El Vel. Ernesto Derezensky

El Vel - Ernesto Derezensky


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prohibiendo el contacto físico, el intercambio social y la convivencia. En la actualidad, las variantes extremas que adopta esa estrategia émica son el encarcelamiento, la deportación y el asesinato, las formas superiores y modernizadas de la estrategia émica son la separación espacial, los guetos urbanos, el acceso selectivo a espacios y la prohibición selectiva de ocuparlos.

      La segunda de las estrategias descriptas por Lévi-Strauss consiste en la “desalienación” de sustancias extrañas: ingerir, devorar cuerpos y espíritus extraños para convertirlos –por medio del metabolismo– en cuerpos y espíritus idénticos, ya no diferenciables al cuerpo que los ingirió. Esta estrategia apunta a la asimilación forzosa: cruzadas culturales, combate contra los dialectos, prejuicios y supersticiones locales. La primera estrategia tendía al exilio o la aniquilación de los otros, la segunda a la supresión o la aniquilación de su otredad.

      Zygmunt Bauman, en su libro Modernidad líquida nos describe otras respuestas como modo de tratamiento de aquello que se nos presenta en una dimensión de otredad. Bauman toma como punto de partida la noción de “no-lugar” forjada por Marc Augé . Los no lugares aceptan la inevitabilidad de una permanencia prolongada de extraños, de modo que esos lugares permiten la presencia meramente física de sus pasajeros, ya que anulan, nivelan o vacían su subjetividad. Citaré el texto de Bauman:

      Los residentes temporarios de los no lugares varían, y cada variedad tiene sus propios hábitos y expectativas: el truco consiste en volverlos irrelevantes durante su tiempo de estadía. Sean cuales fueren sus diferencias, deben seguir los mismos patrones de conducta. Las claves de uniformidad de los patrones de conducta deben ser legibles para todos, independientemente de los lenguajes que prefieran o los que usen cotidianamente. Sea lo que fuere lo que haya para hacer en los no lugares, y lo que se haga, todo el mundo debe sentirse como en su casa, aunque nadie debe comportarse como si estuviese en su casa. Un no lugar es un espacio despojado de las expresiones simbólicas de la identidad, las relaciones y la historia, los ejemplos incluyen los aeropuertos, autopistas, anónimos cuartos de hotel, el transporte público. En la historia del mundo nunca antes los no lugares han ocupado tanto espacio.52

      Como vemos, son estrategias que tratan de resolver lo que se presenta como conflicto, lo que molesta de la cercanía del semejante. En las estrategias antropoémicas y antropofágicas relevadas por Lévi-Strauss, que consisten en vomitar, ingerir, devorar al extraño, a todo aquello que evoca lo diferente, lo extranjero, apenas se disimula el carácter de la pulsión oral.

      Podemos reconocer aquí diferentes episodios de violencia contra grupos de inmigrantes que encarnan lo peligroso, lo extranjero. Lacan nos anunciaba que nuestro porvenir de mercados comunes sería acompañado por el ascenso de las más crudas formas de segregación social; desgraciadamente, hoy podemos verificar que su diagnóstico fue certero. Sin duda, Lacan se orientó por una lectura de lo que llamamos “estructura”, entendiendo que ella no es una descripción ordenada de la realidad, ni tampoco un modelo teórico elaborado a distancia de la experiencia. La estructura se produce en la realidad misma y determina allí efectos. Efectos de verdad, de goce y de sujeto.

      La Comunidad no existe

      Es discutible la utilización del término “comunidad”; hoy, esta ya no existe. Cuando se dice “la comunidad”, se la entiende como metáfora para hablar de la política, pero en la realidad efectiva, la política no se desarrolla más bajo la forma de comunidad. Por lo tanto, cuando se la evoca se intenta recrear un lugar imaginario del orden político como homogeneidad social. La comunidad es imaginaria. En verdad, asistimos al cuestionamiento del Estado-Nación que se presenta quebrado, debilitado, poroso.

