Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes


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el paso del tiempo, el estado de salud existente y las condiciones y el estilo de vida de cada anciano. Este concepto tiene en cuenta los cambios físicos y biológicos que se van produciendo en las estructuras celulares, de tejidos, órganos y sistemas. El deterioro progresivo de este sustrato biológico genera la vulnerabilidad característica al envejecer y torna al anciano en un ser más susceptible de enfermar y morir. El envejecimiento biológico se caracteriza por ser un proceso inevitable y gradual, de cambios degenerativos y adaptativos, que ocurren en los organismos multicelulares, a partir de la edad en que culmina su desarrollo. Este proceso conduce a una progresiva pérdida del rendimiento funcional, así como a un descenso en la capacidad de resistir a los factores estresantes del medio ambiente.

      Edad cronológica: Es la edad calendario, es decir, el número de años que una persona ha vivido; generalmente se asocia a la edad biológica porque entre mayor cantidad de años se tenga, es mayor la vulnerabilidad. Tiene un valor social o legal más que biológico. El tiempo en sí no tiene ningún efecto biológico, más bien los cambios ocurren en el tiempo. Así, la vejez cronológica se fundamenta en la vejez histórica real del organismo, medida por el transcurso del tiempo. La ventaja de la objetividad de la edad cronológica se encuentra con el inconveniente del impacto que tiene el tiempo para cada persona, según como haya sido su forma de vivir, su salud y condiciones de trabajo. Sin embargo, el envejecimiento no puede ser simplemente conceptualizado como el logro de una mayor edad cronológica. Esto no implica que el tiempo cronológico no sea una herramienta analítica importante o que se deba prohibir. Hay que tener en cuenta que su significado es limitado y su uso sirve para evadir la pregunta acerca de Qué es el envejecimiento.

      A partir de la edad cronológica, en 1980 las Naciones Unidas fijaron los 60 años, como la edad de transición al grupo de ancianos en los países en desarrollo y 65 años en los desarrollados. En la medida en que aumenta la esperanza de vida y son más numerosas las cohortes de ancianos de mayor edad, se empiezan a perfilar subgrupos más definidos, como son: los ancianos ‘jóvenes’ quienes tienen 74 años o menos, los ‘intermedios’ entre 75 y 84 años, los mayores de 80 años o el grupo de los muy ‘viejos o viejos’ viejos (oldold), los mayores de 90 años o antepasados (ancients) y los que sobrepasan los 100 años o centenarios. A pesar de la ausencia de consenso, estas subdivisiones han permitido ir reconociendo, de forma paulatina, grupos de riesgo y tendencias de la evolución natural de condiciones específicas para cada grupo de edad.

      Edad psicológica: Es el conjunto de capacidades conductuales de adaptación a las situaciones cambiantes del medio ambiente, a medida que trascurre el tiempo. Está condicionada por los factores del pasado, del presente y del futuro de cada individuo. En función de ella la vejez se define de acuerdo con los cambios cognitivos, afectivos y de personalidad a lo largo del curso de vida. El desarrollo psicológico no cesa con el proceso de envejecimiento, la capacidad de aprendizaje, el rendimiento intelectual, la creatividad, las modificaciones afectivas-valorativas del presente, pasado y futuro, así como el crecimiento personal se mantienen durante toda la vida.

      Edad social: Es el conjunto de roles y hábitos sociales de un individuo con respecto a los miembros de la sociedad de la cual forma parte. En la adolescencia se tiene edad social para ser estudiante, en la edad adulta, por lo general, se es empleado y se tiene edad social para trabajar, al envejecer se tienen los roles de abuelo y jubilado, entre otros.

      Edad funcional: Se define como la capacidad para mantener los roles personales y la integración del individuo en la comunidad, para lo cual es necesario mantener unos niveles razonables de capacidad física y mental, por tanto, se expresa a través del nivel de competencia conductual y comportamental.

