Rumbo: maestr@. José Miguel Pareja Salinas
4. Superpoder del «todos conmigo». Buscando
su atención: pruébate
El gran miedo de un docente: ¿me harán caso?; si no me lo hacen, ¿cómo actúo?; ¿me dará tiempo a cumplir todo lo programado?
Imagino que, durante tu formación universitaria, por tu propia curiosidad innata de querer aprender (por eso has elegido esta profesión), habrás escuchado, en conversaciones informales de carácter social, frases como «En los tiempos que corren el maestro ya no es una autoridad»; «La culpa es de las familias que no transmiten valores»; «Los alumnos ya no tienen respeto». Como si el maestro se hallara al margen de la situación actual y no pudiera hacer nada por generar una chispa de cambio.
Quizá la mezcla de lo anterior y muchas otras cosas sea la causa de los cambios que se han producido y conducido a la situación actual en la educación y la sociedad. Pero tú eres la clave del siguiente cambio. Y para cumplir bien ese papel, hay que tener recursos, formación y estrategias que te permitan ser «el director de la orquesta» y el acompañante del alumnado en su carrera hacia la sociedad del futuro.
1. Superpoder del autoconocimiento:
tu mirada y tu tono de voz
Los recursos que te ofrece este libro van más allá de la pura teoría, necesaria por supuesto. Empezaremos reflexionando sobre las herramientas que ya traes de casa, entre las que tendrás que elegir cuáles utilizar y cómo. La decisión que tomes marcará un rumbo para ti y tu futuro alumnado.
Aún no hemos entrado al aula y ya la estamos gestionando. ¿Cómo es posible?
Sabrás que la autoevaluación del profesorado es un concepto fundamental para mejorar, avanzar y pulir los errores que pueden surgir en nuestro trabajo diario. Por lo tanto, tienes que desarrollar, si no la tienes todavía, la capacidad de autoanalizarte y, por consiguiente, autoconocerte.
Tu mirada. No olvides desde ahora que es y será tu principal arma y vía de comunicación para conseguir los objetivos académicos o personales que te propongas. No se le da el valor que merece y, sin embargo, su poder es casi infinito. Como dice Paulo Coelho: «Podemos tener todos los medios de comunicación del mundo pero absolutamente nada sustituye la mirada del ser humano”.1
Por eso, creemos necesario que esta sea una de las primeras habilidades que entrenes y desarrolles.
¿Has pensado alguna vez qué transmite la tuya? El mensaje que mandes con ella será clave para entender la respuesta de tu alumnado ante cualquier situación del día a día. Busca el equilibrio: seriedad vs simpatía, cariño vs límites, seguridad vs improvisación...
Esto requiere un ejercicio de autoevaluación por tu parte. Y los mejores evaluadores y quienes te darán toda la información que necesitas serán los propios alumnos, ya que, según cómo veas que reaccionan a tu mirada, sabrás qué mensaje están recibiendo: «Quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación», dice un proverbio árabe.
Por otra parte, sigue realizando tu propio estudio interno.
Decide ahora cuál será el tono de voz que utilizarás tanto dentro como fuera del aula, en todos los espacios del centro. Es muy frecuente encontrar incoherencias docentes que están totalmente interiorizadas e impregnadas en el día a día.
Por ejemplo: «¡Silencio! ¡He dicho que os calléis!». Esta muletilla es el pan nuestro de cada día. Pero, si lo piensas detenidamente... ¿Qué sentido tiene gritar para pedir silencio? ¿No es contradictorio? Es solo el resultado de unas ganas inmediatas de conseguir la atención del alumnado, pero de no tener herramientas para lograrlo. Quizá utilizado una vez o dos funcione, por el factor sorpresa y el miedo causado al alumnado, pero... No olvides que el alumnado aprenderá, aunque esta no sea tu intención, que para lograr un clima silencioso deberá levantar su tono de voz y eso llevará a que, cuando quieran todos silencio, todos lo levantarán y se culparán unos a otros de no conseguirlo. Automáticamente, se generará un caos en el aula y tu paciencia se irá acabando de forma muy rápida.
Un tono de voz puede ser firme y directo, sin necesidad de subir el volumen, y al mismo tiempo consigue transmitir calma y empatía. De igual modo, un tono calmado puede infundir el mayor de los miedos. Consideramos importante que seas capaz de gestionar, dentro del centro educativo, las diferentes opciones de comunicación que te ofrece tu propia voz.
Si combinas de forma adecuada estas dos herramientas —la mirada y la voz— descubrirás que hay momentos en los que sobran las palabras, porque tu mirada lo transmite todo. Y hay otros momentos en los que tu tono de voz conseguirá calmar y controlar cualquier situación caótica que se pueda presentar.
Descubre en la siguiente tabla qué mirada y qué tono de voz tienes para, así, poder empezar a utilizar estas habilidades con diferentes fines educativos y personales.
Aprovecha tu tiempo dentro del centro educativo para descubrir diferentes métodos y formas, que tienen los docentes, de utilizar estas herramientas. Una buena gestión de aula empieza por el buen uso de ellas.
Puedes registrar en el Cuaderno de prácticas lo que te resulte más efectivo o sorprendente y con lo que tú te sientes más cómodo.
2. Superpoder de la observación:
¿qué miro?, ¿para qué lo miro?
¿No te falta algo? Te pregunto esto porque, en el apartado anterior, hemos visto qué dos herramientas tienes para gestionar el aula, pero aún no habíamos entrado en esta. ¿Lo hacemos?
El ser humano, de forma innata, cuando entra en un lugar nuevo o desconocido, abre sus ojos para detectar posibles peligros, conocer el espacio, identificar dónde están situadas las cosas...
Recuerda que, como no tienes la responsabilidad de dirigir el grupo, tendrás que aprovechar al máximo esta nueva habilidad que todo docente debe tener: la capacidad de observar.
Pensarás que me estoy repitiendo, porque ya hemos hablado de la mirada anteriormente, pero este enfoque es diferente. Me refiero a «la capacidad de mirar todo aquello que te rodea y aprovecharlo en tu beneficio», es decir, ser capaz de sacar toda la información posible, analizarla y utilizarla para adaptar e individualizar tus decisiones o respuestas y, por consiguiente, para gestionar el aula.
En más de una ocasión el alumnado, independientemente del curso, me ha dicho: «¿Es que eres adivino?» o «¿Cómo sabes eso?». Simplemente lo que ha sucedido es que he realizado una observación analitica y concienzuda de lo que estaba pasando a mi alrededor, mientras mantenía una conversación, explicaba un concepto, resolvía una duda o guiaba para llegar a la resolución de un conflicto... Y esto puede parecerle «magia» a tu alumnado.
Lo anterior refleja la importancia de observar, de observar bien y de saber qué y dónde mirar. Si entrenas esta habilidad y sabes dónde fijarte, se te abrirá un amplio abanico de información relevante de la que podrás beneficiarte durante tu periodo de prácticas y en tu futura labor como docente.
Aquí te vamos a dar las pautas para que empieces a usar esta herramienta.
Podemos encontrar dos tipos de observación: observación del aula y observación del alumnado. Así, te resultará mucho más sencillo poder abarcarlo casi todo. No vamos a desarrollar un gran listado de items,