Ronaldo: Un genio de 21 años. Wensley Clarkson

Ronaldo: Un genio de 21 años - Wensley Clarkson


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que un futbolista sea adula­do y logre aparecer más allá de los límites de la disciplina que ha escogido consiste en poseer un increíble atractivo sexual. Con un poco de suerte, si el artista en cuestión es joven y tiene un toque de peligrosidad, surgirán las comparaciones con las estrellas de la música y del cine. Ronaldo, sin embargo, era casi un patito feo. Prácticamente le tuvieron que reconstruir de joven para convertirle en la persona atractiva y segura de sí misma que es hoy en día. No cabe duda de que su juventud refuerza su atractivo (sólo conta­ba 17 años cuando debutó con la selección brasileña), pero influyen muchos más factores.

      Al contrario que Shearer, Bergkamp, Del Piero y Vieri, Ronaldo ha conseguido un éxito asombroso en poquísimo tiempo. En muchos sentidos, el desastre de Francia 98 puede servirle para reforzar su dominio dentro del fútbol mundial, al ser un ejercicio que podría ayudarle a fortalecer su personalidad mucho más que cualquier tipo de entrenamiento o triunfo.

      Ronaldo es el tipo de individuo que, hasta que alguien no descu­bre sus dotes, podría pasar desapercibido en una reunión de más de dos personas; y esto forma parte de su atractivo. Puede que millones de aficionados de todo el mundo le consideren Dios, pero no deja de ser una persona corriente.

      Sus seguidores, en concreto los más jóvenes, se deleitan con todo lo que tiene para ofrecerles. Seguro que muchos de ellos darían lo que fuera por saber jugar como él.

      En la mayoría de los partidos en los que juega Ronaldo se cuel­ga el cartel de completo. Millones de personas de todo el mundo han comprado las cintas con sus mejores jugadas, a pesar de que este tipo de videos sólo suele tener aceptación entre los aficionados más apasionados y los aspirantes a ser futbolistas.

      Su increíble éxito puede deberse en parte a su nombre: es fácil de recordar y suena inofensivo. Sin embargo, por mucho que Ronaldo pueda parecer una especie de marca comercial, lo cierto es que sus dotes futbolísticas tienen un estilo propio. Quizás Michael Owen sea el único jugador contemporáneo, aparte de Ronaldo, cuyo arte en el campo es tan fácil de identificar. A pesar de lo que digan sus detractores, las habilidades de Ronaldo no se reducen a una pura diligencia, a una base sólida de fútbol y a una destreza especial para aprovecharse de la falta de agilidad de los defensas contrarios. Y es que uno de los aspectos menos compren­didos del arte de Ronaldo es el uso que hace de su fuerza física. De hecho, su fortaleza media es equiparable a la de jugadores como Shearer y Bergkamp. Pero lo más importante es que tiene una forma muy madura y extremadamente controlada de afrontar la violencia sobre el terreno de juego.

      Su arte radica en la forma en que logra persuadir a los contra­rios para que piensen que pueden ir por él. Ocurre casi como cuan­do se insinúa cierta violencia truculenta en el cine sin que real­mente llegue a aparecer nada en pantalla. Verdadero genio en los ataques, su control sobre las reacciones de los defensas suele evocar escenas mucho más cruentas de carnicería futbolística de lo que realmente acaba ocurriendo.

      Las distintas formas en que Ronaldo maneja el balón han sido cortadas todas ellas, o más bien arrancadas, del mismo patrón. El distintivo que le ha ayudado a aumentar su popularidad tanto y tan rápido ha sido la combinación de dotes imprevisibles y poco con­vencionales con una fuerza interna impresionante.

      Y luego está el hecho de que, al contrario que cualquier otra supuesta leyenda del fútbol. Ronaldo ha tenido siempre a mano a dos agentes de confianza para orientarle y ofrecerle ayuda. Este aspecto añade una nueva dimensión a la evolución de su carrera, puesto que en cualquier traspaso se calcula hasta el último dólar. A Ronaldo le han convencido de que los cambios de club son benefi­ciosos para la salud de su carrera y de su cuenta corriente, que en la actualidad se cifra en torno a los 40 millones de dólares. Sin embar­go, más adelante estudiaremos con detenimiento los riesgos de enzarzarse en demasiadas discusiones ajenas al terreno de juego.

