Colección de escritos publicados en Nueva España por diferentes cuerpos y sugestos particulares. Mariano Peset Mancebo
de nuestra inconsideración, y presa segura del tirano. Y á vista de tantas y tan fatales conseqüencias ¿subsistirá la oposicion entre Europeos y Americanos? ¿Continuarán mirándose como enemigos los que tienen tantos motivos de amarse y apreciarse? ¿No somos todos vasallos de un mismo Monarca, miembros de un mismo cuerpo social, y parte de aquella noble y circunspecta Nacion Española que siempre ha dado tantos exernplos de pundonor y de generosidad, y que en el dia es la única Potencia Europea que libre del envilecimiento y humillacion en que yacen las demas, ha formado la heroica resolucion de resistir al tirano que todo intenta trastornarlo? pues ¿por que no nos amamos como hermanos? ¿por que no reunimos nuestros esfuerzos, nuestras intenciones y nuestros deseos para destruir al enemigo de nuestra independencia, y establecer en lo interior la basa de nuestra verdadera felicidad?
Si dóciles á mi voz paternal, si guiados de la razon y movidos de vuestro propio interes, poneis término á esas funestas disensiones, yo os anuncio la mayor prosperidad y seguridad, piara cuya consecucion no habrá incomodidades que me arredren ni dificultades que no procure vencer.
Pero si a! contrario subsistís ocupiados en injustas odiosidades, quando vuestra patria exige tan imperiosamente vuestra atencion y vuestros sacrificios, sino imitais a los heroicos españoles vuestros hermanos que combaten en la península por su libertad é independencia, que á la primera noticia de hallarse la patria en peligro, olvidan sus quejas, hacen callar sus resentimientos, y mirándose todos hijos de una misma madre en nada piensan sino en reunir sus esfuerzos para hacer frente al enemigo; yo os pronostico males terribles, calamidades inauditas, que os sumergirian á todos en un abismo de miserias.
Ya teneis á la vista en algunas partes de este Reyno un principio de los males de que intento libertaros. Algunos hombres deslumbrados con falsas ideas, apoyadas en vuestra division y rivalidad, procuran alterar el orden público, y sumergirnos en los espantosos males rer vokieionarios.
Estoy muy persuadido de lo despreciable que son sus designios, y que no pueden tener el apoyo de ningun hombre sensato. No dudo un momento que todo volverá al orden al presentarse las tropas que destino á contener el curso de aquellos excesos. ¡ Pero quanto es mi sentimiento al considerar que vuestra division es el fomento de estos males, y que ella me pone en la triste necesidad de que las primeras providencias de mi mando se dirijan á hacer derramar la sangre de nuestros conciudadanos!
Yo apuraré los medios de dulzura y persuasion antes de echar mano de los de la fuerza y el rigor, persuadido de que la mayor parte de las personas complicadas en los referidos excesos han sido seducidas por los mal intencionados, ó engañadas por la perspectiva de una falsa felicidad; pero si estos medios fueren inútiles, me valdré de todos quantos la autoridad que exerzo pone en mis manos para imponer á los delinqüentes el castigo que las leyes prescriben contra los alborotadores del orden público. ¿Y quien sabe si el principio de aquellos desórdenes es el mismo tirano Napoleon, que desconfiando de apoderarse de vosotros por la fuerza de las armas, envia sus infernales ministros para que infundiendo entre nosotros la rivalidad, la desunion y el desorden, vengamos á caer en una debilidad que nos proporcione para ser presa segura de su rapacidad? ¿No teneis un apoyo de esta verdad en los varios emisarios suyos que han sido aprehendidos en estos Reynos? ¿Y dareis lugar á que se logren sus perversas ideas, siendo vosotros instrumentos de su perfidia? ¿Seria la América, esta segunda y predilecta hermana de la antigua España, la que aumentase sus conflictos, la que se opusiese á la gloriosa empresa de sostener el honor, la comun independencia y la integridad de sus dominios, y la que colmase el caliz de sus amarguras en la apurada ocasion de verse acometida por un enemigo tan poderoso como injusto? No es de temer de vosotros semejante conducta. La fidelidad tan acrisolada con que siempre os habeis manejado» el interes que en todo tiempo manifestais por la prosperidad de la Madre Patria, y los inmensos y generosos auxilios con que tan liberal mente la habeis socorrido y socorreis en todas sus necesidades, son un seguro garante de vuestra conducta ulterior, y otros tantos derechos á mi confianza.