      En el momento actual de la civilización encontramos que no es el deseo del Otro lo que está tan presente, sino la insistencia de su demanda, de su demanda política, bajo los aspectos de la democracia y del mercado. Son estos los valores a los cuales el bien está ligado y que pueden ser utilizados para justificar lo injustificable. Podemos tomar como ejemplo de esta situación la invasión a Irak por parte de los EE.UU. ¿No se realiza esta inmensa operación político militar en nombre de la democracia y del mercado?

      Nos parece necesario interrogarnos por esta época denominada “del capitalismo globalizado”. Los sociólogos señalan que la globalización se acompaña de una búsqueda de individuación. Tomemos por ejemplo el libro de Gilles Lipovetzky: El crepúsculo del deber. Allí se destaca que lo dañado es la modalidad de vida para el conjunto, el lazo social que existe bajo la forma de sujetos dispersos, desarrimados, y que induce a la vez, para cada uno, la exigencia subjetiva de invención. Vivir mi propia vida, resaltando la diferencia respecto de los demás, en una época en que se manifiesta la crisis de los ideales y la decadencia de la organización colectiva de los modelos.

      ¿Cuál es nuestra caracterización de la época actual? Entendemos que se le demanda al sujeto de la civilización no tener más vergüenza de su goce, sino de su deseo y de los significantes amos con los que se anudó. Esta es la demanda del superyó contemporáneo. Sabemos ya con Freud, en su elaboración de El Malestar en la cultura, que el superyó se alimenta de la satisfacción pulsional. No se puede olvidar el lugar del goce, aun cuando no se tenga más vergüenza en cuanto le concierne. Así nos lo indica el psicoanálisis: en política el goce es molesto, ya que si se constata en nuestras sociedades la dominancia de las políticas que apuntan a obtener una relación óptima entre costo y beneficio, ¿cuál es el lugar del goce, al que definimos por no servir para nada? El goce cuestiona la óptica utilitarista, por eso cuando Lacan nos dice que el sujeto es siempre feliz, lo que se destaca en esa felicidad es la satisfacción de la pulsión, sean cuales fueren los medios para alcanzar dicha satisfacción.

      No hables con extraños

      Si no es posible evitar toparse con extraños, al menos podemos evitar tratar con ellos. El peligro representado por los extraños se mezcla con los difusos miedos de la inseguridad. Los esfuerzos por mantener a distancia al otro, al diferente, aparecen como la respuesta esperable a la precarización y la fragilidad de los lazos sociales. Por otro lado, nos encontramos con la obsesiva preocupación contemporánea por la polución y la purificación, tendemos a identificar el peligro con la invasión de cuerpos extraños y a identificar la seguridad con la pureza. “No hables con extraños”, que era antes una advertencia de los padres a sus hijos pequeños, se ha convertido ahora en una forma de la prudencia, una forma de habitar el espacio público, en la que los extraños son personas con las que nos rehusamos a hablar. Podemos entonces concluir que el ascenso de las formas más crudas de segregación social, los fenómenos de la violencia urbana, son manifestaciones sintomáticas del malestar actual de nuestra civilización.

      Ficciones que alojan la violencia

       Graciela Ruiz

      Los hechos de violencia se inscriben según las épocas de diferentes maneras en el Otro social. Aquellos hechos violentos que en una época pueden considerarse condenables socialmente en otra pueden no serlo. Estas variaciones se expresan por ejemplo, en las categorías con las cuales Lipovetsky distingue la violencia salvaje y la violencia moderna.

      Del campo pulsional al lazo con el Otro

      Pensamos al fenómeno de violencia como un síntoma. Recordemos que el síntoma tiene dos caras una de ellas es la pulsión, la otra cara es la del Otro. El síntoma es la pulsión que recibe del Otro su envoltura.53 El núcleo del goce pulsional es autoerótico, inmutable y siempre lo mismo. Sostiene una disyunción con el Otro y más allá de los recorridos que el Otro le puede imponer siempre encuentra su satisfacción.

      Al mismo tiempo se hace necesario articular una cierta influencia entre estas dos caras, entre ese goce pulsional y el Otro. La pulsión es alcanzada por el “envoltorio formal” que procede del campo del Otro. Y a su vez el Otro se ve afectado por lo pulsional. Esto último se hace evidente en lo que se articula como el “partenaire síntoma”, situación


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