Sin banda no hay fiesta. Virginia Yep
Fiestas litúrgicas
Se celebran con misa y procesión.
Fiestas civiles
Se celebran con un programa oficial que incluye danzas, concursos, deporte, fuegos artificiales, desfiles, etc. Feriados oficiales en Catacaos son el Día de Catacaos dentro de la llamada Semana Jubilar y las Fiestas Patrias.
En el Bajo Piura, todas las fiestas religiosas, y en parte también las civiles, presentan más o menos la misma estructura básica: la víspera, el día central y la despedida; algunas realizan una octava o un novenario (celebración posterior ocho o nueve días, respectivamente, después de concluida la fiesta). La banda participa en todas las fiestas en todo momento; los músicos tienen que estar siempre a disposición los días que dure la fiesta; solo durante la misa esperan fuera de la iglesia y pueden descansar, pues la banda como tal no puede ingresar al templo.
La procesión es el elemento obligatorio de la fiesta popular religiosa porque permite el contacto directo entre el santo y los organizadores de la fiesta, quienes se muestran ante otros grupos en el espacio público (calle, casas, plaza). En la procesión se expresa el valor del compartir, del acompañar y del caminar, –esto último tiene muchos significados, por ejemplo, en la Semana Santa se comparte con Cristo el camino al Gólgota mientras se piensa en Dios–. Mediante la presencia de la banda en la casa de las personas principales de la fiesta, para conducirlas a la procesión, se enteran todos quién está pagando la fiesta; el camino de la procesión está lleno de saludos de los vecinos y de personalidades oficiales; estos momentos son utilizados para poner nuevas flores, donar dinero o rezar; así, el caminar y la banda conforman una unidad. La imagen del santo es llevada en hombros por las calles para bendecir las casas, en agradecimiento le regalan flores para que sean colocadas lo más cerca posible de ella.
Las numerosas fiestas permiten a los miembros de la banda vivir de la música. En el Bajo Piura es muy difícil definir el número de fiestas que existen, pues hay fiestas grandes, medianas y pequeñas que corresponden a organizaciones religiosas igualmente grandes, medianas y pequeñas. Muchas fiestas con motivo de una estación en la vida de un santo (por ejemplo, el Señor Cautivo) no siguen necesariamente el calendario romano de los santos pues hay varios grupos religiosos que veneran a un mismo santo, en consecuencia, cada grupo necesita una fecha, porque además contratan a la misma banda y comprometen al mismo público, especialmente si hay parentesco y cercanía regional; así, la banda tiene un cierto peso sobre el calendario de las fiestas; por ejemplo, San Juan Evangelista se venera el 16 de febrero en Sechura y el 30 de junio en Catacaos.
Santos, promesas y milagros
A pesar de ser San Juan Bautista el santo patrón de Catacaos, el santo preferido de los cataquenses es San Dimas, el buen ladrón, que fue crucificado junto a Jesús; su fiesta anual convoca a muchísima gente que quiere hacer una promesa, pedir que le solucione algún problema o agradecer un favor ya recibido. En el Bajo Piura, la religión se entiende bajo el principio del intercambio entre promesa y milagro. Su base es la facultad de compromiso individual, pues para realizar los deseos y los milagros hay que hacer grandes sacrificios, como, por ejemplo, una peregrinación anual, una fuerte donación a la iglesia, o contratar a la banda para la fiesta. La religión del pueblo es viva y práctica.
Para los campesinos, Dios creó a los hombres y a la tierra y espera a cambio una compensación en forma de culto y de moral personal. Si se cumplen estas expectativas, se puede esperar que Dios resuelva en algún momento el problema del creyente, porque, según su lógica, la vida se rige de acuerdo a su voluntad: nacimiento, vida, muerte, salud y enfermedad, felicidad y tristeza, riqueza y pobreza. Dios vela por el orden, premia y castiga a los hombres en esta vida y está especialmente cerca de ellos durante las fiestas, en los sueños y en los momentos difíciles (Marzal 1983: 214-216); para la mayoría de los bajopiuranos, Cristo se revela más en las imágenes que en la Biblia; el intercambio con Dios consiste en promesas, pedidos, milagros y castigos.
El concepto de santo se extiende a las imágenes, así, ambos términos se usan indistintamente. Para el campesino bajopiurano, las imágenes son la representación mítica del poder de Dios, por eso, cada pueblo tiene su propio santo patrón. Así se dan una serie