiese tener un efecto invocante para uno, tocando el cuerpo, porque es fuera-de-cuerpo, y no se soluciones reales puede hacer otra cosa porque no se tiene otro recurso. Lo mismo con la mirada, para señalar dos pulsiones fundamentales.
Lacan, en el Seminario 23, reconoció que todo su tema, todo su síntoma y su indagación interminable de la cuestión de lo real, se debe a este problema que él tomó de Freud. Se traumatizó leyendo a Freud cuando le fue evidente que somos unos animales con un imaginario inservible que solo da una consistencia corporal, y un efecto simbólico a través de
lalangue que es, siendo fuera de cuerpo, no juntándose a lo imaginario, de muerte. Pero como también venimos tirando, desde hace muchos milenios, quiere decir que algo se ha armado según soluciones seguramente diversas, mejores o peores. Lo importante es que lo real que nos corresponde está ahí, en esas soluciones. La participación de lo imaginario en esas soluciones reales debe ser –creo yo– cada vez más puntuado y trabajado por nosotros en la clínica, y muy especialmente en una clínica como la del autismo. Es un hecho, según testimonios de los que practican con estos niños, y con casos de notables consecuencias, que de ninguna manera estos colegas hacen lo que primero a uno se le ocurriría, que es tratar de traumatizar y traumatizar al niño con efectos de lalangue, buscando obtener así la extracción del objeto. No, no hacen eso. Incluyen primero al niño en un teatro del no-todo extraordinario. Para colmo, no hay un solo analista, sino que son varios, y los une no tener la más remota idea de qué hacer con el caso. Eso es formidable, ningún tapón a ese efecto de castración del Otro del Otro, fuese como ley, fuese como saber. Ese es el soporte, el dispositivo soporte fundamental de estos niños.
En cuanto a la interpretación, creo que se verá de a poco, son ideas de la última enseñanza de Lacan que no estamos muy acostumbrados todavía a pensar, cómo hay toda una escritura en lo imaginario que no es la letra, ni el confín del significante letrificado estudiado en la pulsión. Hay una escritura que es la consistencia misma imaginaria, y que da la base, entre otras cosas, a la escritura lógica del conjunto vacío, ni más ni menos. Y eso es un recurso fundamental para tratar de que la pulsión no sea inmediatamente de muerte, para hacer de lalangue un lenguaje. Para eso hay que hacerle puntuaciones, pero ¿de dónde vienen las puntuaciones? ¿De dónde viene la posibilidad de separar fonaciones, con paréntesis invisibles, y guiones y comas, para tener léxico y gramática y sentido? Viene de la consistencia imaginaria, presente después en la escritura gráfica como espacio vacío, coma, punto, y etc., los lugares donde se anuda lo imaginario corporal a lalangue, como sentido. Cuando esa conexión se puede hacer, la de un empleo de esa consistencia imaginaria para resolver los efectos de lalangue, hay la solución del sentido, fundamental, pero precaria porque es trabajo interminable, y gana siempre lalangue. Pero hay Otra cosa atrás del trabajo del conjunto vacío frente a lalangue, y es que así se sostiene lo real de un goce en-el-cuerpo, Goce tan real que está fuera de sentido porque está fuera de lalangue. Tal vez se sorprendan, pero Lacan en el Seminario 23, empieza a situar como lo más real que él ha conseguido elucubrar como lo real, no lo real al que se llega vía ciencia o vía los esfuerzos en esa dirección del psicoanálisis, no lo real atrás de la pulsión y del Uno, no lo real buscado con el Uno. Esa es la mala manera de introducir lo real, siempre mortífera, y mortífera por su efecto de sentido.
Hay, como diría Eric Laurent, la buena manera de introducir lo real. Pero