      En muchos sentidos, la historia de Ronaldo es como la adaptación del guión de una telenovela. Los temas y personajes nos resul­tan familiares, pero los diálogos y la estructura de su vida trascienden categoría. Su estilo ha nacido en un mundo dirigido por los grandes magnates capitalistas de los noventa, una especie que nunca antes había estado tan presente en el fútbol.

      Aunque su historia es una mezcla evidente de comedia, tragedia y violencia, que seguramente atraerá tanto a sus fans, como a sus detractores, no cabe duda de que las dotes de Ronaldo serán las que sigan consolidándole como joven símbolo. Su juego tiene algo de peligroso y sus actuaciones podrían llegar a gustar tanto como las sustancias prohibidas. Sus altibajos provocan subidones de adrenalina a los aficionados del fútbol y son motivo de intensos debates.

      Esta faceta peligrosa forma una parte vital del mito de Ronaldo.

      Lo que realmente preocupa a los supuestos expertos del fútbol es su capacidad para resucitar repentina mente durante unos pocos minutos de partido. Y eso es precisamente lo que más atrae a sus jóvenes seguidores.

      Aunque en persona Ronaldo pueda parecer inofensivo, lo que le ha consagrado como mejor jugador del mundo ha sido la determi­nación rotunda que imprime en sus carreras ofensivas y su indife­rencia cruel hacia los defensas. Aun así, ha intentado seguir siendo accesible e irradia el encanto de los que son conscientes de su nivel. Es como si estuviera diciendo: “si yo puedo hacerlo, tú también”. La saga de Ronaldo es muy parecida al motor de la vida de Río: la novela das oito, o, lo que es lo mismo, las telenovelas. Las estrellas de estas producciones líderes de audiencia son ídolos nacionales y, de hecho, un verdadero carioca sería capaz de cualquier cosa con tal de no perderse ni un solo capítulo. Simplemente hace falta ima­ginarse una telenovela con Ronaldo y su rubia prometida Susana Werner de protagonistas para empezar a hacerse una composición de lugar.

      La historia de Ronaldo es muy similar a la vida del día a día en Rio, la novela das oito, las telenovelas. Las estrellas de estos programas en horario estelar son ídolos nacionales, y un verdadero Carioca hace todo lo posible para no perderse ni un solo episodio. Imagina una telenovela protagonizada principalmente por Ronaldo y su prometida, la rubia Susana Werner, y empezarás a hacerte una idea.

      Ronaldo

      El niño que escapó de la favela que logró fama y dinero en el mundo del deporte.

      Susana

      La hermosa niña de clase media que se enamoró de nuestro héroe y entró en acción inmediatamente.

      Sonia

      La madre caída del cielo que vigila las compañías de su hijo y le llama a todas horas a sus tres teléfonos móviles.

      Nelio

      El padre que dejó las drogas y el alcohol para dar a su hijo querido el tipo de apoyo del que todos podríamos prescindir.

      Ricardo

      El, en ese entonces, presidente de la selección brasileña que formalizó su relación con el gigante Nike y vendió el equipo por $40 millones de dólares.

      Alexandre y Reinaldo

      Los dos banqueros que se convirtieron en agentes, y que ficharon a un cole­gial y se encaminaron para convertirse en multimillonarios.

      Jairzinho

      La leyenda del fútbol y amigo de los chicos de barrios marginales que descubrió a Ronaldo. Convenció a sus amigos Alexandre y Reinaldo para que le ficharan y después reclamó haber recibido una migaja por las molestias tomadas.

      Roberto Carlos

      El lateral izquierdo de la selección brasileña, superestrella en Francia 98, que desconcertó a nuestro héroe con sus extraños hábitos personales.

      Edmundo


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