Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh
deliberada y consciente se opuso a lo común, mientras que el otro exaltaba lo común. «Cooperación y supervivencia en Jamaica» relata cómo la carrera de Despard como oficial de artillería lo llevó a obtener éxitos en Jamaica tras la revuelta abolicionista de Tacky (1760). El capítulo sobre «Nicaragua y lo común entre los miskitos» describe la desastrosa expedición militar de 1780, cuyos resultados estuvieron a punto de salvarle el cuello a Despard veintitrés años más tarde. Hizo amistad, entre otros, con los indios miskitos, y esa amistad formó parte de su política, descrita en «Honduras y lo común entre los mayas». Rechazó la política imperial y la supremacía racial blanca. La comprensión solidaria de las prácticas indígenas fortaleció su compromiso con lo común, haciendo que los plantadores coloniales exigieran que fuese destituido.
En esta búsqueda han emergido tres tipos de común: el de subsistencia, el ideal y el americano. El común de subsistencia asume la mutualidad, o el trabajar juntos. Tú practicas lo común, tú pones en común: «Buena parte de la tierra se compartía de algún modo»[14]. El cercamiento es una abolición de lo común. Por supuesto, hay ecologías –bosque, montaña, humedal y mar– distintas del terreno arable, con sus campos de trigo (pan) y cebada (cerveza). En estas ecologías, el forrajeo perduró milenios, proporcionando la base de ese común «bárbaro» descrito por James C. Scott[15]. Aun así, el común clásico tiene raíces clásicas en el ager publicus por el que luchó Espartaco. La denominada «Ley Agraria» de distribución igualitaria de la tierra fue defendida por los hermanos Graco, Tiberio y Cayo.
El derecho comunal es un poder de apropiación directa y mutua, en contraste con la exclusividad de la propiedad privada que avanza en un sentido: del «nuestro» al «mío». Elude la forma de mercancía y el intercambio de mercancías, cubriendo de manera directa las necesidades humanas, por lo general en forma de trabajo a domicilio o subsistencia doméstica, como en el caso de la leña como combustible para cocinar o el pasto para obtener leche de vaca. Lo común en cuanto relación social está emparentado con lo común en cuanto recurso natural, pero no son lo mismo. Los dos significados del término inglés commons se sugerían en el Dictionary del doctor Johnson (1755): 1) «miembro de la gente del común; hombre (¡sic!) de bajo rango; de condición mezquina», y 2) «campo abierto usado igualmente por muchas personas»[16].
El segundo tipo es el común ideal. «Todo el trabajo del hombre son las artes y todas las cosas en común», escribió William Blake, grabado en cobre. A los primeros cristianos se les ordenaba poner «todas las cosas en común» (Hechos 2: 44, 4: 32). Desde «la edad de oro» de la Antigüedad griega y romana al medieval «país de Jauja» (donde no hay piojos, moscas ni pulgas, y los frailes vuelan de verdad), oímos hablar del ideal de lo común, o podíamos soñar con él. Estas ideas no se ceñían a la propiedad en común; describían condiciones generales de mutualismo y felicidad para todos. Es también importante ver que estos estados de perfección surgieron en condiciones históricas más o menos comprendidas pero que no obstante ocurrían en este mundo y no en el más allá. Son nociones estimulantes, capaces de excitar el idealismo de jóvenes y viejos. Desde que la enseña arcoíris de la revuelta campesina de 1525 exigió poner todas las cosas en común, omnia sunt communia es el programa de quienes se oponen a la privatización respaldada por el Estado.
El tercer tipo de lo común se observa (no se sueña), y se aplica a toda la sociedad (no a quienes la abandonan). Lo llamo lo común americano por una poderosa y peligrosa ambigüedad que alberga en su interior: no es ni completamente real ni completamente imaginario. Como «América», fue un nombre europeo cuyo referente eran los pueblos indígenas, en contraste con los colonos europeos. Los europeos mezclaron las observaciones de los viajeros con sus propios miedos, fantasías y esperanzas proyectados. Lo común se volvió literalmente utópico, un neologismo derivado de dos palabras griegas que significan buen lugar y ningún lugar, y título del libro de Thomas More publicado en 1516[17]. En Utopía, una mancomunidad isleña situada frente a la costa de Sudamérica, «todas las cosas son comunes, todo hombre tiene abundancia de todo». Este común podría ser un aspecto de los primeros días de la colonia de asentamiento, con su robo de bienes comunales indígenas.
