Tarot en PHI: Paradigma Hermético Iniciático. Leo En PHI
se le otorgó en 1998 el Premio Nobel de Medicina por el co-descubrimiento del virus del HIV), en el cual postula que el secreto de la eficacia de la Homeopatía reside en que el ADN le transmite información al agua, y ésta la mantiene incluso cuando dicho ADN ya no existe en la solución, lo cual es acorde a otros estudios que también referencian la capacidad de memoria que tiene el agua. Es decir: el agua recuerda la información de sustancias y materia (incluso materia viviente) con la que estuvo en contacto. En un contexto en el que aproximadamente el 70% de nuestro cuerpo es agua, y que vivimos en un planeta en el cual ese mismo porcentaje corresponde a lo que está ocupado por agua en la superficie, y que nos es imposible vivir sin interactuar con ella, sea consumiéndola, excretándola a través del sudor o la orina, o simplemente bañándonos o lavándonos las manos, llegamos a la interesante conclusión que la información de nuestras pequeñas Grandes Vidas está inmersa y fusionada con la de cada ser viviente, cada roca, cada grano de arena y cada partícula de sal del planeta… tanto actual como de los últimos 4400 millones de años. Quizás incluso esté en el agua la raíz de nuestro inconsciente colectivo más primario, más instintivo; el medio a través del cual un polluelo recién nacido reconoce a un zorro como un peligro y a un gusano como alimento, pese a que nunca antes vio a uno o a otro. No me refiero a que esa información no exista en el cerebro o en el ADN, pero esos son sólo los envases de la información. A lo que apunto es que en el momento de la replicación del ADN, o a un nivel superior de la formación de un ser vivo a partir de la mitosis selectiva de una única célula cigota, ambos procesos requieren un mismo elemento presente: el Agua, y en ese medio, mientras se replica y duplica cada cromosoma, cada nucleótido, necesita realizar ese intercambio de información con la Fuente, una especie quizás de reconocimiento de estar vivo y de ser parte de un Todo más grande que esa molécula de adenina, timina, guanina o citosina; un Acto donde también recibimos la información de ese agua, y a partir de ella podemos experimentar cambios, y quizás la cadena replicada no sea “exactamente” igual a la anterior, porque ya aprendió algo, aunque esto que aprendió pueda ser el reconocimiento de que algo falta y el ser del cual forma parte debe elegir el camino a través del cual incorporarlo. Quizás, ese sea el sentido de las mutaciones, tanto las vistas por la ciencia como benignas como las consideradas malignas: el imprimir en nuestras vidas la necesidad de un cambio.
El Agua es también sensible, como demuestran los experimentos de la ciencia Noética y el Dr. Masaru Emoto, en los cuales los sentimientos de un grupo de personas en la habitación inciden en los cristales que se forman en un vaso de agua colocado allí mismo. Observen en las imágenes aquí adjuntas la diferencia en armonía y diseño entre los cristales provenientes de pensar en la frase “te odio” o “me das asco” por un lado y en “gracias” por otro. Como dice la periodista Silvia Velando en la nota de su blog en la que habla de su entrevista a Masaru Emoto, este visionario “afirmaba con rotundidad que si todos dejáramos correr el agua del grifo sobre las manos y transmitiéramos amor y gratitud a través de ellas, esta vibración viajaría junto con el agua hasta alcanzar los ríos y el mar. El vapor del océano se convertiría en nubes que precipitarían su agua sobre diferentes zonas del mundo, y de esta manera, la vibración de amor y gratitud se extendería por todas partes”.
Ahora bien, esta información que transmite el agua con la que la Pithia está tan íntimamente relacionada que es casi también ella misma, no puede ser procesada por nuestro hemisferio cerebral izquierdo; no corresponde al orden de la razón o la lógica, sino al de los sentimientos, la intuición, aquello que sé pero no puedo explicar cómo ni por qué lo sé. Es por ello que en la carta su velada figura señala hacia su derecha, puesto que ese es el hemisferio de tu cerebro a través del cual ella se contactará contigo y susurrará su mensaje.
