El Vel. Ernesto Derezensky
alcanzado en el mismo movimiento circular de la pulsión y en el sentido inverso el Otro puede afectar la forma de la satisfacción pulsional. Por ejemplo, la publicidad influye en la forma que adopta el consumo mismo, entendiendo al consumo, en sus diversas expresiones, como una forma de satisfacción pulsional.
En el texto freudiano Las pulsiones y sus destinos, se encuentran descriptas las torsiones de la pulsión. Se trata de la transformación en lo contrario, o sea la transformación de la actividad a la pasividad y esto implica la vuelta hacia la propia persona. Para que estas torsiones se realicen es necesario incluir a un otro, quien mira o pega al sujeto. Se transforma así el sadismo en masoquismo y el voyerismo en exhibicionismo: “Todo lo que Freud asienta sobre las pulsiones parciales corrobora el movimiento que les tracé, el movimiento circular del empuje que emana del borde erógeno para retornar a él como su blanco, después de haber girado en torno a algo que llamo el objeto “a”. Yo asevero que así es como el sujeto llega a alcanzar la dimensión propiamente dicha del Otro con mayúscula.”54
La cita nos recuerda que el objeto “a” está en el campo del Otro. Para Lacan la actividad de la pulsión se concentra en ese hacerse: hacerse ver, hacerse pegar. La diferencia que resalta Jacques-Alain Miller es que la inversión freudiana se produce en el nivel de la relación especular, con el otro semejante, en la simetría del espejo, mientras que el Otro que se alcanza, según Lacan, no es el doble del yo, sino el Otro con mayúscula. En este punto se funda el lazo, no a nivel del espejo sino a nivel de la pulsión. La pulsión empuja hacia el campo del Otro, donde no solo encuentra al objeto “a” sino también los semblantes necesarios para mantener su autoerotismo. En el campo de lo social, de lo cultural se ubican las variaciones que según las épocas envuelven de diferentes formas las manifestaciones sintomáticas.
Violencias salvajes y violencias modernas
En su libro La era del vacío, Gilles Lipovetsky establece las diferencias entre las violencias salvajes y las modernas. Las primeras se sustentan en el honor y la venganza, ambos aspectos regidos por códigos de sangre: “Lejos de manifestar una impulsividad descontrolada, la belicosidad primitiva es una lógica social, un modo de socialización consustancial al código de honor” ¿Qué moviliza esa violencia? “el contrapeso de las cosas, el restablecimiento de un equilibrio provisionalmente roto, la garantía de que el orden del mundo no va a sufrir cambios”55. La venganza entonces es un valor indiscutible. Es una institución social que pretende equilibrar el mundo.
Cuando el Estado se apropia de la violencia, limita la práctica de la venganza privada e instala la justicia pública. En el seno de la población sobreviven los hechos de violencia originados por el honor y la venganza. El proceso de civilización, desde el siglo XVIII, hace que los actos de violencia entre individuos desaparezcan progresivamente:“usar la fuerza y la violencia es un acto de desprestigio y suscita indignación.”56
En el devenir de las violencias modernas se produce un cambio: el desprendimiento del individuo del sentimiento de ser parte de un orden que lo trasciende, llámese naturaleza, tradición o linaje. Por el contrario, el hombre se toma por fin último y solo existe para sí mismo, va incrementándose el individualismo y el neonarcisimo. Este es el marco de la violencia moderna según Lipovetsky. Hay dos efectos paradójicos y complementarios para el individuo autónomo liberado progresivamente de las cargas tradicionales: la indiferencia al otro y la sensibilidad al dolor como consecuencia de una identificación a todo ser vivo. El individuo se abre a las desgracias del otro en general. Un estilo de aburguesamiento que también llega a las clases bajas, el estilo cool. Estilo conformado por los nuevos valores de la vida: el consumo, la sacralización del cuerpo, la salud, la retracción de la vida pública, el privilegio de la vida privada, el desinterés por el otro. Es un estilo que aparta al sujeto de las conductas violentas, a causa de la insubstancialidad que va ganando el otro, es un extra sin papel. La indiferencia es uno de los efectos más importantes aunque, como señalábamos, acompañado de una sensibilidad generalizada producida por la identificación con “todos” los seres vivos. Precisamente, donde el otro no está afectado por esta indiferencia, por ejemplo, en el seno familiar es donde se produce un porcentaje mayor de hechos de violencia.
