Tarot en PHI: Paradigma Hermético Iniciático. Leo En PHI

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o el Plasma. Según la Alquimia, este es el Elemento o Tattwa más Sutil, y tiene cuatro Aspectos en los que se manifiesta: el Calor, la Luz, el Tono (Sonido) y la Vida; dos masculinos y dos femeninos, como representa también su símbolo a través de los dos triángulos invertidos unidos: el del vértice hacia arriba es masculino (ya que representa el Falo), y el del vértice hacia abajo es Femenino (representando el vientre materno).

      El Calor es el Aspecto Masculino del Éter que se densifica primero, en la forma del Elemento Fuego, como es de rápida asociación. La Luz da lugar al segundo Tattwa, que tiene esencia Femenina: el Agua; debido a esta asociación se dice que la Luz baña o se derrama sobre un objeto o un paisaje. El Tono, también llamado el Sonido o la Voz, es otro Aspecto Masculino del Éter que se manifiesta en el Aire, el cual es el medio mediante el cual mejor percibimos el mundo acústico. Y finalmente, la Vida, el cuarto Aspecto del Éter, pasa al mundo de lo Denso en la forma del cuarto Tattwa: la Tierra, también de carácter Femenino, ya que en la Tierra se gesta la Vida.

      Esta correspondencia entre Aspectos del Éter (la Quintaesencia en el plano de lo extremadamente Sutil) y cada uno de los cuatro Elementos, es a lo que se referían los Alquimistas al decir su célebre frase ‘como es Arriba es Abajo, como es Abajo es Arriba’ (Correspondencia, segundo Principio del Kybalion), y representa que todo el macrocosmos está contenido en el microcosmos que es cada uno de nosotros, y viceversa. Ese símbolo en el pecho es lo que lo hace Divino, y por tanto poseedor del Poder para manejar los elementos y de la capacidad para que, al lograr el correcto Balance entre ellos, pueda Crear la simbólica Piedra Filosofal, a través de la cual todo lo mundano y rutinario transmutará a sus ojos y alcanzará el Brillo del Oro.

      Que El Alquimista esté presente como la primera carta numerada de la Baraja no implica que este Trabajo -y por ende la culminación de su Obra- ya esté hecho: implica que la persona se Reconoce con el Poder para poder lograrlo, que es muy distinto. O dicho de otra manera: que puede ver en sí mismo -quizás por primera vez- ese doble triángulo bordado en su pechera que lo señala como Capaz de Alquimizar su propia Realidad. Este es el Primer Paso a dar para lograr generar tu Propia Realidad, que es a lo que el Hermetismo te invita e incentiva: saberte Capaz y reconocerte (re-Conocerte, o sea: Conocerte Nueva-Mente) como tal.

      Ahora bien, como toda carta del Tarot, esta energía tiene una segunda vertiente, y la misma está reflejada en el nombre francés con el que la Baraja de Marsella la nombra: Le Bateleur, el Ilusionista de ferias, que tiene todos sus trucos dispuestos en la mesa para asombrar, engañar y embaucar a los desprevenidos paseantes. Sus Actos parecen Magia, pero no son más que distracciones cuidadosamente ensayadas para mantener la vista de los espectadores lejos de sus manipulaciones, y poder seguir hechizándolos con sus engaños. No necesariamente una persona que encarne este Arquetipo tiene malas intenciones, o engaña para aprovecharse de la situación de alguna manera; a veces, se trata solamente de personas que necesitan mantener una ficción, generar una ilusión a su alrededor que no permite que los demás vean realmente quién es. Estos Ilusionistas saben que lo que realizan no es Magia, y en el fondo de esa Ilusión generada existe una sensación de fraude donde el primer defraudado es él mismo, prisionero de ese etéreo palacio que construyó a su alrededor.

      No se trata de que generar una Ilusión sea “malo” o incorrecto; debemos tener mucho cuidado cuando utilizamos palabras que puedan dar a lugar un juicio moral de manera tan liviana. Lo que es errado es el Desde Dónde esta persona que caracterizamos como “el Ilusionista” la está generando: el verdadero Mago o Alquimista genera su Magia reconociendo primero su Falla, aquello por lo que para él es imposible, generándose a sí mismo una Ilusión, una idea que Nombra e inunda su pensamiento (Sutil, Registro Simbólico), la percibe, la siente y la disfruta (Emoción, Registro Imaginario) hasta que logra densificarla en un Resultado concreto (Denso, Registro Real), conviertiendo a aquello que en un primer momento estaba en el orden de lo Imposible, en Posible y Real. Y eso, amigos míos, es Alquimia.

