Tarot en PHI: Paradigma Hermético Iniciático. Leo En PHI

Tarot en PHI: Paradigma Hermético Iniciático - Leo En PHI


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hace referencia a la Piedra Filosofal de la Alquimia. La Lanza, que nos recuerda que este Emperador también es un Guerrero, no adorna muros ni es un elemento decorativo, sino que la mantiene en posición de descanso, pero a mano ante cualquier necesidad de usarla. Detrás suyo, y como remate de cada apoyabrazos de su Trono, está la imagen del León, símbolo del Elemento Fuego, regente de esta Energía, y el símbolo astrológico de Aries, primer Signo Zodiacal de Fuego.

      El Emperador es quien impone Orden ante el floreciente Caos que genera la Emperatriz de manera natural. Precisamente, cuando una planta o un río se salen de cauce o crecen desmedidamente, se suele decir que se desmadran, aludiendo al carácter femenino del poder de la Emperatriz que actúa en dichas circunstancias. Su consorte imperial es quien, con el filo de su Espada, realiza el Corte necesario que redirige, encauza y direcciona ese Crecimiento, decidiendo Dónde Sí y Dónde No.

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      Molécula de gas metano (CH4): un átomo de Carbono Central, unido covalentemente a cuatro átomos de Hidrógeno, a través de enlaces hibridizados sp3.

      

      Todo lo expuesto oportunamente respecto a las diferencias entre La Emperatriz y una Reina, aplica por supuesto también, de manera análoga, para el Emperador respecto de un Rey. En su caso, él es plenamente consciente de que cada Palabra suya rige el destino de los miles que conforman su Imperio, por lo cual no Habla sin motivo ni vanamente, y piensa detenidamente las consecuencias de cada frase que sale de su boca. Sin embargo, también se le juega que la distancia existente entre su localización y allí donde sus Palabras tienen efecto le imprimen una cierta desconexión con las cosas mundanas de la vida cotidiana.

      Arquetípicamente, el Emperador representa el Arquetipo del Padre. Es la Ley del Hombre, la existencia y aplicación de Límites, de Cortes necesarios para poder seguir dirigiéndonos exitosamente a nuestro Deseo. Si la Madre es nuestro primer objeto de Amor, es el Padre el primer símbolo de Autoridad para nuestro inconsciente. La efectividad de su intervención en el tramo final del llamado Complejo de Edipo es la que permite resolver ese período y derivar efectivamente la sexualidad infantil.

      Estos días está muy de moda el hablar de la Función Paterna, y de cómo ejercerla en Uno Mismo. La Prohibición, que es el establecimiento de Límites de manera firme, con su correspondiente Consecuencia (amenaza de castración) si no son cumplidos y respetados, hace referencia solamente a uno de los pilares sobre los que dicha Función Paterna se sostiene. Un segundo pilar: la Protección, nos habla de la cualidad que todo hijo ve en su padre, independientemente de su tamaño o fuerza física en lo real; siempre que existe una amenaza o un problema, en la mente del niño surge la certeza de que “papá sabrá qué hacer”. El asegurar este espacio de protección, este témenos sagrado, es otra función inherente al rol del Padre. Pero hay un tercer pilar de esta Función Paterna que es el menos reconocido y por alguna razón, el que menos importancia pareciera tener para nuestra sociedad actual, a pesar de lo decisivo que es para un niño (cuando se trata de un Padre Real) y para Uno Mismo (en este caso: el Padre Simbólico). Este tercer pilar es la Incentivación. El Padre es lúdico, es juego y diversión; y a través de los mismos, establece en el niño la existencia de reglas que determinan cómo se resuelve el juego, introduciendo el peligroso y necesario significante del éxito, aunque el significado del mismo dependerá del resultado entre cómo él lo enseñe y cómo el niño lo aprehenda.

      Cuando la energía de esta carta se presenta invertida, nos habla de una falta de Ley, o peor aún, de un desafío a ella, quizás enmarcado en una situación en la cual la persona intenta imponer su propia ley en el entorno, dominando la situación o que fuerza las reglas al máximo. Otra versión podría implicar descuido o desinterés de aquellos que dependen de ella, sean seres vivos, productos o servicios, o incluso sus propias empresas; o en otra vertiente: una personalidad o actitud débil, que carece o mina incluso su propia autoridad, incapaz de generar el entusiasmo que derive las acciones del prójimo (ni las propias) a un Bien común.

