Sin banda no hay fiesta. Virginia Yep
como típica. Las fiestas patronales, y en particular la Semana Santa, son el contexto de esta práctica que tiene como base un sistema de cargos de carácter tradicional que funciona adecuadamente para la celebración de las fiestas y que determina el éxito de las mismas.
El material para este trabajo es muy amplio, aunque muy bien acotado. Lo describe de manera precisa Yep; 89 grabaciones de audio, una documentación de video de dos horas, 20 entrevistas, 69 partituras y 180 fotos; fue recolectado en dos viajes, el primero en 1993, en la fiesta de Semana Santa en Catacaos; y el segundo en 1995, cuando amplió el espacio geográfico de su investigación de campo hacia Narihualá, La Arena y La Unión.
Yep establece, de manera precisa, cuáles son las interrogantes que constituyen el hilo conductor de su trabajo: independientemente de que toquen un tondero, una marcha o un valse, los bajopiuranos conocen solo un término: banda. ¿Cuáles son los elementos musicales para subordinar, por ejemplo, estos tres géneros en un solo término? En la banda, los músicos usan instrumentos europeos, tocan con partitura, tocan marchas y dan una imagen militar europea; ¿a qué se debe, pues, que mostrando estos elementos tradicionales aparentemente ajenos, todos afirmen que la banda “es la música más típica aquí”, y que esta se defina en suma como la música del Bajo Piura? Otras preguntas surgen para ayudar a responder la pregunta central, como: ¿en qué contexto y espacio se presentan las bandas?, ¿cuáles son las características musicales de la música de la banda? y ¿cuál es la relación de esta con la música de los criollos?
Lo anecdótico ha sido generalmente el elemento distintivo y constitutivo de la mayor parte de trabajos de investigación musical en el Perú, en particular en el norte. Yep destaca varios de estos trabajos que nos son bastante conocidos, a pesar de que las ediciones han sido siempre limitadas y no profesionales o no comerciales. Pero el trabajo de Yep puede ser considerado pionero en la medida de la seriedad de su método y de que se trata fundamentalmente, como la autora reconoce, de un trabajo de análisis musical.
Desde la perspectiva musicológica, es destacable sin duda el rigor del enfoque: el estudio de la melodía, de la armonía, de las formas y de la rítmica del material. Por cierto que destaca muy bien el sentido de la banda, es decir, del medio instrumental, como el medio que, según los bajo piuranos “hace más bonita la música”. Remarcable el análisis estilístico y el estudio de la práctica de ornamentación que connota una especie de persistencia de lo barroco que, quizá más que en la música misma, en los pueblos del Perú es un telón de fondo por la arquitectura y las pinturas y esculturas de las iglesias de los pueblos, algunas de ellas verdaderas joyas, como es el caso del templo de Sechura.
Destaco el detalle de haberle dado a cada parte un título “extra musical”, en cierta medida, a pesar de que el tratamiento metodológico es rigurosamente técnico y musicológico. Pero estos títulos contribuyen a marcar el carácter etnológico, la profundidad y el sentido un tanto testimonial del trabajo, que connota la identificación de la autora con el tema.
Algo clave en el trabajo es la forma como destaca la autora el reconocimiento social de una expresión típica por el pueblo mismo. Cuando consigna el testimonio de Alfonso Mena (1999) en el que manifiesta […] “cómo la gente se anima, especialmente si la banda es de aquí. Si viene de otro lado, tiene que adaptarse a las costumbres de aquí, de Catacaos. Por ejemplo, en la Semana Santa nadie puede tocar mejor que los “catacaos” mismos (sic), porque cuando el catacaos toca su marcha, la marcha fúnebre, la toca con un sentimiento único […]. Por eso los mayordomos no se atreven a contratar a otra banda de otro sitio, porque van a fracasar […]”.
Es particularmente interesante lo que la autora afirma sobre la bimodalidad y la especie de indecisión en la melodía entre el mayor y el menor. Considero que en el plano armónico, el trabajo de Yep es realmente pionero en el Perú.
