El Vel. Ernesto Derezensky

El Vel - Ernesto Derezensky


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la angustia. Esa es la respuesta a lo que él mismo desarrolla “sobre Hegel y el deseo del Otro, y respecto de lo cual toma distancia”24.

      Distancia que parece acentuarse de aquí en adelante, mientras que las referencias directas a la violencia son más escasas.

      Así en el Seminario 11, cuando trata el tema de la alienación, vuelve a señalar ese alejamiento, e incluso lo explicita cuando Green le adjudica ser “hijo de Hegel” respondiendo que más bien habría que pensar un “Lacan contra Hegel”25.

      Promediando la década del ´60, entonces, comienzan a aparecer nociones que, como dijimos, podemos identificar como “variaciones de la violencia”.

      Variaciones y último tramo

      En el Seminario 11 Lacan propone las operaciones de alienación y separación para articular la relación del sujeto con el Otro.

      En primer lugar plantea que allí se produce una “elección forzada”26 entre el ser o el sentido. Esta elección responde a la estructura lógica del vel. En el primer tiempo de la alienación o del “vel alienante” el sujeto sucumbe ante un significante y se confunde con él. Se trata aquí del factor letal del significante que produce la afanisis, desaparición o fading del sujeto en el mismo movimiento en el cual lo reduce a no ser más que un significante. El sujeto coagulado en este S1, maniobra con él y desde allí llama al S2 en tanto sentido.

      Luego en el segundo tiempo sobreviene la respuesta como separación, donde el sujeto ataca la cadena en su intervalo, maniobrando con su vacío va en busca de la falta del Otro, constituyendo a este movimiento como una respuesta de goce, respuesta pulsional que conduce a una recuperación de la libido como objeto perdido.

      Los términos que participan en las dos operaciones y nos sugieren que pueden ser consideradas como variaciones de la violencia son: elección forzada, sucumbir, coagular, factor letal, fading, desaparecer, anular, borrar, ataque a la cadena y, por supuesto, pulsión de muerte.

      Las variaciones que podemos situar en el último tramo de la enseñanza subrayan el aspecto real de esas expresiones de la violencia: En la “Proposición del 9 de octubre de 1967…”, cuando Lacan plantea que en el horizonte del psicoanálisis en extensión se anuda el psicoanálisis en intensión, centra allí tres puntos de fuga perspectivos, perteneciendo cada uno de ellos a uno de los registros: simbólico, imaginario y real. Con respecto al primero aborda el mito edípico, para el segundo la facticidad de la sociedad de psicoanálisis y para “la tercera facticidad, real, demasiado real, suficientemente real como para que lo real sea más mojigato en promoverlo que la lengua, es lo que hace hablable el término de campo de concentración…”27

      Se trata entonces del nazismo como precursor de los procesos de segregación cada vez mayores en la medida que van surgiendo los reordenamientos sociales y la universalización del sujeto que la ciencia produce. En ese contexto Lacan llega a una conclusión que se constituye en todo un antecedente respecto de lo que vivimos en la actualidad: “Nuestro porvenir de mercados comunes encontrará su contrapeso en la expansión cada vez más dura de los procesos de segregación”28.

      Estas “facticidades” reales seguirán siendo abordadas por Lacan en los años ´70. En el Seminario 17 se encarga de la segregación como el fundamento de la sociedad y el origen de la fraternidad, considerada por “estar separados juntos, separados del resto…”29. En “El atolondradicho” retoma el tema del racismo y en “Televisión” luego de profetizar su ascenso lo aborda como un rechazo al modo de goce del Otro.

      Lacan también vincula a la violencia con lo que puede producirse en la relación entre los sexos, lo que podemos llamar su discordia. En el Seminario 18 diferencia los semblantes puestos en juego en el comportamiento sexual animal y el humano, ya que en este último se vehicula en un discurso. Sin embargo este comportamiento puede ser llevado a algún efecto por fuera del semblante. Aquí afirma que “en los límites del discurso (…) hay de tiempo en tiempo real”30, y a eso lo llama pasaje al acto, que puede dar lugar, por ejemplo, a fenómenos de violencia como son las violaciones.

