Colección de escritos publicados en Nueva España por diferentes cuerpos y sugestos particulares. Mariano Peset Mancebo

Colección de escritos publicados en Nueva España por diferentes cuerpos y sugestos particulares - Mariano Peset Mancebo


Скачать книгу
es la base de nuestra gloria y felicidad: amantes y unidos contribuiremos á Ja prosperidad y regeneracion de la generosa España nuestra comun madre, enjugaremos las lágrimas de los habitantes de la península, nos burlaremos de las perversas maquinaciones del tirano y sus emisarios, y á pesar de sus esfuerzos seremos verdaderamente dichosos; al contrario, la rivalidad y desunion nos conducirian á la última ruina, y tendriamos que llorar con lágrimas amargas nuestra desolacion y exterminio.

      Para convenceros de esta verdad, compareced vosotros en el tribunal de vuestra razon, y encontrareis que quantas grandes convulsiones han trastornado los imperios no han tenido otro origen que la desunion. ¿Para que recordaros que la division de Witiza y Rodrigo acarrearon antes á España males incalculables con la irrupcion de los moros? Deteneos un poco; paraos á. consí-. derar el estado miserable de la Francia, y recapacitando en el grado último de degradacion á que ha llegado, vosotros direis: ¡ah! si los franceses hubiesen mantenido la union sagrada que manda respetar el altar y el trono, Francia, católica como antes, centro de las bellas artes, culta y opulenta, no gemiría baxo el yugo de hierro, ni seria en el dia un escombro que no excita mas que la compasion de los hombres de bien. Pero dexémosla llorar en pena de su regicidio el estado de abatimiento en que yace, y volvamos la vista á nuestra madre la antigua España, y al verla saqueada, cubierta de luto, y destituida de su antiguo esplendor, preguntémosla ¿quien la ha robado la dulce paz en que reposaba tranquilamente? ¿quien? Un tirano ambicioso, que salido del estiércol mas inmundo de Córcega, quiere absorverse todos los tronos, y un privado indigno é ingrato á la exâltacion escandalosa que debió á sus Señores y Reyes. ¿Pero de que medios se valieron? Recorred la historia de nuestros últimos dias, y hallaréis que conociendo estos dos bandidos el carácter religioso y honrado de los españoles, y que por mas que trabajasen en sembrar la semilla de la discordia, esta quedaria sofocada, y no produciria fruto alguno en unos corazones fieles á Dios, y leales á sus Príncipes, maquinan encender el fuego de la desunion entre un padre sencillo y un hijo humilde y obediente, que fue siempre la esperanza y las delicias de la Nacion. Acordaos de que el privado intentó y logró que se hiciese comparecer á vista de una y otra España á nuestro adorado Rey, baxo el monstruoso aspecto de rebelde á su padre; sin embargo de que la providencia de un Dios justo veló sobre él, para que ni uno solo aun de los vasallos que estamos mas distantes de su sagrada persona, diésemos crédito á una impostura que solo pudo inventarse por una alma tan maligna como la de aquel favorito, y caber en un corazon tan flexible como el del sencillo padre.

      Pero frustradas las primeras maquinaciones de estos dos que conspiraban contra el trono español, no habiendo podido inspirar en el ánimo de los vasallos el odio hácia el Príncipe Fernando, que unido al fastidio de la Nacion por el antiguo Gobierno habria acarreado una funesta anarquía, ¿dé que medios no se valen nuevamente? Consumada por Napoleon la trayeion mas horrenda, apoderado de toda la familia Real, huérfana España sin su Rey, se persuade el tirano que el pueblo español va á tributarle los homenages mas respetuosos, y que recibiéndole como á un ángel de paz, le dexa sentar pacíficamente sobre su trono. ¡Indigno! tú creiste que al verse los españoles sin el objeto idolatrado de su alma, y temerosos de oponerse á tu fuerza, que llamas irresistible, habia de doblar ignominiosamente su cuello baxo el pesadísimo yugo de un ladron, que no ha conocido jamas otro honor ni otra política que la de su desmesurada ambicion. Se engañó, compatriotas ainados. Se engañó creyendo que el leon de España, que habia estado sepultado en un profundo sueño, no habia de levantarse para armar sus garras triunfadoras, no menos de las lunas africanas, que de las águilas francesas. Pero ¿no es así, que él creyó que dividido en bandos el pueblo español, adictos unos al antiguo Gobierno, interesados otros en el benéfico y dulce de Fernando, y desesperados todos de militar baxo uno y otro, introduciria la mas horrenda anarquía; y que encendiéndose una guerra intestina, los españoles chocados entre sí, le facilitarian el paso á sus ambiciosas miras? No nos engañemos, Señores, no reconoce la maquiavélica política del tirano otro medio mas poderoso que la desunion para acabar con los pueblos, y para recrear sus ojos carniceros con el espectáculo sangriento de la destruccion de sus semejantes: y ¿que hubiera sido de la España si sus valientes hijos, conformes y unidos, no hubieran desplegado toda su energía para oponerse á sus designios ?

