Rumbo: maestr@. José Miguel Pareja Salinas

Rumbo: maestr@ - José Miguel Pareja Salinas


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      Trabajar en equipo

      divide el esfuerzo y multiplica los resultados

      Anónimo

      b. Inteligencia emocional

      El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío.

      Horace Greeley

      Somos seres viscerales, capaces de tomar decisiones trascendentales en cuestión de segundos para, así, poder sobrevivir o librarnos de una amenaza.

      ¿Crees que hemos cambiado mucho? ¿La razón es la que resuelve todos nuestros conflictos diarios?

      En algunas situaciones, y si el entorno nos acompaña, será la razón la que nos dé las pautas para tomar la decisión que más nos beneficie. Tengo que comunicarte que has elegido una profesión donde las emociones, los estados de alarma y los sentimientos propios y ajenos campan a sus anchas. Podríamos llamarlo un jardín emocional.

      Así que estás en la obligación de meter en tu maletín de herramientas, la inteligencia y la gestión emocionales: esas capacidades de identificar y comprender las emociones propias y las del alumnado en cada momento para actuar en consecuencia.

      Para conseguir el éxito global, no podemos olvidar este aspecto y creer o pensar que el éxito que buscamos los docentes para nuestro alumnado es solamente el académico: esto sería un completo error.

      Actualmente puedes encontrar muchas publicaciones que abordan eal tema de la inteligencia emocional y te invitamos a que profundices todo lo posible en él. Aquí vamos a recoger los aspectos esenciales que debes tener en cuenta y que influyen directamente en el aula.

      La neuroeducación —los estudios sobre el cerebro que investigan cómo se aprende— asegura que la tensión, la ira, la violencia, la ansiedad, el miedo... bloquean el aprendizaje; y que la amabilidad, la sonrisa, la tranquilidad incluso en momentos críticos, la confianza, la esperanza, las expectativas positivas, la alegría... estimulan el aprendizaje.

      ¿Cómo puedo ser capaz de ser un buen maestro si no reconozco mis emociones? Esta pregunta nos conduce a la idea que te queremos transmitir: trabajar la empatía, la educación emocional en el aula... es muy importante; pero se hace imposible, si no nos miramos nosotros mismos por dentro y alcanzamos un autoconocimiento emocional.

      Comienza, pues, a conocerte y a ponerle nombre a lo que sientes. Cuando lo consigas estarás preparado para enseñarselo a los demás. Eres un espejo en el que se mira todo el alumnado, por lo que deberás mantener un equilibrio emocional durante el día a día, durante la resolución de un conflicto o mientras hablas con una alumna o un alumno. No puedes dejarte llevar por el enfado, la rabia, la impaciencia, la desesperación o la impotencia. Esos sentimientos existen y hay que ponerles nombre, pero, si no los sabes canalizar y gestionar, estarás enseñando que esas emociones, de algún modo, «justifican la violencia».

      Ahora que has echado una mirada dentro de ti es cuando podrás pensar, planificar y trabajar estos conceptos dentro del aula y convertirte en un líder emocional para tu alumnado.

      Utiliza tu Cuaderno de prácticas para recoger cómo se gestionan las emociones dentro del aula en que te encuentras. ¿Se atienden estas emociones o se ignoran?

      Puedes llevar un registro emocional detallado de tu estancia en el centro y dentro de tu grupo-clase. Conocer cómo piensa y qué siente el alumnado te hará dar respuestas más adecuadas en cada momento e individualizarlas.

      4. Superpoder del «todos conmigo».

      Buscando su atención: pruébate

      Vamos a practicar lo que hemos visto hasta ahora

      A continuación, te planteo una serie de retos básicos que te ayudarán a saber que control tienes del aula. Habla con tu tutor de prácticas y coméntale que los quieres realizar durante tu estancia, para, así, ver la evolución y los resultados.

      Recuerda que, en el aula, no pretendemos un silencio absoluto en el que se oiga el aleteo de una mosca. Buscamos saber que tenemos la atención del alumnado y que este responde a nuestros gestos, miradas o comentarios.

      «Tenéis 3 minutos para leer el texto de la página 25 del libro de castellano. El tiempo empieza…¡ya!»: de esta forma se empieza una clase consiguiendo silencio en 2 minutos. Durante los dos primeros minutos habrá personas que se pongan nerviosas, que no encuentren el libro, que estén fuera de su sitio y tengan que llegar a él tropezando con todos… Tú, tranqui. El último minuto será de silencio. Y ya puedes repartir más faena, escribir en la pizarra el trabajo a realizar o dar instrucciones. Además, habrán leído 3 minutos… Porque si esperas a que estén en silencio para empezar con las instrucciones, seguramente habrá una crisis.

      Ahora te toca empezar a probar y experimentar formas de captar la atención de tu público. Sería interesante que lo hicieses con tu tutora dentro del aula y sin su figura de autoridad, para ver si el alumnado reacciona igual, no vaya a ser que hagan caso porque se lo ha dicho su profe. Empezamos:

      · Levanta la mano: ¿qué pasa?

      · Quédate callado e intenta controlar el silencio con la mirada; busca a quien esté hablando para transmitirle que debe parar.

      · Haz una broma o un chiste cuando estén trabajando y recupera lo antes posible la vuelta a la concentración.

      · Busca un gesto tuyo con el que consigas su atención.

      · Gírate hacia una pared y di «¡Calla!» un par de veces, sin dirigirte a nadie en concreto.

      Toma nota en el Cuaderno de las reacciones que han tenido y analiza los resultados. Durante tu tiempo de prácticas ve haciendo estos ejercicios y verás cómo los resultados no son los mismos. Cuanto más te conozcan, más vínculo habrás creado y por lo tanto mejor irá todo.

      1. Coelho, P. (2012). Ser como el río que fluye. Barcelona. Grijalbo

      2. Aula Planeta. «Diez consejos para aplicar el aprendizaje colaborativo en el aula.» (2014). Recuperado de: https://www.aulaplaneta.com/2014/11/03/recursos-tic/diez-consejos-para-aplicar-el-aprendizaje-colaborativo-en-el-aula/

      MOTIVA-ACCIÓN

      Crea retos y aviva el fuego

       El niño no es una botella que hay que llenar,

       sino un fuego que es preciso encender.

      En el capítulo anterior hemos conseguido la atención focalizada de nuestro alumnado. Hemos hecho nuestra magia, activado nuestro superpoder de «Todos conmigo».

      Ahora tenemos que conseguir que el alumnado ponga en marcha su atención sostenida. Es decir, que se mantenga centrado en la actividad que proponemos, que esté durante un tiempo haciendo unos ejercicios de mates, escuchando una explicación o pintando con los pinceles sin entretenerse en otra cosa. Y eso lo conseguiremos activando su curiosidad.


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