Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh
A Catherine no lograron «obligarla a volver».
Una tentadora alusión a Catherine en las Recollections de Valentine Lawless, segundo lord Cloncurry, observa que había salido de Londres tras la terrible muerte de su esposo Edward, para ser cuidada en Lyons, no en referencia a la segunda ciudad de Francia sino a una de esas magníficas mansiones, como el Monticello de Jefferson o las fincas campestres inglesas de la clase gobernante whig, esta construida y habitada por Cloncurry en el límite entre Dublín y Kildare. «Nos convertimos en una especie de centro de refugio para las huestes de pobres expulsados de sus casas por los atroces actos de un ejército», escribió. Medio siglo después, relataba que «Vivió con mi familia en Lyons unos años»[3]. Allí él pudo ofrecerle «un refugio frente a la indigencia». Lyons es adyacente al Gran Canal, en el condado de Kildare. El Gran Canal se completó en 1803, el mismo año que Catherine huyó a Lyons. Si allí es donde terminó su vida, ¿quizá pudiéramos hallar los restos?
Los siguientes temas no se desvanecieron tras la muerte de Edward o la desaparición de Catherine. La abolición de la esclavitud, la independencia de Irlanda, la mejora del sistema carcelario y la emancipación de las mujeres habían sido las causas de su tiempo, y estuvieron a punto de ser extinguidas por los instrumentos de la contrarrevolución: la soga y la hoja del verdugo. ¿Lograría yo encontrar pruebas de sus restos en el polvo acumulado en los ataúdes del sarcófago de Valentine Lawless, lord Cloncurry? (¿Y de qué me serviría encontrar esos restos?).
Lyons es una mansión con un lago privado, cuya construcción comenzó en 1785. A la muerte del padre, en 1799, Cloncurry se convirtió en el dueño. «Creé un lugar hermoso, y empleé a un ejército de hombres» para mejorar la propiedad[4]. Sus arcos rebajados, a ambos lados del edificio central, están hechos de sillares rústicos de granito. La grandiosa puerta de entrada con frontón culmina en una escultura de granito de Aries y Tauro, y un escudo de armas con insignia y corona. Las columnatas dóricas a ambos lados del edificio principal unen las dos alas, cada una de ellas tan amplia como cualquier palacio. Contrató artesanos experimentados como Gaspare Gabrielli para pintar los frescos y los medallones. El papa Pío VII le obsequió con una pila bautismal de mármol para la entrada. Era 1801, el año en el que entró en vigor el Acta de Unión que abolía el Parlamento irlandés, y en el que el papa firmó el concordato con Napoleón. Por lo general, en la entrada de un templo había una pila de agua bendita. El papa, Napoleón, Cloncurry: todos hostiles a la Corona inglesa.
Nacido en 1773, Valentine Lawless era más joven que Despard, pero Portarlington, en el condado de Laois, fue su lugar de nacimiento, de modo que al menos debía de conocerlo de nombre. La amistad, sin embargo, no se basó en su proximidad como paisanos; ambos fueron miembros de la Sociedad de los Irlandeses Unidos, es decir, revolucionarios. Lawless se unió a ella en 1793. Como Robert Emmet, que se unió tras él, vestía de verde y se mantuvo cerca de los líderes del movimiento. Fue detenido, junto con Despard, en la redada de radicales que tuvo lugar en Londres en 1798, y confinado en la Torre de Londres durante seis semanas. Lo volvieron a detener en abril de 1799, y permaneció en la Torre hasta 1801. En septiembre de 1802, al Consejo Privado le llegó el rumor de que Cloncurry le había prestado 700 libras a Despard[5].
A su liberación, Cloncurry se fue a vivir a Roma. Era la época en la que Gran Bretaña y Francia luchaban por controlar Egipto y el Mediterráneo oriental, rapiñando todo lo posible. Lord Elgin comenzó el saqueo sistemático de las esculturas de mármol del Partenón y del Erecteón en la Acrópolis griega[6]. Cloncurry también «coleccionaba» esculturas y muebles antiguos: columnas de tres metros y medio de granito egipcio, una estatua de Venus procedente de Ostia (el puerto de Roma), tres pilares de granito rojo de la Domus Aurea de Nerón, otro pilar de los baños de Tito, esculturas del templo de Portuno, tres cargamentos de saqueo que serían transportados por el Gran Canal hasta Lyons, y otro que se hundió en una tempestad en la bahía de Wicklow. La burguesía revolucionaria veneraba Grecia y Roma y se rodeaba del estilo clásico en la arquitectura majestuosa de Whitehall, Monticello, Washington DC, Dublín o Lyons.
