Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes
tendencias de morbilidad también han variado en forma considerable y presentan un perfil epidemiológico complejo, tal como se mencionó anteriormente. Las enfermedades infecciosas han disminuido y han aumentado las crónicas discapacitantes y se han mantenido sin cam-bio otras enfermedades que tienen como causa la pobreza, el consumo de alcohol, la insalubridad y la ignorancia.
En ancianos son más prevalentes las enfermedades crónicas, que se caracterizan por su duración indefinida, comienzo insidioso, progresión gradual, limitar la realización de las actividades de la vida diaria, carecer de una cura total, no amenazar la vida, y tener baja incidencia y alta prevalencia. Este tipo de enfermedades produce una gran morbilidad y mortalidad prematura, alto grado de discapacidad y dependencia y deterioro significativo de la calidad de vida, de quienes las padecen y de su entorno social y familiar, además de un alto impacto financiero sobre el sistema de salud. Por lo general, de cada cinco ancianos, cuatro tienen al menos una condición crónica y, de estos, uno tiene tres o más que son importantes y deterioran su capacidad funcional.
Resultados del estudio SABE muestran que las dos condiciones crónicas de salud que se presentaron en más del 40% de la población anciana en Colombia fueron, en su orden, la hipertensión arterial y la presencia de síntomas depresivos, seguidos por condiciones crónicas asociadas al envejecimiento como problemas visuales y auditivos. En general para todas, la prevalencia fue mayor en mujeres, con excepción de las condiciones visuales. La distribución en porcentaje de las condiciones crónicas se presenta en la figura 4.7.
Figura 4.7 Distribución em porcentaje de condiciones crónicas en ancianos de 60 y más años
Fuente: SABE, 2016.
Cabe anotar que 85% de los ancianos en Colombia tiene al menos una enfermedad, 76% al menos dos y 73% al menos tres condiciones crónicas. Datos de América Latina y el caribe informan que, por cada 100 personas mayores de 60 años, 77 tenían al menos una enfermedad y 44 tenían al menos dos enfermedades.
Recientemente y de forma incipiente, se ha incorporado el estudio de las trayectorias finales de la vida en eta-pas muy avanzadas de transición epidemiológica y se distinguen cuatro patrones de enfermedad prevalentes: 1) cáncer; 2) falla orgánica múltiple; 3) demencias, junto con otras enfermedades neurodegenerativas y la fragilidad avanzada, y 4) muerte súbita.
En cuanto a la discapacidad, generalmente, se acepta que es un estado determinado tanto por las características de las personas (es decir, la capacidad funcional) como por el entorno en el que viven (ver capítulo 17). Es importante aclarar que envejecimiento no es sinónimo de discapacidad. Lo que sí es claro, es que están directamente relacionados: la discapacidad aparece y se presenta con mayor frecuencia en los mayores de 65 años, y es claro que en los grupos de mayor edad se encuentra el mayor porcentaje de discapacitados. Así, teóricamente, en la medida en que aumente la expectativa de vida y se incremente la población de 60 años y más, se tendrán más ancianos y con mayor discapacidad.
La OMS informa que el 80% de las personas con discapacidades viven en países de bajos ingresos y que la mayoría son pobres como los países de América Latina y El Caribe. Debido a un historial de dificultades sociales y económicas a lo largo de la vida, las tasas de discapacidad entre los ancianos en los países de ALC son altas, de cada 100 personas mayores de 60 años 19 tienen una discapacidad, 17 tienen discapacidad y al menos una enfermedad, 12 tienen discapacidad y al menos dos enfermedades, y solo 21 no tienen ni discapacidad ni enfermedad.