      No, no creyó jamas Napoleon que fuese necesario derramar la sangre de sus soldados para llevar adelante sus proyectos de ambicion; pero una vez derramada, ¿que hace? vosotros lo sabeis; no cesa de hacer publicar en sus infames periódicos las mas sangrientas invectivas para desconceptuar entre los españoles, no solo á su adorado Rey, sino tambien á los gefes mas acreditados: ¿y para que? para infundir el desaliento y la desconfianza de los pueblos, que sea como precursora de la desunion y anarquía: para hacer cimbrar el edificio social, y para que rotas las ligaduras que nos unen, abandonemos la religion de nuestros padres, y perdidos los sentimientos de honor que nos distinguen, le sigamos, lisongeándonos de poder vivir baxo un yugo que halagará nuestras pasiones.

      Infelices de nosotros si tal sucediese, é infelices tambien si oyésemos la voz de esos desgraciados, que habiendo seducido á una pequeña porcion de los pueblos que nos rodean, caminan á su ruina, queriendo envolvernos á nosotros en la misma desgracia. ElIos, no lo dudeis, ó por la corrupcion de su corazon quieren seguir el impulso desordenado de sus pasiones; ó son unos emisarios comprados por Napoleon. Como este ha desesperado de ocupar las Américas que arrebatan toda su atencion, cuyo vacío no puede llenarse con cosa alguna; como ve que sus esquadras tienen impedido el paso por nuestra aliada la generosa Nacion Británica; que sus exércitos no pueden llegar á nuestros puertos sin encontrar en ellos la muerte, se vale de la seduccion para introducir la anarquía. Estas son sus miras, y este el objeto que se han propuesto esos quatro per turbadores del sosiego público. Pero llamemos en nuestro auxîlio á la religion, á la razon y al honor, y quedaremos convencidos de que para ser felices, debemos cerrar para siempre nuestros oídos y nuestro corazon á sus detestables proyectos: porque ¿quales son estos? ¿ Acaso sacudir el yugo de la dominacion suave y benéfica del Supremo Consejo de Regencia? porque si es así ¿donde están aquellos dias alegres y festivos del mes de Julio de 808 en que el europeo y el americano, el sacerdote y el secular, el soldado y el paisano, el rico y el pobre, el indio y el español formaron un solo cuerpo y una sola voz, bendiciendo al Todopoderoso por el aliento quehabia infundido á los habitantes de la península para rechazar la fuerza del tirano; y en que jurando una fidelidad eterna al Monarca español Fernando VII, se poblaron los ay res de los vivas y afectos mas sinceros? ¿donde están? porque ¿que será ser fieles al Rey Fernando representado en este Cuerpo Soberano, instalado y reconocido por toda la Nacion, si desobedecemos á quien lo representa? ¿Quien sino aquella ha depositado en sus manos la soberanía del Monarca? Fernando VII nos gobierna, gobernándonos el Supremo Consejo: ¿y rebelándonos contra este, no nos rebelamos contra aquel? ¡ Ah¡ ¿Que se diria de los Americanos, que despues de cerca de tres siglos de lealtad á sus Reyes, que quando por voto de los pueblos ocupa el solio español el mas amado de los Monarcas; que quando este gime en la mas dura opresion, entonces con una detestable apostasía degeneraban del antiguo honor que formaba su carácter? No, lejos de nosotros un borron tan infame. Somos católicos, habitamos un pais, que quando la Europa toda ha sido contaminada en partes de la peste funesta de la heregía, él solo ha conservado pura é intacta la fe de sus padres. Acordémonos de que Dios, su Evangelio, los Padres de la Iglesia y sus Concilios, nos mandan y prescriben la sujecion á las potestades legítimas. Eslo la que exerce el Supremo Consejo de Regencia, y las que dimanan de él; y sin sacudir el yugo del Evangelio, no podemos sacudir el de la potestad soberana que nos rige. Doblemos el cuello baxo el peso de estas máximas saludables, sigamos el impulso de nuestra razon ilustrada por la fe', y entendamos que todo quanto se oponga á estas verdades, es una felicidad aparente.

      Sabemos bien que el nombre de libertad lisonjea y halaga nuestras pasiones: que quando nos creemos árbitros y señores de nuestra fortuna, nos persuadimos de que ya somos sólidamente felices: si esto fuese así, el mundo acaso canonizaria la rebelion; pero nos engañamos, amados compatriotas. Fixemos si no la. vista en esos alucinados que siguen el partido de los facciosos: ¿que otra cosa son sino unos esclavos? no todos ellos son gefes; tienen dos ó tres que los gobiernan; se les han impuesto leyes que deben obedecer, y penas que deben sufrir; tanto mas duras aquellas y estas, quanto que no están cimentadas sino sobre el capricho; y esto ¿será ser libres y felices? Disfrutarán, es verdad,


Скачать книгу