Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh
por lo tanto, palabras aplicables tanto al ansia de vida del hombre como a su anhelo del proyecto revolucionario. Despard y Emmet permanecieron silenciosos ante la propia ley. No se sabe dónde están enterrados. En busca de Edward y Catherine Despard, y en busca del significado de las últimas palabras de Emmet, este libro propone reivindicar los motivos y dar a conocer el proyecto de ambos, compartido con Emmet, de su oscuridad no inscrita. Los ilotas, el pueblo de la primera colonia de Inglaterra, desencadenaron la formación del Reino Unido en 1801; movilizaron el Atlántico (los marineros, los mozos de carga y descarga, los estibadores, los peones de obra); constituyeron la vanguardia del proletariado nacido del capitalismo mercantil; y fueron únicos en lenguas, religiones y tradiciones. Proporcionaron el fuego para las erupciones volcánicas del momento.
[1] T. Elyot, The Book Called the Governor, Londres, 1531.
[2] William Drennan escribió Letters to Orellana, an Irish Helot en 1784.
[3] T. Bartlett, D. Dickson, D. Keogh, y K. Whelan (eds.), 1798. A Bicentenary Perspective, Dublín, 2003.
[4] W. T. W. Tone, The Life of Wolfe Tone Compiled and Arranged by William Theobald Wolfe Tone, ed. T. Bartlett, Dublín, 1998, p. 879.
[5] Ibid., p. 294.
[6] R. Coram, Political Enquiries, Londres, 1791, pp. 21, 47, 53.
[7] J. Smyth, The Men of No Property: Irish Radicals and Popular Politics in the Late 18th Century, Nueva York, 1992.
[8] W. Drennan, «The Intended Defence», en S. Deane, The Field Day Anthology of Irish Writing, Derry, 1991, pp. 324-326.
[9] D. Keogh, Patriot Priest: A Life of Reverend James Coigly, Cork, 1998.
[10] T. Russell, An Address to the People of Ireland, Dublín, 1796.
[11] L. H. Morgan, Houses and House-Life of the American Aborigines, Washington, DC, 1881, cap. 2.
[12] Citizen John Burk, The Cry of the Poor for Bread, Dublín, s. d.
[13] K. Whelan, Fellowship of Freedom: The United Irishmen and 1798, Cork, 1998, p. 34.
[14] J. Quinn, Soul on Fire: A Life of Thomas Russell, Dublín, 2002.
[15] D. Carroll, The Man from God Knows Where: Thomas Russell, 1767-1803, Dublín, 1995.
[16] F. J. Bigger, William Orr, the Northern Leaders of ’98 [1906], facsímil de la primera edición, Dublín, Belfast Linenhall Library, 1998, p. 9.
[17] Ibid., p. 21.
[18] K. Whelan, The Tree of Liberty: Radicalism, Catholicism and the Construction of Irish Identity, 1760-1830, Cork, 1996, pp. 3-59.
[19] Ibid.
[20] F. J. Bigger, cit.
[21] A. T. Emmet, Memoir of Thomas Addis Emmet and Robert Emmet, Nueva York, 1915, vol. 2, pp. 13-15.
[22] Ibid., pp. 547-552.
[23] Proclama reimpresa en R. O’Donnell, Robert Emmet, Dublín, 2003, vol. 2, pp. 303-313.
[24] Carta a sir George y lady Beaumont, 1 de octubre de 1803, 402394, MA 1581 (Coleridge) 4, Nueva York, Morgan Library and Museum.
C
SUBSUELO Y CLANDESTINIDAD
6. El Antropoceno y los estadios de la historia
Los historiadores han llamado a esta época la gran transformación, la Revolución industrial, la gran divergencia, la era de las revoluciones democráticas, la era napoleónica, la era de Paine, la era de la revolución. Escriben manteniendo un sentido de continuidad con nuestro tiempo; sus temas son los nuestros; formamos parte de la misma época. A veces sus títulos no expresan el periodo, sino la acción: así «La mecanización toma el mando» o «Haciendo la clase obrera inglesa»[1]. La máquina se aplica a muchas empresas humanas y se usa como metáfora; de igual modo, «hacer» hace referencia tanto a la producción como a la interpretación, o a la base y a la superestructura. La «máquina» sugiere predictibilidad y determinismo; «hacer» sugiere sorpresas y voluntarismo.
En The Prelude (1805), los impactantes versos de Wordsworth sobre la Revolución francesa, cuando «la naturaleza humana parecía renacer», hacen referencia a todo el mundo, y a su remodelación:
[…] el dócil y el idealista
encontraron ambos los ayudantes ansiados,
y material a mano, tan plástico como desearan,
fueron llamados a ejercer su destreza,
¡no en Utopía, en campos soterrados,
ni en alguna isla secreta, de sabe Dios dónde!
sino en el mismísimo mundo, que es el mundo
de todos nosotros, ¡el lugar donde al final
hallamos o no nuestra felicidad![2].
Aplicar el término «idealista» a Despard, descendiente de terratenientes, y el de «dócil» a Catherine, descendiente de esclavos, es aceptar los estereotipos del hombre militar y la mujer auxiliar. Aun así, descubriremos que los versos de Wordsworth describen adecuadamente el proyecto de ambos.
Edward y Catherine Despard conspiraron en el vientre de la bestia del recientemente llamado Reino Unido. La bestia en cuyo vientre se hallaban era imperial, tenía hambre de mundo. Pero el mundo ya estaba devolviendo el golpe. Él, un irlandés, fue ahorcado y decapitado por traidor el 21 de febrero de 1803, y ella, una mujer afroamericana, desapareció en la clandestinidad de los Irlandeses Unidos, en el condado de Kildare. Aunque su conspiración tiene una verdadera importancia para la historia británica, ya que forma la tradición soterrada o ilegal, y aunque él fue un líder destacado de la revolucionaria Sociedad de Irlandeses Unidos, las últimas palabras que salieron de sus labios no expresaron sentimientos de patriotismo irlandés ni de lucha de clases inglesa, sino de solidaridad con los oprimidos en nombre