      Finalmente, otra variación de la violencia que aparece como un fenómeno posible en la relación entre los sexos es el estrago. En el Seminario 23 Lacan plantea que así como una mujer es un sinthome para todo hombre, éste puede ser un estrago para una mujer, pues como partenaire-síntoma de ella se constituye por lo infinito de su demanda de amor, acorde a su estructura de No-todo. De este modo ante la posibilidad de una demanda sin límites por parte de ella, puede suceder que, correlativamente, él responda de modo estragante, es decir deslumbrarla en el mejor de los casos o devastarla en el peor.

      Si bien las variaciones de la violencia aparecen sobretodo en esta última etapa, podemos encontrar otras que son anteriores como “la tendencia nativa del hombre a la maldad, a la agresión, a la destrucción y también, por ende a la crueldad”31, tal como figura en el Seminario 7. Otras variaciones son las que se manifiestan en relación con las diferentes estructuras clínicas, mencionadas en escritos y seminarios cuyos contenidos responden a distintas épocas.

      Resulta entonces evidente la importancia del tratamiento de la violencia a todo lo largo de la enseñanza de Lacan.

      Violencia ¿síntoma social de la época?

       Marcelo Marotta

      La paz, esperanza utópica

      “Muchos escritores e historiadores han llamado al siglo veinte un siglo bestial. Creo que ha sido un siglo humano, como lo es este siglo veintiuno. Humano por la simple razón de que somos nosotros los responsables de esta imposibilidad de convivir, de la necesidad de destruirnos los unos a los otros…”32 Estas palabras de Jack Fuchs no pueden dejar indiferente al psicoanalista, menos aún cuando Freud se ocupó de abordar los rasgos violentos que se manifiestan en todo fenómeno humano.

      De la correspondencia que Freud mantuvo con Einstein surge su artículo de 1932 “¿Por qué la guerra?” donde expresa que las tendencias destructivas no pueden ser eliminadas del “alma humana” ya que forman parte de su constitución y son tan indispensables para los fenómenos de la vida como las pulsiones eróticas.

      A partir de los desarrollos freudianos resulta difícil asociar el psicoanálisis con cualquier posición pacifista. Creer que la comunidad pueda someter “la vida pulsional a la dictadura de la razón” resulta para Freud “una esperanza utópica”. Si la cultura lograra terminar con las guerras sólo sería al precio de una “interiorización de la inclinación de agredir”33, es decir que la agresión en lugar de descargarse hacia el exterior se orientaría contra la propia comunidad o contra la propia persona, según sea el caso.

      Lacan no es menos contundente, treinta y dos años después de aquellas afirmaciones freudianas, refiriéndose al nazismo dirá que: “… ningún sentido de la historia…es capaz de dar cuenta de este resurgimiento mediante el cual se evidencia que son muy pocos los sujetos que puedan no sucumbir, en una captura monstruosa, ante la ofrenda de un objeto de sacrificio a los dioses oscuros”34.

      Quizás esta idea de “objeto de sacrificio” pueda entreverse en la serie de justificaciones y adjudicaciones de culpas con las que Fuchs considera que se busca soportar los crímenes perpetrados. Recortamos algunos párrafos: “Las justificaciones nunca faltan, forman parte del mecanismo que parece tranquilizarnos (…) En algunas oportunidades se culpa de los males al dinero y por lo tanto se debe eliminar el dinero. Se culpa a una raza, es necesario entonces eliminarla. Se culpa a las religiones, éstas deben ser perseguidas (…) Lo que en general no se ve, quizá porque es mucho más escandaloso admitirlo, es que en el fondo no se trata ni del petróleo ni del dominio político militar, sino de la necesidad humana de matar”35.

      Muchos sujetos, entonces, quedan capturados por


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