Venus mujer: viaje a los orígenes. Marcelo Mario Miguel
a vivir cerca de Caracas. Sentí que se cerraba una vieja etapa, algo nuevo se abría hacia adelante, presentí que una nueva conexión con otro universo de vivencias nos involucraría a todos.
Mis sueños y mis sombras, rumores desvanecidos en el tiempo, ya no serían mi única compañía, ahora compartiría mis días con mis padres y con un futuro que poco a poco levantaría una nueva etapa de existencia en mi vida.
23 Venus: diosa romana de la belleza y el amor, madre de Cupido. Procede de la raíz wen que significa “amor, belleza, deseo”.
24 Poliosis: es cuando una parte pilosa del cuerpo carece de melanina, es común que ocurra en un mechón de cabello por encima de la frente, la falta de pigmentación puede continuar en las cejas y en las pestañas del mismo lado.
25 Atabey significa “nombre de la madre”, principio femenino en la cosmovisión taína (grupo desprendidos de la antigua lengua arawak originaria del centro y norte de Sudamérica). La gran madre, representada en el cielo azul y en la línea del horizonte, donde se unen el cielo y el mar, dadora de la lluvia. Dio origen a la deidad Yucahú Bagua Maorocoti, inmortal, invisible y celeste.
26 Los arawak o arahuacos son un grupo indígena de Sudamérica que históricamente habitó el territorio cercano al mar Caribe, lo que hoy es Venezuela, norte de Brasil y países localizados en Centroamérica. Su lengua, el arawak, es una de las más diversas y extendidas de América, incluye una gran variedad de lenguas menores y alcanza una gran dispersión territorial.
27 Lobizón o Luisón: estos términos hacen referencia a un ser místico con forma de lobo y hombre. Se cree que el séptimo hijo varón de una pareja (en lugares como Brasil, Paraguay y el NE de la Argentina) se transforma en lobo los viernes de luna llena. Hay regiones donde la superstición está tan arraigada que los que nacen séptimo hijo varón son mal vistos y segregados hasta el punto de que a principios del siglo XX se los apedreaba y golpeaba, temiendo a la posibilidad de que hubiera nacido un lobizón. En la mitología guaraní la leyenda dice que Taú (un espíritu maléfico) y Keraná (la mujer más bella de la aldea) huyeron del pueblo, por tal razón fueron maldecidos. Esto motivó una maldición sobre su descendencia, tuvieron siete hijos monstruos donde todos desataban el terror y el miedo, y fue el séptimo hijo el que se convertiría en lobizón, emitiendo terroríficos y lastimeros aullidos en las noches de luna llena y ultrajando cementerios alimentándose de cadáveres frescos.
28 Salta es una provincia ubicada al norte de la República Argentina. Su nombre deriva de la palabra en lengua aymara “Sagta”, que significa “la muy hermosa”.
29 Kati: significa “luna” en lengua arawak.
30 Allqu, Alqu o Alcu, significa en lengua quechua: perro o perra.
31 Milico: término despectivo para denominar a una persona que forma parte de alguna de las fuerzas de seguridad del Estado en la Argentina, especialmente militares y policías.
32 Buenos Aires debe su nombre a una Virgen sarda llamada Bonaira, Virgen del Buen Aire, originaria de la ciudad de Cagliari, Italia. Don Pedro de Mendoza, influenciado por dos sacerdotes devotos de la virgen, decidió honrarla otorgándole su nombre a la ciudad por él fundada. Por ese motivo Buenos Aires fue llamada “Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire”.
ii
Un atardecer frío de verano hace 11.000 años AP cerca de las cuevas de Tsodilo en el desierto de Kalahari –hoy Botsuana– a 10 años del deshielo total.33
LA MARCA EN LA FRENTE
Miré cómo el kau!34 caía en la trampa de palos, atraído por el penetrante olor, su sentido del olfato lo había traicionado.
—¡Kóro,35 no te olvides del lagarto que va a ser parte de la cena! –le gritó su tío U’we36 riendo mientras volvía con paso firme al poblado.
Esta vez no se lo entregaría a U’we, para que lo matase y le comiera la cola. Yo lo quería para jugar. A mi tío le precedía la fama de buen cazador, de su astucia y respeto ante la presa, pero este lagarto no sumaba nada importante en su largo historial.
Él, como nadie, conocía las diferentes huellas de los animales, además identificaba qué animal la había hecho, la edad, el peso y hasta el sexo. También por ciertos detalles, como, por ejemplo, una telaraña rasgada, la inclinación que había tomado una hoja de pasto luego de ser pisoteada y el tiempo que tardaba en volver a su posición natural, o si todavía la huella conservaba el polvo de la pisada original, parecían datos suficientes para que él los procesara e indicara si era un animal u otro, sus características y cuándo había pasado por ese lugar.
Se había transformado en una leyenda para muchos, desde aquella vez que estuvo inmóvil durante tres días y tres noches esperando que un Poho37 que había sido derrotado y apartado por la manada, se acercase a él. Era tal el grado de adaptación con el entorno que tenía la habilidad de confundirse con el paisaje. Aquella vez, a pesar del refinado olfato del animal, logró que se aproximase a comer de un verde arbusto húmedo que había dejado junto a él, ni el destello delator de sus ojos, ni la tensión muscular del cazador ante la presa, habían espantado al animal. Él contaba con orgullo, pero también con un dejo de tristeza, que al sentir la respiración del Poho en su rostro pidió, en silencio, permiso a los espíritus primero para su protección y segundo para matar al animal. Quizás fue el brillo especial de los ojos globosos del animal que lo autorizaron, y sin más que pensar, con un movimiento rápido lo hirió con un poderoso golpe de lanza en el cuello. La bestia, como siguiendo el ritual, apenas forcejeó. Fue tan certero el golpe que se desplomó con todo su peso levantando el polvo del suelo que le daría el reposo final. U’we miró sus profundos ojos negros y vio pasar paisajes y danzas que el animal había vivido en otras vidas antes de ser ese infausto Poho. De cuclillas, con respeto y compasión acompañó la agonía y el último resuello del imponente animal, ayudándolo en el pasaje a otro universo natural.
Esa quizás fue una de esas historias que me mostró la profundidad del espíritu de un cazador. De alguna manera, yo buscaba imitarlo.
Ese día, el calor no me molestaba, a pesar del tiempo que llevaba quieto y escondido junto a una //hoba38 mascando lentamente un trocito de su tallo. Armé nuevamente la trampa, que tenía larga historia de caza. Despejé el agujero en su parte superior para permitir el paso limpio de la próxima víctima. El objetivo era atraer a otro lagarto a la trampilla de palos, este solía merodear la lomada, lo reconocía por cómo arrastraba una de sus patas. De alguna manera, admiraba en especial a este animal, sabía de su inteligencia para eludir trampas, había puesto mucho empeño para cazarlo. Era necesario que cayera dentro, a través del hueco atraído por el olor de un puñado de malolientes larvas de termitas. La espera fue en vano, el lagarto apenas percibió mi presencia ignoró la carnada y huyó con su tranco característico.
Mi vida, como la de todo niño de la aldea, transcurría alrededor de juegos, relatos y danzas. Pero la caza, en particular, era mi mayor pasión. Sabía que mi tío pronto me llevaría con él y los otros niños de la aldea a rastrear alguna manada importante. Ansiaba descubrir las sensaciones de un