Otro tema muy relevante es el referente al cantus fractus (del latín = canto fraccionado, partido o roto), que muestra lo importante que es la melodía para el arreglo de la banda; esta se puede usar también como armonía y como contrapunto rítmico. A pesar de que para los músicos de la banda el cantus fractus está sobreentendido, es muy sugerente el hecho de que una práctica de origen medioeval persista aún en el Bajo Piura.
El estudio de la notación musical de las “partituras” es otro aspecto de mucho interés.
Complementariamente, yendo más allá del estudio de las bandas, la autora dedica un capítulo a un estudio somero, pero muy interesante, sobre la música criolla acompañada fundamentalmente de la guitarra, instrumento del cual Yep es una virtuosa concertista y ha dedicado años ejecutando un muy vasto repertorio. Las alusiones al estilo del canto indican un tema en el cual valdría la pena profundizar. Remarco la contribución al estudio del cajón igualmente.
Finalmente, el estudioso, no solamente el de la música, sino el etnólogo, el antropólogo, el sociólogo y el historiador encontrarán en esta tesis un material de mucho interés, así como también el interesado en la religiosidad, las fiestas, las devociones, que forman los rasgos más significativos de la identidad nacional.
Estoy seguro que el lector, sea cual sea su formación profesional, o incluso si no la tiene, encontrará en este trabajo valioso, de erudición humanística y solvencia técnica, un rico material para comprender y valorar más la riqueza de la diversidad cultural del Perú.
José Quezada Macchiavello
Presentación
En el paisaje desértico y de productivos valles, que caracteriza a una parte de la antigua zona tallán llamada Bajo Piura, son las fiestas populares las que mantienen el orden social en la vida del campesino. La intensa práctica religiosa en estas festividades, generalmente con motivo de una fecha del calendario cristiano o en honor a un santo patrón, genera un tipo de práctica instrumental, que en el Bajo Piura se identifica como “la música típica”: la banda.
En Catacaos, Bajo Piura, la Semana Santa es la fiesta popular-religiosa más importante del año. Todo un aparato organizativo, que tiene como base un sistema tradicional de “cargos”, funciona exitosamente para la celebración de la fiesta. En este contexto, la banda de músicos, o simplemente “banda”, desempeña un papel fundamental como elemento que integra y articula el lenguaje ritual, en base al cual ha desarrollado su propio estilo musical, y cuyo análisis es el objetivo principal de este trabajo.
Existen tres motivos principales que me llevaron a investigar la música de las bandas del Bajo Piura:
1. La música de esta región no ha sido investigada seriamente hasta ahora. Sin embargo, la zona del Bajo Piura ha dado pie a interesantes investigaciones en otras disciplinas científicas que tuvieron el apoyo de instituciones peruanas y extranjeras. De mi bibliografía se pueden desprender numerosos trabajos sobre el Alto y el Bajo Piura y Morropón, así como también estudios antropológicos sobre sus fiestas. No existe hasta la fecha un trabajo sobre la música en el Bajo Piura y Morropón, solo algunos estudios que mencionan a la música. Algunos ejemplos son: Música y danzas folklóricas de Piura de Pina Zúñiga de Riofrío (1984), que trata más la danza que la música; La jarana es piurana de Guido Vidal Donaire (1988), que presenta biografías y letras de canciones de algunos compositores piuranos; Criollo de antaño Rolando ‘Mote’ Ramírez (1991) de Sigfredo Burneo Sánchez, que comprende una biografía y un cancionero de este compositor; por último, el Boletín El Tondero del “Grupo de Estudios Costumbristas Norteños”, que se edita esporádicamente en forma de revista y se concentra en la danza y el vestuario del tondero.
2. La bibliografía sobre las bandas en general no ofrece un panorama coherente sobre esta conformación instrumental; incluso en Europa, el tema de las bandas en la tradición popular ha sido igualmente descuidado por la investigación musicológica.
3. La zona del Bajo Piura es muy accesible. La difícil situación política, social y económica del Perú de los años 80 y las actividades terroristas afectaron casi a todo el país hasta comienzos de los años 90. Sin embargo, Piura fue apenas golpeada por el terrorismo, por un lado, debido a la fuerte