«Al comienzo, todo el mundo era América», escribió John Locke, «y más aún que ahora; porque en ninguna parte se conocía el dinero»[18]. La ambigüedad del común americano se encuentra en la influyente teoría antropológica del «comunismo primitivo» desarrollada por Lewis Henry Morgan, cuyos estudios sobre los pueblos iroqueses (y su defensa de sus tierras) influyeron directamente en Marx y Engels, así como en la noción antropológica de «comunismo primitivo»: una condición de ayuda mutua, simplicidad de herramientas y propiedad grupal de los recursos.
Ned y Kate experimentaron los tres tipos de común: el de subsistencia, el ideal y el americano. No fueron los únicos. Personas con experiencia en los tres empezaron a reunirse en la década de 1790. Debido a la promesa revolucionaria de tales encuentros, los dirigentes intentaron destruir y eliminar lo común con los cercamientos de la prisión, la tierra, la fábrica y la plantación: el abismo de Blake, la «roja esfera ardiente». La roja esfera ardiente podría hacer referencia a lo que denominaríamos el Antropoceno, con su calentamiento planetario, o a las luchas revolucionarias de la época y los incendios en las plantaciones esclavistas.
6. «Haití» muestra que no hay forma de entender la Europa ni la América modernas sin situar exactamente en medio la Revolución haitiana[19]. Comenzó en un terreno comunal, el Bois Caïman, en agosto de 1791, y duró hasta obtener la independencia, una década después, por la época de la conspiración y la ejecución de Despard, en 1803. Susan Buck-Morss dice, acerca de 1802 y el ataque simultáneo de Hegel a Adam Smith y a la revuelta haitiana, que «en este momento histórico convergieron la teoría y la realidad»[20]. Nadie personificó más plenamente esa convergencia que la pareja formada por Edward y Catherine Despard.
«Haití y Thelwall» presenta a un importante reformador de Inglaterra que se opuso a los cercamientos. El Gobierno rodeó a John Thelwall mientras hablaba y lo encarceló. Las reacciones de Thelwall a la revuelta haitiana revelan la separación histórica entre el revolucionario práctico y el idealista poético. «Irlanda y Volney» está dedicado al aristócrata filósofo y revolucionario Constance Volney. Su obra, traducida al inglés por Jefferson, influyó en los militantes haitianos e irlandeses, por su crítica laica a la religión y su análisis de clases del poder político. El pensamiento de la clase dominante afirmaba que las «divisiones» entre hombres y mujeres, patricios y plebeyos, negros y blancos, pobres y ricos eran «naturales» y «eternas». Al introducir la exactitud temporal en los orígenes políticos de estas divisiones, el capítulo «Un punto en el tiempo» muestra que no es así. ¿Qué significaba la raza y cómo cambiaron sus significados con la expansión de la esclavitud racial? Ned y Kate tuvieron un hijo, un niño mestizo llamado John Edward, que refuta una de esas divisiones.
7. «Inglaterra» sigue a Irlanda, América y Haití como el cuarto pico de las montañas atlánticas. Ned y Kate se embarcaron en un proyecto revolucionario con un desdichado final. Inglaterra estaba dominada por terratenientes, tanto de tipo aristocrático y militarista como de tipo burgués, decidido a obtener rentas elevadas. Para progresar en sus causas de conquista y beneficio, el cercamiento de tierras y la abolición de lo común en su propio país se volvieron parte integral de la guerra contra los súbditos coloniales y su común. «Un sistema de devoradores de hombres» describe la sistemática violencia mundial liderada por el primer ministro William Pitt, y la oposición a ese sistema en Inglaterra, que incluyó la acción directa de Despard. «La oca y lo común» se inspira en lo folclórico, abordando lo común desde el punto de vista de un pequeño kōan poético sobre una oca. «La guarida de ladrones» examina la ley de cercamientos de Enfield, que tuvo