¿Qué pensó Catherine, al ver este botín de África y Roma? Tal vez compartiera el lamento de los revolucionarios irlandeses ante el hecho de que en 1798 Napoleón decidiera invadir Egipto en lugar de Irlanda. Años después (ca. 1850), el antiguo esclavo estadounidense Well Borwn experimentó una revelación en París al observar el obelisco del Nilo: la grandeza de los constructores de Egipto sugería la prioridad de la civilización africana sobre la europea. Este era un conocimiento común en tiempos de Catherine, porque era el tema del libro radical más popular de su época, Las ruinas de Palmira, de Constantine Volney, que aportaba pruebas de que el origen de la civilización estaba en África. Refutaba, en consecuencia, la emergente doctrina de la supremacía blanca y su corolario, la inferioridad innata de los africanos.
En la Galería Nacional de Irlanda se expone una escultura de mármol. Una figura de mujer, «Lady Liberty», descansa el brazo izquierdo sobre el hombro de un busto de Cloncurry. El mármol de la estatua expresa la naturaleza contradictoria de Cloncurry, su casa y su causa: la revolución burguesa proclama la libertad universal en términos que solo los ricos podrían permitirse.
Antes de construir ferrocarriles, barcos de vapor, automóviles o aviones de reacción, la burguesía construyó canales[7]. Los dos grandes canales que avanzaban desde Dublín hacia el oeste –el Canal Real, al norte del río Liffey, construido entre 1790 y 1817, y el Gran Canal, al sur del río, construido entre 1756 y 1803– proporcionaron un medio clandestino para el transporte de ideas revolucionarias, además de comercio. El Gran Canal recorría ochenta y ocho millas, hasta el río Shannon. Estos eran los cursos de agua que drenaban la riqueza de Irlanda central, su trigo y patatas, por ejemplo, hacia el «sistema mundial» de comercio. Ayudaron a poner fin a la producción de subsistencia local. Si bien los historiadores posteriores se inclinan a ver en ellos la base del progreso, no todos los contemporáneos podían permitirse dicha opinión. Por una parte, del comercio del grano surgió una gran riqueza; por otra, a los productores del grano les esperaba el hambre.
La construcción de canales era un trabajo de cuadrillas, cavando con palas y arrastrando con carretas. Miles de personas trabajaron en condiciones sórdidas y peligrosas. A los peones de obra se les conocía como navvies, diminutivo de navigators. Rebeldes y fugitivos pelearon entre ellos. Richard Griffith se unió al consejo del Gran Canal en 1784, trayendo consigo una fortuna caribeña acumulada a costa del trabajo de las cuadrillas de esclavos. En el verano de 1798, el ejército usó el canal para transportar tropas fuera de Dublín y presos a la ciudad. Los peones del canal se unieron para exigir una subida de salarios el invierno que Despard fue ahorcado. Una noticia hacía referencia al «desenfrenado espíritu de asociación entre los artesanos y los obreros de todas las categorías». En 1803, aparecieron anuncios en los periódicos irlandeses ofreciendo a los obreros seis chelines al día por abrir canales en Inglaterra, el doble de lo que se les pagaba en Irlanda[8].
Lyons debe su nombre a la colina que tiene tras él, con un castro en la cumbre, Cnoch Liamhna en irlandés, y por Liamhain, el nombre del territorio, incluida la casa, su heredad y la mayor parte del distrito de Newcastle, perteneciente al condado de Dublín. La colina fue un espacio de investidura y asamblea en la Edad Media. Allí habían residido los reyes celtas. Aquí obtuvo una victoria Brian Boru. La historia del nombre del lugar está registrada en veintiocho versos del Libro de Leinster, escrito en irlandés en el siglo XII[9]. Los peones del canal hablaban irlandés. Los relatos heroicos de la historia gaélica, surgidos en los periodos pastoriles de lo que James Connolly llamó el «comunismo celta», fueron conservados por eruditos y bardos entre los hablantes de irlandés[10]. En tiempos de Connolly, las