El siglo de los dictadores. Olivier Guez

El siglo de los dictadores - Olivier Guez


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Fiume, que los Aliados se negaban a entregarle a Italia, y creó allí un Estado independiente. La aventura terminó en diciembre de 1920, tras una intervención del ejército italiano.

      5 Ese nombre recordaba a la policía política creada en 1917 por el poder bolchevique para perseguir a sus enemigos.

      6 Este término, proveniente del latín Dux, utilizado para designar a un jefe de guerra, adquirió el significado de guía en la izquierda revolucionaria italiana del siglo XIX.

      7 Su nombre era Organizzazione per la Vigilanza e la Repressione dell’Antifascismo, y fue creada en 1927.

      8 Los ideales del fascismo de 1919 convertidos en mitos entre los más radicalizados, que estaban libres de todo compromiso con los conservadores.

      9 El giro antisemita fue anunciado en julio de 1938 y tomó cuerpo con las leyes de septiembre de 1938, que excluían a los judíos de la sociedad italiana.

      10 Dino Grandi fue ministro de Relaciones Exteriores de 1929 a 1932, embajador en Londres hasta 1939, y luego ministro de Justicia y presidente de la Cámara de Fasci y Corporaciones, y se mantuvo muy cerca de la Corona.

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      Stalin, el “Lenin de hoy”, o cómo Stalin se convirtió en Stalin

       Nicolas Werth

      “Stalin concentró un poder ilimitado”, y no era seguro “que pudiera ejercerlo con bastante circunspección […]”. “Stalin es demasiado brutal, y ese defecto, perfectamente tolerable en nuestro medio, ya no lo es en las funciones de secretario general. Les propongo entonces a los camaradas estudiar una manera de remover a Stalin de ese puesto”.

      Lenin dictó estos breves comentarios asesinos el 23 de diciembre de 1922 y el 4 de enero de 1923, pocas semanas antes del ataque cerebral que lo apartaría definitivamente de la vida política. Estas notas (que junto con otras páginas dedicadas a los principales líderes comunistas –Trotski, Bujarin, Zinóviev, Kámenev y Piatakov– fueron denominadas en forma impropia el “testamento de Lenin”) fueron guardadas bajo siete llaves hasta el discurso secreto de Jruschov en el XX Congreso del PCUS, en febrero de 1956. ¿Se puede llegar a decir que realmente eran secretas? En realidad, les habían sido comunicadas a algunos pocos dirigentes del Partido en el XIII Congreso del Partido, que se llevó a cabo en mayo de 1924, pocos meses después del fallecimiento de Lenin (el 21 de enero anterior): en cuanto a los colegas de Stalin en el Politburó, la instancia más alta del Partido, habían sido puestos al corriente mucho antes. También fueron publicadas en Occidente en 1925, gracias a dos comunistas antiestalinistas, Boris Suvarin, dirigente comunista francés, y Max Eastman, periodista socialista norteamericano, que había conseguido el “testamento de Lenin” durante un viaje que ha­bía efectuado a la Unión Soviética en 1924. Cuando se publicaron estas notas en Occidente, Stalin consiguió, bajo amenaza, que Trotski y Nadezhda Krúpskaya, la viuda de Lenin, escribieran en el Pravda que se trataba de una falsificación.

      Este hándicap influiría en forma fundamental y definitiva en el estilo de las relaciones de Stalin con los demás dirigentes bolcheviques de su generación. Debía demostrar permanentemente que no había “traicionado al leninismo”, y por eso odiaba profundamente a Trotski: precisamente porque este había desarrollado el tema de la “Revolu­ción traicionada” por Stalin. Este último le dedicaría una enorme energía a reconstruirse una perfecta legitimidad política, reescribiendo la historia del bolchevismo, redactando su propia hagiografía, construyendo su concepción de un sistema central en torno a su persona. Hasta fines de los años 30, hasta que se eliminó a la “vieja guardia leninista”, Stalin fue en realidad un dirigente a la defensiva, que ponía a prueba constantemente el grado de devoción personal de todos hacia su persona, dominaba a sus colaboradores más cercanos instrumentalizando sus menores “fallas biográficas” (una adhesión anterior al menchevismo, un desvío con respecto a la “línea” del Partido, relaciones familiares o amistosas con “enemigos de la Revolución”, etc.) y perseguía a todos los que pudieran conservar en su memoria el último conflicto entre el Maestro y el discípulo.

      El ascenso

      Pero en primer lugar, antes de abordar el núcleo del tema –es decir, la forma en que Stalin logró imponerse a la cabeza del Partido Bolchevique durante los seis años siguientes a la “muerte política” de Lenin (cinco años después de su muerte real, en enero de 1924)–, volvamos brevemente a su trayectoria antes de 1922-1923. Porque en ese momento, cinco años después de la toma del poder por parte de los bolcheviques en octubre de 1917, Stalin ya era uno de los principales dirigentes bolcheviques y uno de los más cercanos colaboradores de Lenin, contrariamente a la leyenda difundida por Trotski, según la cual Stalin habría sido en esa época solo un oscuro apparátchik, un “hombre del aparato”, gris y sin envergadura.


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