Si tales son las calidades que forman vuestro carácter, si conoceis que el bien de la patria es el norte que debe guiar las acciones de todo buen ciudadano, y si os habeis convencido de que aquel grande objeto no puede conseguirse sin el sacrificio de las personalidades que os dividen, y sin la reunion de todos vuestros esfuerzos hácia un mismo fin, cesen ya enteramente vuestras disensiones, acábese todo espíritu de partido, y no haya mas emulacion que la noble y generosa de excederse en el servicio de la patria.
De esta suerte renaciendo entre nosotros el amor y la confraternidad, y reuniendo todas nuestras luces y esfuerzos, se conservará la pública tranquilidad con la esperanza de que las reformas y nuevas instituciones que han de ser el efecto de las sabias meditaciones en que se ocupa, ó se ocupará muy pronto la respetable Asamblea de las Cortes Nacionales, proporcionarán á este Reyno la mayor prosperidad y seguridad. Y entre tanto se logran aquellas apetecidas resultas, poned toda vuestra confianza en la justificacion, integridad y sabiduría del respetable cuerpo que actualmente dirige la Nacion, del Supremo Consejo de Regencia, compuesto de Generales, cubiertos de heridas y de gloria:.de un Ministro versado en los negocios mas. importantes de la Monarquía: de un Magistrado nacido en vuestro suelo, y escogido por vosotros para representaros; y por último de un Príncipe de la Iglesia, modelo del episcopado, que ne-r gado á los mas brillantes ascensos de su carrera, á que le destinó por la fama de sus virtudes el religiosísimo y prudente Monarca el Señor D. Carlos III, acude ahora á consagrar los últimos dias de su vida en obsequio de nuestra Santa Religion, de nuestro adorado Rey y de nuestra cara Patria. Tales son las personas que componen el Cuerpo representante de la Soberanía, á cuya justificacion podeis acudir por el remedio de vuestros males, ínterin se verifican las saludables reformas que deibeis esperar de la sabiduría, ilustracion y patriotismo de los representantes que habeis enviado al respetable Congreso Nacional de Cortes.
Habitantes de la Nueva España: obediencia y confianza en las Autoridades que os gobiernan, y union, amor y confraternidad entre todos vosotros, son las prendas que os exige un Virey que os ama, para que merezcais ser dignos del aprecio y gratitud de vuestros conciudadanos, y la admiracion y envidia de todo el universo.
México 23 de'Setiembre de 1810. = Francisco Xavier Venegas. = Manuel Velazquez de Leon.
Proclama que la nobilísima Ciudad de México dirige á los fidelísimos habitantes de Nueva España.
Armados y fidelísimos habitantes de la Nueva España= Jamas podrá México en su Ayuntamiento explicar sin el dolor mas vivo la cruel y horrorosa tortura en que lo tiene constituido la convulsion en que ha visto ponerse en pocos dias la provincia de Michoacah, causando al Reyno entero la inquietud que corresponde, con detrimento notable de los respetos de la Religion, de la lealtad al Soberano de que siempre ha blasonado esta Nueva España, y de la ciega obediencia con que ha acreditado sus nobles sentimientos, ve y verá en todo al Supremo Gobierno y á las Autoridades, como que son los principios y la bisa fundamental de la seguridad de los pueblos, del buen orden de ellos, y de la paz y quietud que por uno de los particulares beneficios del Altísimo han disfrutado estos preciosos dominios en los cerca de tres siglos que llevan de reconocer la fe santa que profesamos, y de lograr las imponderables ventajas que en todo les ha proporcionado el gobierno, proteccion y auspicios de los Reyes Católicos de las Españas, á quienes la Divina Providencia quiso por particular predileccion hacerlos legítimos dueños de estas Américas, para felicidad de ellas y engrandecimiento de una corona en que brilla la religion y la justicia, y que es por todos títulos acreedora á que se le tributen los mas reverentes holocaustos, y el vasallage mas respetuoso y agradable.
Han dado de ello en todos tiempos estos Reynos las mas inequívocas pruebas, de las que se ha dignado darse por bien servida la Magestad, dispensándoles las gracias propias de su clemeneia, y con las que los ha llenado y á sus fieles habitantes de los mas apreciables honores y distinciones, que los comprometen y obligan á la mas tierna gratitud, y á la leal debida correspondencia, á la que, si siempre nos estrechan los indisolubles vínculos que en lo moral y en lo civil nos ligan, en ninguna ocasion mas que en la presente pueden ser mas sagradas las obligaciones que nos cercan á quantos tenemos la felicidad de habitar en este hemisferio, y muy particularmente á los Americanos, que debiendo seguir el exemplo de nuestros mayores, y corresponder á los nobles sentimientos que nos animan, nos hallamos en la precisa