Entre el 7 y el 10% de la población mundial tienen al menos una discapacidad significativa, y el aumento con la edad es una de sus principales características; mientras solamente el 7% de las personas entre 40 y 49 años la presentan, al menos el 68% de los mayores de 80 años informan alguna, la causa más frecuente es de origen osteomuscular. El 90% de los ancianos discapacitados viven en la comunidad y en el 80% de estos la discapacidad puede ser considerada como leve. Al menos la mitad de las discapacidades son de locomoción, seguidas por las auditivas, visuales y las relacionadas con el cuidado personal. La discapacidad por lo general es más frecuente y tiene mayores repercusiones en las mujeres de edad más avanzada, tanto en su vida familiar como comunitaria, debido a la pérdida de independencia y al aumento de las necesidades de cuidado.
En América Latina, el análisis de la prevalencia de las limitaciones permanentes muestra que las tasas más elevadas se registran en las limitaciones visuales, auditivas y motoras, con una prevalencia hasta cinco veces superior en los mayores de 60 años. Las limitaciones cognitivas, además de presentar tasas menores, aumentan en forma moderada con el avance de la edad.
En general, en América Latina, las mujeres tienen mayor esperanza de vida total, pero también mayor esperanza de vida con discapacidad, especialmente a partir de los 80 años, lo que concuerda con mediciones realizadas en otras regiones del mundo. Además, tanto en São Paulo (Brasil) como en las áreas urbanas de México (según datos del Estudio Mexicano de Salud y Envejecimiento –ENASEM), las personas más educadas tienen una esperanza de vida libre de discapacidad más alta, por las mayores tasas de recuperación. También se ha señalado que los años de vida esperables libres de discapacidad a los 65 años son muy similares en Costa Rica, los Estados Unidos, México y Puerto Rico, alrededor de 14 años tanto en hombres como en mujeres, aunque las cifras son un poco menores en el caso de las mujeres costarricenses.
Figura 4.8 Porcentaje de discapacidad en ancianos en Colombia
Fuente: Análisis de Situación de Salud (ASIS) Colombia, 2018.
Según la medición subjetiva de limitaciones cognitivas permanentes, Chile y Costa Rica son los países en que está aumentando la esperanza de vida total con la menor prevalencia de discapacidad cognitiva. En la posición contraria, Argentina y Uruguay exhiben en ambos sexos el mayor porcentaje de esperanza de vida a los 60 y 80 años con limitaciones cognitivas permanentes. El hecho de que estos dos países tengan esperanzas de vida mayo-res que el Brasil y México, pero menores porcentajes de esperanza de vida libre de limitaciones cognitivas implica que los primeros tienen cargas de morbilidad mayores que los segundos, pese a tener tasas de mortalidad menores. En todos los países, la proporción de años esperables con limitaciones cognitivas respecto de la esperanza de vida total es mayor en las mujeres, es decir, las limitaciones cognitivas, indicador válido de dependencia, afectan en mayor medida al curso de vida de las mujeres.
El Análisis de la situación de salud (ASIS) en 2017 muestra que la prevalencia de discapacidad en ancianos en Colombia está entre 6,3% y 22%, es mayor en mujeres y se incrementa con la edad, especialmente después de los 80 años (ver figura 4.8).
Por su parte, los resultados del estudio SABE coinciden con las otras encuestas SABE en otros países de América Latina en que la discapacidad o el riesgo de desarrollarla es más frecuente a mayor edad en mujeres y poblaciones menos favorecidas de estratos más bajos, quienes residen en el área rural, con bajo nivel educativo y menores ingresos.
En el censo 2018 para la medición de la discapacidad se utilizó un enfoque social, en el cual la discapacidad se entiende como un problema de origen, centrado en la completa integración de la persona en la sociedad. Los resultados preliminares muestran que 7% de la población (7,5% mujeres y 6,8% hombres) presentan alguna discapacidad. Esta prevalencia es mayor en los departamentos de Nariño, Cauca y Putumayo. En cuanto a la población anciana, 22 de cada 100 personas de 60 años y más presenta alguna limitación física para ejercer sus actividades diarias. La edad promedio de las personas que reportaron alguna limitación física para realizar sus actividades diarias es de 51,7 años, sin embargo, en los departamentos