      A través de múltiples experiencias pasadas y nuevas, el anciano va realizando un ajuste de todas sus edades a un mismo nivel. Cuando esto no se presenta, se corre el riesgo de desarrollar un desfase y afectar el bienestar general, por ejemplo, se puede estar acorde con la edad psicológica y biológica, pero presentar una discrepancia en la edad social, por la falta de aceptación de la pérdida del rol laboral al jubilarse.

      En las sociedades occidentales se asume el envejecimiento como proceso negativo, el ser viejo es sinónimo de deterioro, menoscabo, disminución y pérdida. Esto hace que se mire el envejecimiento como evento final, como periodo en el que se expían culpas y como proceso de preparación para la muerte. Además, existe una visión estereotipada del anciano como una persona con múltiples problemas físicos, mentales, funcionales y sociales que llega a convertirse en una carga, especialmente, por la pérdida de su producción económica. Esta visión del envejecimiento como pérdida implica que se vive mirando hacia el pasado y no hacia el futuro, puesto que si se hiciera esto último se consideraría el envejecimiento como un proceso de cambio y no necesariamente de menoscabo o deterioro.

      El viejismo o senilismo, el odio a todo aquello que sea viejo, es una tendencia en el mundo contemporáneo. Debido a la prolongación de los años de vida, a los nuevos tipos de organización social industrial y al avance de la medicina moderna en todas sus especialidades se ha construido una cultura que rinde culto a la juventud y en la cual el proceso de envejecimiento se asocia a lo “patológico”. De la misma manera que en otras épocas la ancianidad representaba un periodo importante de la vida, la noción de juventud se tornó en el siglo veinte en un ideal que marginalizó e hizo invisible la vejez, estereotipo que se refuerza cada día en escuelas, medios de comunicación, en sitios de trabajo y aún en las instituciones de atención al anciano. La comunidad está de espaldas a la situación que se está viviendo; el crecimiento notable de la franja poblacional mayor de 60 años, y aún falta mucho por aprender acerca de ellos. Un axioma que debe ser una constante es: “Aprender como envejecer, aprender mientras se envejece y aprender de los que envejecen.”

      La gerontología hace referencia al estudio de todos los aspectos de la vejez y del envejecimiento y comprende diversas áreas (Ver Figura 3.1).

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      Figura 3.1 Áreas de la gerontología

      Fuente: Gómez F, Curcio CL. Salud del anciano: valoración, 2014.

      Gerontología biológica: Comprende el estudio de los procesos de envejecimiento a nivel orgánico, tisular y celular. Investiga sobre las causas intrínsecas que llevan a los seres vivos a envejecer y morir.

      Gerontología psicológica: Estudia el proceso de cambios que se presentan a medida que se envejece sobre la función cognoscitiva, es decir, en las funciones mentales superiores: memoria, atención, concentración, juicio y raciocinio, función ejecutiva, entre otros. También incluye los cambios en la sensación y percepción, en el afecto, la personalidad y el comportamiento.

      Gerontología social: Comprende el estudio de las implicaciones sociales, culturales, demográficas y económicas que conlleva el envejecimiento y, además, la influencia de este en el estilo y las condiciones de vida de los individuos.

      Gerontología educativa: Estudia los procesos de enseñanza y aprendizaje en la vejez. Está estrechamente relacionada con la gerontología psicológica y en el momento se ha impulsado, ante la difusión de los programas de promoción de la salud y de capacitación en diversas áreas.

      Gerontología laboral: Hace referencia a los aspectos del trabajo de los ancianos, incluye el cambio de rol laboral al jubilarse o pensionarse, la utilización del tiempo y rol ocupacional al envejecer. Además, comprende la preparación para la jubilación.

      Geriatría o gerontología clínica: Combina la gerontología y la medicina en la atención en salud de las personas de edad avanzada, en todos sus aspectos: preventivo, clínico, terapéutico, de rehabilitación y de vigilancia


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