Detrás de ella se encuentran dos columnas, una blanca y otra negra. Las Dos Columnas son un símbolo poderoso para el inconsciente colectivo humano: dos eran las célebres columnas Jaquín y Boaz que enmarcaban la entrada al Templo de Salomón, en Jerusalém; son esas mismas Dos Columnas las que ordenan las séfirot del Árbol de la Vida de la Kaballah en un vector masculino y otro femenino respectivamente; dos son las Columnas de Heracles, que funda a ambos lados del Estrecho de Gibraltar, una sobre la costa africana (Ábila) y otra sobre la costa ibérica (Calpe), de camino a cumplir el décimo de los terribles encargos que debía realizar para el rey Euristeo de Micenas, en este caso, rescatar el ganado de vacas y bueyes rojos pertenecientes a Gerión, un monstruo de tres torsos humanos -con sus respectivas cabezas y brazos- unidos a una misma cintura. Gerión vivía Más Allá de todo lo conocido, es decir, en alguna tierra de lo que ahora conocemos como el Océano Atlántico. El lema Plus Ultra (“Más Allá”) con el que suelen decorarse estas dos columnas, presentes tanto en el escudo de España como en los de muchos estados españoles y americanos, hace referencia a aquello que está Después de lo Conocido, de lo racional… es decir: el mundo de los Sueños, lo Intuitivo, lo Misterioso y por ende Desconocido, pero que sabemos que está allí. Estas Dos Columnas son reforzadas contundentemente por el número romano II de esta carta.
La Pithia nos habla de manera inequívoca del Arquetipo del Ánima si el consultante es un hombre, es decir: la parte femenina de su inconsciente que ofrece el contrapeso necesario a la masculinidad de su mente consciente. Nuevamente debemos aclarar que esto no tiene ninguna relación con su sexualidad, se refiere a los procesos mentales que para las mujeres son naturales y los hombres debemos esforzarnos por implementar. En el caso de que la consultante sea una mujer, puede ser un llamado de atención hacia su propia Feminidad.
Cuando la energía de Arquetipo está viciada, o aparece como una trampa, puede estar hablándonos de una faceta femenina vanidosa y superficial, o quizás incluso de algún juicio de valores equivocado, basado en percepciones erróneas, problemas en la comunicación, o incluso incapacidad para poder comunicarte efectivamente con tu mundo interior. En otras situaciones, puede ser que no exista la claridad necesaria, que las piezas del tablero se encuentren demasiado veladas para reconocerlas y no puedes estar seguro de quién es quién en esa jugada.
III
La Emperatriz
El número Tres en el Tarot en PHI nos invita a conocer cómo la energía Femenina, etérea y volátil de la Pithia madura y se afirma en el mundo denso en la figura de la Emperatriz. Figurativamente, el III en romano hace referencia al hijo naciendo entre los muslos de la Madre, puesto que Dar a Luz ha sido, es y será siempre el Gran Poder de la Mujer como género. Es por esto que el símbolo astrológico de Venus se asigna a esta carta y no, como podría también quizás podría esperarse, a La Pithia.
El número Tres representa al Hijo, es decir: el producto fruto de la unión del Uno y el Dos. En este sentido, La Emperatriz aúna la inteligencia del Alquimista con la sensibilidad de la Pithia, logrando fusionarlas en lo que se conoce como Inteligencia Emocional.
Existe, prima facie, una aparente contrariedad entre la Numerología y el Tarot al encontrarnos aquí con la Emperatriz y no con el Emperador. Es sabido que la naturaleza de los números Impares está vinculada a lo Masculino, mientras la de los números Pares lo está a lo Femenino. De hecho, el Tetragrammaton mismo hace referencia a la secuencia Padre-Madre-Hijo-Hija, lo cual refuerza esta correlatividad. Así, muchos que recién inician en esta aventura del Tarot, esperan ver aquí al Emperador y la Emperatriz -en este orden-, luego del Alquimista y la Pithia, como si una pareja deviniese en otra. Esa expectativa está basada en dos errores conceptuales.
En primer lugar, el Alquimista y la Pithia no son una “pareja” humana. Sí representa cada uno una polaridad en cuanto al Principio Activo de la Sexualidad, pero la energía más afin a ellos dos no es la del otro, respectivamente. Cuando avancemos en este recorrido, descubriremos y conoceremos al verdadero “par” de cada uno ellos. El segundo error es pensar que la Emperatriz, al representar a la Madre, se contrapone (como si estuviera “atrasada” en la serie) al Hijo que esperaríamos aquí, puesto que de él es la energía del número Tres. El Tarot nos habla de un Proceso y de Energías actuantes, y por lo tanto sus cartas son Símbolos