Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh

Roja esfera ardiente - Peter Linebaugh


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indómita osadía, de repulsa y derrota que oyó en su niñez de los jornaleros de su padre mientras araban y gradaban la antigua finca que rodeaba las viejas ruinas del señorial O’Byrne»[11]. Los relatos pertenecían a la tierra; eran de ella y estaban en ella. ¿Era Catherine consciente de que Liamuin había desobedecido a un rey? ¿La conocían a ella criados, artesanos, peones y campesinos y sabían su historia? La sabiduría popular de la localización contribuyó a la conspiración revolucionaria desarrollada en Irlanda en la primavera y el verano de 1803.

      2. La búsqueda de lo común

      En 1807, quien fuera amigo de Robert Emmet en la universidad, el poeta romántico Thomas Moore, expresó también nostalgia y soledad con la metáfora de la rosa, tras el fracaso del proyecto revolucionario de Emmet:

      Es la última rosa del verano

      florecida en soledad;

      todas sus hermosas compañeras

      están marchitas e idas;

      ninguna flor pariente suya,

      ningún capullo cercano

      que refleje sus sonrojos,

      El sentimiento es fuerte, y el dolor, palpable. Emmet es una flor. La expresión estética de la historia puede ser un problema. El símbolo, la rosa, no nos conduce a los principios por los que él murió. El efecto poético está alimentado por el silencio o el aislamiento. Contemplando el poema, la muerte de Despard y Emmet en 1803, y la aparición de la rosa en el camino de sirga en 2000, no pude sino sonrojarme, suspirar, y volver a mi búsqueda, que había dejado ya de estar fusionada con la rosa del sendero.

      Aunque no pertenecía a la Sociedad de los Irlandeses Unidos, Moore se convirtió en un poeta romántico nacional que tradujo al inglés las canciones irlandesas del Festival de Arpa de Belfast celebrado de 1793, en el proceso de convertir lo que era de espíritu indígena y salvaje en elegancia literaria urbana. En referencia a Emmet, escribió directamente lo siguiente:

      ¡Oh! No susurréis su nombre, dejadlo dormir a la sombra,

      donde frías y sin honores yacen sus reliquias:

      tristes, silentes y oscuras serán las lágrimas que derramemos,

      El silencio persiste. En palabras memorizadas por el joven Abraham Lincoln, comprensivas con las cuitas de los irlandeses, y conmemoradas por W. B. Yeats y en los corazones de los irlandeses, Robert Emmet habló a la conclusión de su juicio, por encima de las interrupciones intimidatorias del juez:

      Hay dos tipos de silencio. El silencio real que


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