Pequeñas máquinas de consciencia. Jennifer McColl Crozier

Pequeñas máquinas de consciencia - Jennifer McColl Crozier


Скачать книгу
p>

      Registro de la Propiedad Intelectual Nº 2020-A-4427

      ISBN edición impresa: 978-956-6048-31-2

      ISBN edición digital: 978-956-6048-32-9

      Imagen de portada: Babette Mangolte. Fotografía de la pieza Green Hands, del concierto Passing Through. Sonnabend Gallery, Nueva York, 1977.

      Diseño: Paula Lobiano Barría

      Corrección: Edison Pérez

      © ediciones / metales pesados

      © Jennifer McColl Crozier

       [email protected]

       www.metalespesados.cl

      Madrid 1998 - Santiago Centro

      Teléfono: (56-2) 26328926

      Santiago de Chile, 2020

      Diagramación digital: ebooks Patagonia

       www.ebookspatagonia.com [email protected]

      Proyecto financiado por FONDART,

      convocatoria 2018

      Índice

       Prólogo Carla Stellweg

       Presentación

       Contexto: “por puro error”

       SoHo

       Danza & Performance

       Pequeñas máquinas de consciencia

       Operaciones escénicas

       Lo visual: aparatos, objetos y proporciones

       Lo performático: tiempo, pausa y acción

       Imágenes

       Conciertos

       Bibliografía

      Prólogo

      Es un honor poder presentar a la extraordinaria y multifacética artista, Sylvia Palacios Whitman a quien he venido admirando desde los años setenta, cuando por primera vez conocí su trabajo. Su versatilidad, así como su único sentido de humor nunca me dejan de asombrar y, en un sentido amplio, el total de su obra pertenece al género de lo performático, sean obras realizadas en un escenario público o en la privacidad de sus cuadernos.

      Se antoja pensar sus distintos experimentos performáticos como un continuo ejercicio en las variadas maneras de aproximar, entender y recorrer un espacio dado, así como lograr romper con los condicionamientos de su uso en la vida diaria. La pregunta clave para muchas obras performáticas es cómo el espacio informa la producción artística tanto en las disciplinas de la danza, la instalación, la coreografía, el performance, el teatro, así como, en el caso de Sylvia en particular, sus accesorios escultóricos.

      A través de las décadas de nuestra amistad, Sylvia ha mantenido su idiosincrática manera de trabajar, resultando en una panoplia de obras e ideas que resisten y eluden la categorización o clasificación dentro de la historia de arte contemporáneo. Esa necesidad de clasificar el arte se supone es para proporcionarle al público o lector conexiones entre ideas o conceptos similares, disímiles y hasta contradictorios para permitirnos agrupar y ordenar nuestros pensamientos. Sin embargo, son las condiciones históricas, políticas, geográficas, sociales y culturales las que circunscriben nuestra experiencia y perspectiva y forman parte de nuestra existencia así como el aire que respiramos. Son los filtros a través de los cuales clasificamos el conjunto de estímulos que absorbemos, y descargamos, cada minuto de cada día.

      Este magnífico libro, que se esperaba desde hace tiempo, viene siendo un gran logro en el intento por, finalmente, recopilar la obra de Sylvia durante los últimos 50+ años. Se siente el esfuerzo por organizar las diversas facetas de su obra, incluso cuando pareciera ser que todas las aventuras, sus búsquedas estéticas y narrativas son un ejemplo perfecto de que su arte corresponde y responde a esa necesidad de ejercer la total libertad, al fin y cabo el arte es la única área en que podemos poner esa libertad en práctica y sin ninguna justificación.

      Sylvia es una poeta que al dibujar y desdibujar va tejiendo aquellos posibles escenarios y probables situaciones, ya sean ejecutados por ella a solas o con un grupo de personas, actores/bailarines afines a la misma convicción vanguardista, partiendo de la necesidad de nombrar y hacer visible lo que ella imagina que pudiera ser su mundo y el nuestro.

      Mi primer encuentro con su obra fue en la galería de Ileana Sonnabend en SoHo. Ambas éramos lo que se llamaba “downtown loft dwellers” [expresión que refiere a los habitantes de los loft del sur de Nueva York], donde aquellos espacios enormes y abiertos resultaban ser el escenario perfecto para la experimentación performática1.

      Lo que primero me cautivó, aparte de su obra, era el hecho que la artista fuera de origen chilena. Me sorprendió porque ella operaba en un círculo y contexto alejado del mundo del arte latinoamericano que, en aquellos momentos, aún no tenía una presencia en Nueva York, y aunque yo también circulaba en el escenario de la vanguardia internacional, trabajaba desde la plataforma del Museo de Arte Moderno en la Ciudad de México.

      En 1977 publiqué algunas de las obras de Sylvia en la revista Artes Visuales, la cual fundé y dirigí entre 1972 y 19822. Posteriormente, en 1979, publiqué en el Journal de Los Angeles Institute of Contemporary Art3, imágenes del concierto Passing Through de Sylvia Palacios, junto a obras de otras vanguardistas radicales de América Latina como Marta Minujin, Beatriz González, Anna María Maiolino, Ana Mendieta, Lygia Pape, Liliana Porter, Magali Lara, además de Luis Camnitzer, Helio Oiticica y Leandro Katz.

      Estos datos bibliográficos nos llevan al año 2017, cuando volvimos a colaborar para la exposición y libro-catálogo de Radical Women: Latin American Art, 1960 –1985, una de las muestras pivotales de la Getty Foundation, Pacific Standard Time LA/LA que viajó al Brooklyn Museum de NYC y a la Pinacoteca de São Paulo, Brasil.

      Ambas compartíamos el deseo y la búsqueda de mantener nuestra libertad y curiosidad infantil, negándonos a entrar en esa supuesta edad adulta, aferrándonos a la idea de que nuestro mundo pudiera ser una fuente continua de sorpresa y encanto, una razón para regocijarnos en nuestras ideas y locuras, y jamás ceder ante una vida o existencia enajenante; Sylvia a partir de su danza, coreografía, escultura y performance —que emergen desde sus dibujos— mientras yo venía dibujando una nueva historia de arte latinoamericano a través de mi revista.­

      Citando al crítico y artista, John Berger: “Dibujar una línea es importante no porque


Скачать книгу