El temor a la violencia actual, la sensación del recrudecimiento de la violencia y la inseguridad no es exactamente un dato objetivo. El sentimiento de inseguridad que va en aumento se genera según Lipovestsky por el hiper-investimiento narcisista que produce una desubstancialización no solo del otro sino también de la misma persona. Se producen individuos desestabilizados, desarmados, angustiados que amplifican todos los riesgos, acostumbrados a la protección. En forma paralela al estilo cool y a la condena generalizada de la violencia, se desarrolla una violencia hard, tanto en actos de violencia como en la ficción “ese espectáculo ficticio de una violencia hiperrealista, la pornografía de lo atroz” (...) “la radicalidad de las representaciones convertidas en autómatas y en consecuencia destinadas a un proceso maximalista” (...) “La forma hard … va más allá de la transgresión de un código moral, se trata de una huida hacia delante, un espiral extremista … sin otro objetivo que la estupefacción y las sensaciones instantáneas”57 ¿Será la violencia hard la expresión de lo pulsional rechazado por esta sociedad tamizada?
En la novela Noches de cocaína escrita por James Ballard encontramos el desarrollo de este planteo. Se nos presenta un ámbito con el estilo más cool posible. Se trata de los condominios lujosos del ocio obligado, donde irrumpen fuera de toda necesidad, de todo objetivo aparente hechos de violencia, incendios, asesinatos, prostitución, accidentes provocados. Estos hechos delictivos son realizados por una persona consciente del efecto que producen: “despertar” a un sentimiento de comunidad, de interés colectivo, de movilización que activa y desplaza la indiferencia generalizada. “El crimen es una calculada solución al letargo emotivo”58 En la casuística que se puede tener de los “pibes chorros” alojados en los institutos de menores se encontraron estos casos. Sujetos que delinquían no por una causa económica, sino para salir de un sopor existencial insoportable. Se comprueba este efecto de la violencia como despertar.
Violencias siglo XXI
Un grito escuchado en el siglo XXI cuestiona las clasificaciones: “Hemos vengado al profeta Mahoma”59. Como nunca en otro momento, coexisten, por un lado, la cultura del humor60 que rebaja las distancias (ya nada exige veneración) y por el otro, la elección extrema de adherir a lo sagrado y al sacrificio que este exige. Por efecto de la “globalización negativa”61 el terrorismo no respeta soberanía territorial y avanza de la mano, junto a otros grandes males, con el progreso de la globalización liberal.
El reclutamiento de ciudadanos europeos y estadounidenses para formar parte de las organizaciones terroristas pone de manifiesto como en el momento de una máxima libertad individual, hay individuos que niegan el valor de esta libertad para ellos mismos y para los demás. “Este neo fundamentalismo no reconstituye en absoluto el universo antiguo de la tradición, es una figura de la libertad individualista, una búsqueda de identidad, una opción, cuya característica es unir la autoridad de los dogmas y la sumisión de la comunidad"62. En las góndolas del hipermercado postmoderno también existe la opción de la “servidumbre voluntaria”.
Cuando se reflexiona desde la orientación lacaniana sobre la dirección de la subjetividad moderna, se señala el debilitamiento o la desaparición de ese lugar simbólico desde donde se generan sentidos fijos que orientan la existencia del sujeto.63 La pérdida de la credibilidad y de la confianza en el Otro como autoridad desorienta al sujeto contemporáneo que ya no se encuentra en los valores tradicionales, ni en el camino moral o religioso. Esta declinación del Otro en su función va acompañada de formas inéditas de hacer existir al Otro. Por ejemplo, si el Otro no existe, “Yo” existo. Se llama neonarcisismo. Toda la promoción desde el psicoanálisis de las personalidades narcisistas debe ubicarse con relación a este estatuto contemporáneo del Otro.
Entre las formas inéditas de hacer existir al Otro, está la que retorna en los actos terroristas en manos de “los soldados