      El Arquetipo del Alquimista también hace referencia a una persona de mucha rapidez mental, aunque más en el plano de lo intelectual que de lo emocional. Cuando está bien dirigida, esta energía favorece la autoconfianza, la mediación con diplomacia en asuntos complicados, sean negociaciones o situaciones del orden cotidiano (que también implican negociaciones, por supuesto!) . Por eso el símbolo astrológico de Mercurio acompaña a nuestro personaje en la carta: Mercurio es el nombre que dieron los romanos al dios griego Hermes. Así como el elemento químico mercurial es rápido y elusivo, así de veloz y ágil era Hermes, dios del comercio… y de los ladrones (por los dedos rápidos, seguramente), lo cual se corresponde con las dos vertientes del uso que se puede dar a esta energía. Como mencionamos en la Introducción, este dios griego de pies alados sufrió un sincretismo con el Toth egipcio, a través de su nombre Hermes Trismegistro, padre y fundador del Hermetismo tal como lo conocemos. No es casual que el dios griego de la Comunicación (Hermes era el mensajero de los dioses), esté vinculado con el dios egipcio que le enseñó a los hombres ni más ni menos que el Saber Sagrado de la Escritura!

      II

      La Pithia

      La segunda carta del Tarot en PHI es La Pithia, llamada en otras Barajas La Papisa o la Suma Sacerdotisa. Frente al espíritu irruptor del Uno, el Dos aporta la calma, el reposo, la adaptación. Es el Principio Activo Femenino, el cual involucra conceptos como la dulzura, la intuición, el misterio y sobre todo, la Dualidad.

      La Dualidad es una característica eminentemente Femenina. Astrológicamente, la energía de esta carta está gobernada por la Luna, cuerpo celeste cuyo movimiento está ligado intrínsecamente al agua en nuestro planeta, influyendo en el flujo y reflujo de mareas y en el período menstrual. La misma Luna es símbolo de lo permanentemente cambiante: no existen dos noches consecutivas en las que esté igual. Y como si necesitara un argumento más para regir esta carta, vista desde la Tierra, se puede decir que tiene dos caras, de las cuales una está siempre oculta para nosotros (o al menos a la vista humana, sin herramientas).

      La mujer que se encuentra en esta carta es la Pithia o Pythia, que en nuestros tiempos denominamos “pitonisa”, e incluso con ese nombre se suele nombrar a cualquier sacerdotisa de cualquier culto, lo cual no es apropiado: Pythia se llamaba a la mujer que estaba consagrada al dios Apolo en Delfos, Grecia, y a través de la cual el dios de la Luz y la Música hablaba. El nombre Pythia proviene de Python, una Serpiente o Dragón Marino hijo de la misma Gea que vivía en una caverna de la isla, y que custodiaba el oráculo que existía en la misma. El dios Apolo lo enfrentó y venció, reclamando para sí dicho oráculo, y por esta hazaña se lo conoció también como Apolo Pitio. Las mujeres consagradas a este dios desde niñas tomaban esta función divina de por vida, recibían la consulta y se sentaban en un trípode ubicado en una zona llamada aditon (que significa “lugar sagrado del templo de acceso prohibido”), en el cual entraban en un trance inducido para dar la respuesta del dios mismo, la cual era recogida por un escriba que la entregaba al destinatario. No existe ningún registro histórico de cómo era la intimidad de esta canalización, pero durante el siglo III y IV de nuestra era, autores cristianos, con el fin de ridiculizar y desprestigiar el paganismo helénico, escribieron que la Pithia se sentaba sobre una profunda grieta de la cual salían vapores venenosos que intoxicaban su cerebro, la cual ya estaba alterada por las hojas de laurel que -también según ellos mismos- mascaban. La realidad es que ningún estudio arqueológico logró detectar fisura alguna en el suelo que dé crédito a estos escritos, pero aún así este mito sobrevivió y se fortaleció durante siglos, desprestigiando la tarea de estas mujeres cuyas profecías lograron tal nivel de acierto que aún hoy desconciertan a los antropólogos, y que en su momento hicieron que Delfos sea considerado el centro del mundo civilizado.

      La Pithia en esta carta surge de las aguas tranquilas desde donde recibe la información de su dios. Los egipcios, pese a tener un gran número de mitos cosmogónicos (aquellos que explican la creación del mundo), en todos ellos de donde surgen la vida y los demás dioses es desde Nun, las Aguas Primordiales… y era una diosa. El Elemento Agua, la Luna, la Sacerdotisa y el Dos conforman una síntesis perfecta de la esencia femenina.

      El


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