      V

      El Chaman

      La estabilidad del 4 es irrumpida por una fuerza interna que golpea el lado superior del cuadrado y le genera un nuevo vértice apuntando hacia Arriba: así nace el 5, el pentágono. El cinco es el número que define al Hombre, en tanto que sus 4 extremidades y la cabeza definen el símbolo llamado Pentagrama. Son cinco los dedos de las manos y los pies, las heridas de Jesús en la Cruz, y los pilares sagrados del Islam. Si ordenamos los nueve dígitos en tres filas de a tres, observamos claramente que el 5 está en el centro y dialoga con todos los demás; por eso también representa el Centro y la Unión Armónica entre el Yin y el Yang.

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       El Pentagrama en el Tetragrammaton

      En las Barajas convencionales actuales de Tarot, a esta carta la denominan “El Sumo Sacerdote”, o incluso “El Papa”. En Barajas más antiguas, su nombre es “El Hierofante”, proveniente del título que recibían los sacerdotes de máximo rango que presidían los Misterios de Eleusis en el Ática, Grecia. Ellos interpretaban los misterios sagrados e instruían en esas artes a sus Iniciados. Es significativo que se denomine hierofante también a ciertas férulas o báculos papales terminados en una cruz de tres brazos, que se usan hoy día solamente en ceremonias muy particulares y solemnes. Sin embargo, ya entonces existía una condición humana para poder ser Hierofante: debía pertenecer a una antigua familia fundadora de Eleusis, que era la auténtica propietaria de este culto.

      Este fue el principal motivo por el cual decidí renombrar la carta con un título tan honorable como esos, pero libre de ataduras a cultos, religiones o familias humanas: El Chamán.

      El Chamán es el vínculo entre los Hombres y el Mundo de los Espíritus, el Mundo de lo Sutil. Él es la Máxima Autoridad cuando se trata de resolver una Dialéctica del Orden de lo Espiritual manifestada en la tribu.

      El tocado de cornamentas y plumas es su Corona, la cual no sólo le distingue como Aquél que gobierna los corazones de la gente, sino que como toda corona, protege y enfatiza su séptimo chakra, a través del cual él se comunica con el Reino de los Espíritus. Sus ojos parecen ciegos, pero sólo lo están a las falsas necesidades humanas; él observa e interpreta perfectamente las Señales que ocurren en el mundo. Sin embargo, no olvida que él también es un Hombre, y eso es lo que le permite comprender a quienes recurren a él en busca de guía y consejo, recibiéndoles en su morada y compartiendo con ellos su fuego y sabiduría.

      La Ley que imparte el Chamán no es una ley humana, sino una Ley Sagrada. Nos habla de nuestros Derechos como Seres Divinos, así como las Responsabilidades que ellos conllevan. Esa Ley proviene y se transmite a través de las mismas Aguas de las que surge la Sacerdotisa, puesto que El Chamán es la verdadera pareja simbólica de esa Carta, su contraparte masculina.

      El Arquetipo evocado por el Chamán es el del Viejo Sabio, aunque aún no es Sénex (expandiremos esto más adelante). El Viejo Sabio, en este contexto, es esa figura que aparece en nuestras vidas en momentos muy particulares, y cuya Autoridad emana de él no por un título o linaje, sino por la experiencia vivida. Específicamente, esas situaciones suele ser una de las siguientes dos: o bien son etapas en las cuales nos encontramos conscientemente perdidos, en las cuales creemos hacer y haber hecho todo bien, todo según lo que había que hacer, pero el problema que deseábamos solucionar sigue manifiesto; o bien, estamos ‘perdidos en nuestra consciencia’, es decir: todo en nuestra vida parece bien, todo está donde tiene que estar, y la rutina es la que escribe la minuta de cada uno de nuestros días. Si esta situación te resuena: ¡Atento! No vinimos a esta Vida para solamente transitarla!

      Un excelente ejemplo literario y cinematográfico de la energía de este Arquetipo es el personaje de Gandalf el Gris en la


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