Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes


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tanto su situación laboral, necesidades, demandas y conductas.

      En Colombia la esperanza de vida continúa creciendo, un hombre colombiano nacido en 2016 puede esperar vivir 75,4 años y aproximadamente 67,1 años en buena salud, lo que representa un aumento en la esperanza de vida de 3,4 años en la última década. Una mujer tiene una esperanza de vida de 81,1 años, pero con buena salud solo 71,1 años. Colombia lidera muchos de sus vecinos regionales en la esperanza de vida en salud, pero se queda atrás de Costa Rica, Panamá y Perú.

      Los años logrados en esperanza promedio de vida al nacer, así como a partir de los sesenta años, han contribuido a cambiar las relaciones entre generaciones. Por primera vez en la historia humana, las personas que viven la adultez media tienen cada vez más probabilidad de conocer a sus abuelos vivos y las familias en las que comparten tres o hasta cuatro generaciones, son cada vez más habituales.

      La transición epidemiológica se refiere a cambios progresivos en los patrones de salud y enfermedad, y en los perfiles de mortalidad, los cuales implican disminución de morbilidad y mortalidad debidas a causas infecciosas (enfermedades transmisibles), e incremento de morbilidad y mortalidad relacionadas con enfermedades crónicas, degenerativas, provocadas por los seres humanos, así como las debidas a causas consideradas externas como la violencia. En consecuencia, los patrones de morbilidad tienden a predominar sobre los de mortalidad. La transición epidemiológica está, estrechamente relacionada con la transición demográfica y con cambios económicos y socioculturales.

      La transición epidemiológica se ha definido como la consecuencia de la disminución de fertilidad y mortalidad de la transición demográfica. De hecho, la disminución de los niveles de mortalidad por causas de tipo infeccioso beneficia principalmente a la población más joven y las mujeres, por lo tanto, por efecto de la transición epidemiológica, estos grupos ganan en sobrevivencia y entonces aumenta su peso en la población. Por otro lado, la mayor sobrevivencia expone a la población a factores de riesgo asociados con enfermedades de tipo crónico degenerativo, lo que implica un aumento de la contribución relativa de este grupo de enfermedades a la mortalidad global.

      En Latinoamérica, dada la situación económica y especialmente el aumento de la inequidad han persistido y resurgido enfermedades trasmisibles. En la figura 4.6 se muestra la transición de la salud, producto de la relación entre la transición demográfica y la transición epidemiológica. Estas dos transiciones han hecho que se pase de una atención en salud enfocada en la enfermedad a una atención en salud enfocada en funcionalidad, ejecución y movilidad, así como calidad de vida y autopercepción de salud.

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      Figura 4.6 Transición de la salud

      Fuente: Mosley, 1993.

      Respecto a la transición epidemiológica, América Latina se caracteriza por tener un “modelo polarizado prolongado”, con alta incidencia de enfermedades transmisibles y no transmisibles. Esta denominación hace referencia al impacto que la desigualdad social y regional tiene sobre la evolución del perfil de salud y enfermedad de las poblaciones latinoamericanas. La polarización se asocia al concepto de una doble carga de enfermedades infecciosas y crónicas, pero se pone de relieve la existencia de un período “prolongado” en que estos dos tipos de enfermedades coexisten, sin una clara expectativa de resolver el proceso de transición, sobre todo, debido a la persistencia de desigualdades sociales y regionales. Esas desigualdades refuerzan la coexistencia de las dos eta-pas como resultado de poblaciones que atraviesan diferentes etapas de la transición, pero estas mismas poblaciones también sufren ambos tipos de enfermedades, infecciosas y crónicas, al mismo tiempo.

      Las altas tasas de mortalidad por enfermedades infecciosas se asocian comúnmente con la pobreza, las dietas deficientes y la infraestructura limitada que se encuentra en la región. La mayoría de los países de la región han superado la transición epidemiológica y las principales causas de mortalidad y morbilidad han pasado de las enfermedades infecciosas a las enfermedades degenerativas, incluidos los trastornos que causan discapacidades, como la osteoartritis. Sin embargo, la característica es la heterogeneidad en la transición epidemiológica entre grupos sociales y áreas geográficas en cada país y entre los países. Por ejemplo, hay países como Uruguay, Costa Rica, Cuba y Chile con tasas de mortalidad por enfermedades transmisibles por debajo del 10% y, al mismo tiempo, hay países con tasas de mortalidad por enfermedades transmisibles superiores al 30% como Perú, Bolivia, Guatemala y Haití. Detrás de su aparente uniformidad, América Latina es extremadamente diversa.

      Tal como se mencionó al hablar de transición demográfica, la variación en la velocidad del envejecimiento depende, en segundo lugar, (el primero es el descenso de la natalidad), de la disminución en la mortalidad y de la velocidad en la caída de esta mortalidad. Al igual que ocurrió en los países desarrollados hace más de siglo y medio, la transición demográfica latinoamericana se inició alrededor de 1950 con el descenso de la mortalidad, particularmente en los primeros años de vida. Sin embargo, los niveles y tendencias de la mortalidad han sido muy heterogéneos; mientras que en algunos países se ha alcanzado una situación muy similar a la del mundo desarrollado, parte de la población latinoamericana aún vive en condiciones de salud y mortalidad muy desfavorables, con altas tasas de mortalidad infantil. Según la CEPAL, en cuanto a la evolución del diferencial por sexo, si bien existe una gran diversidad de situaciones en América Latina, en todos los países y años se confirma una menor mortalidad femenina general.

      Entre las primeras causas de muerte para la región de América Latina y el Caribe se encuentran las enfermedades isquémicas del corazón, las enfermedades cerebrovasculares y las condiciones perinatales y diabetes mellitus, lo cual representa una clara idea de los desafíos, límites y acciones de la región que enfrenta dinámicas típicas de un contexto “moderno” con la carga todavía importante de lo que define a los modelos “antiguos”. Se destaca que todos los países de la región están afrontando un doble desafío: seguir disminuyendo la mortalidad por enfermedades infecciosas y parasitarias y abordar la creciente mortalidad por causas no transmisibles. Según el Ministerio de Salud de Colombia, entre 2005 y 2016 la principal causa de muerte en la población general fueron las enfermedades del sistema circulatorio, tanto para hombres como para mujeres. Dentro de este grupo, en primer lugar, se encuentran las enfermedades isquémicas del corazón, en segundo lugar, las enfermedades cerebrovasculares y en tercero las enfermedades hipertensivas. Las neoplasias son la tercera causa de muerte en Colombia. Ente 2005 y 2016, los tumores malignos de los órganos digestivos y del peritoneo, excepto estómago y colon, fueron la primera causa de mortalidad en hombres y mujeres. Las causas externas se ubicaron en el cuarto lugar de frecuencia de mortalidad, dentro de ellas las más frecuentes son los homicidios, con una brecha importante entre sexos, la tasa de mortalidad por homicidios es 10 veces más alta en hombres que en mujeres, los accidentes de transporte terrestre se han constituido como la primera causa de mortalidad en este grupo, aunque la tasa es 3,64 veces mayor en los hombres.

      Las personas de más de 60 años constituyen un grupo que posee características epidemiológicas distintivas. Los cambios en la estructura demográfica y los éxitos en los programas para prevenir y tratar enfermedades parasitarias e infecciosas han modificado los patrones de morbilidad y mortalidad en este grupo poblacional. En Colombia en los últimos años, las causas de mortalidad entre las personas de 65 años y más, en ambos sexos, fueron las cardiopatías isquémicas, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la diabetes y las neoplasias de tráquea, bronquios, pulmón, próstata y cuello del útero.


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