Desaprender para transformar. Annette Nana Heidhues
de las matemáticas
La matemática crítica como un acto educativo liberador. Una forma de acción para la inclusión
Freire, en busca de tu camino
Enseñar a leer y escribir con Paulo Freire
El arte de Freire en mí
El conflicto, una oportunidad
Mi experiencia de educación para la paz en El Salvador
Con Freire el cambio es constante
Siempre hay un lugar
Sueños en tiempos de crisis. Así me inspira Freire
Inclusión en educación. Un cambio para los salones de clase de Chile
Cultura de paz en la formación docente. Diálogo con Paulo Freire en la tierra del huarango
Mi encuentro con Paulo Freire en un sueño posible
Dar la palabra. Acerca de la interrelación entre los enfoques pedagógicos de Paulo Freire y Célestin Freinet
Edumanizar. Existencia humana con esperanza y sueños
Yo era maestra de métodos, reglas y normas
Archivo Vivo saca lo mejor de mí
Lo que he sentido y vivido por arriesgarme a cambiar
Un pequeño rayo de luz en Erandique Lempira
A propósito de las compiladoras y editoras
No hay palabra verdadera que no sea una unión
inquebrantable entre acción y reflexión […].
Decir la palabra verdadera es transformar el mundo.
Paulo Freire
Pedagogía del oprimido
Con humildad, pero con conciencia del camino recorrido durante veinte años de diálogo y aprendizaje mutuo entre mujeres y hombres que hacemos pedagogía para el cambio social en diferentes partes del mundo, el Instituto Paulo Freire de Berlín y la Asociación Paulo Freire se dieron a la tarea de recoger aquí algunos de los frutos de este actuar pedagógico. Se trata de experiencias llevadas a cabo en Chile, Perú, Colombia, El Salvador, Honduras, Guatemala, Mozambique, Congo y Alemania, que han surgido del deseo de aportar a la construcción de un mundo más justo y equitativo, y que se han alimentado en cursos, pasantías y encuentros donde entrelazamos nuestras reflexiones a partir de la pregunta por el sentido de nuestras acciones.
Somos muchas las personas que hemos participado en estos procesos de construcción colectiva de saberes, inspirados en el pensamiento filosófico pedagógico de Paulo Freire: personas abanderadas de la educación, del trabajo social, de la comunicación o de las artes, defensoras y defensores de derechos humanos, líderes y lideresas de movimientos campesinos y comunitarios, y acompañantes psicosociales. Conscientes de la necesidad de propiciar transformaciones en los lugares donde transcurre la vida de las personas que han sido más afectadas por las desigualdades y las relaciones de poder hegemónicas, nuestras actuaciones han sido en escenarios diversos. Estos se encuentran, en su mayoría, en zonas apartadas o en los márgenes de las grandes ciudades, por ejemplo en centros educativos desde el preescolar hasta la universidad, en sedes de acogida de inmigrantes, centros de salud, casas de la cultura, cárceles y centros de memoria, entre otros.
En esa diversidad de contextos y de acciones nos hermanamos en nuestro deseo de aportar a la construcción de un mundo más justo y más humano, en hacer nuestra la pedagogía para ese cambio deseado, e ir hacia el encuentro con el “otro” y la “otra”, en el entendido de que “el otro es mi maestro ético”, como lo dijera el filósofo Emmanuel Lévinas.
Paulo Freire y otros referentes
Desde los años setenta, cuando se dio el momento fundante del Instituto1, Paulo Freire ha sido un referente importante. Para quienes no conocen su trayectoria, haremos aquí una breve mención a su biografía que quizás ayude a comprender nuestra afinidad con su pensamiento. Junto a su esposa Elza, este educador nacido en 1921 en Brasil, descubrió en las favelas de Recife en el noreste de su país, la riqueza de la diversidad de experiencias y visiones de personas supuestamente analfabetas, según la caracterización del mundo académico. A su vez, identificó una “cultura del silencio” que denotaba un sometimiento de estas personas a poderes hegemónicos, e impulsó procesos que las llevaban a tomar conciencia de la situación de injusticia en la que vivían y a buscar caminos para transformarla. Como era de esperarse, Freire no tenía cabida en el Brasil posterior al golpe de Estado de 1964, que se transformó en una dictadura violenta para explotar los recursos naturales de esta región, bajo la manta de “civilizar” la Amazonía.
Es en el exilio, en Chile, donde escribió su obra central La pedagogía del oprimido, traducida a veintiocho idiomas; posteriormente trabajó en la alfabetización y la formación de maestras y maestros en varios países africanos, en especial en las antiguas colonias portuguesas de Guinea Bisáu, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe, Angola y Mozambique. Con el Consejo Mundial de las Iglesias en Ginebra, Suiza, visitó muchos países hasta 1989, cuando pudo regresar a Brasil. Allí, junto con sus colegas, asumió el desafío de transformar la educación autoritaria brasileña en una de diálogo entre el Estado y la sociedad civil. Murió en 1997 tras haber terminado su último libro Pedagogía de la autonomía, una edición de bolsillo en el que resume sus ideas centrales: la educación como desafío ético, la escucha empática para crear confianza, la superación de la “cultura del silencio”, el reconocimiento de la diversidad y la memoria histórica como punto de partida para alcanzar la justicia social. Al final de su vida reconoció que le faltó indagar más sobre los derechos de los pueblos originarios y la perspectiva de género, temas que hoy en día son centrales en el accionar de las personas y grupos que caminan junto con el Instituto y la Asociación Paulo Freire, como aspiramos a que quede reflejado en esta publicación.
Desaprender para transformar es quizás la mayor herencia que nos ha dejado Freire. Hoy, tras estos veinte años en los que hemos caminado juntas y juntos en medio de las diferencias, podemos decir que sí es posible cambiar estructuras arraigadas en nuestra mente. Estructuras de pensamiento que reproducen día a día las injusticias sociales en todos los ámbitos de la vida: la familia, la escuela, los vecindarios, el espacio público, pero también en los procesos investigativos, políticas educativas, movimientos sindicalistas y en la cooperación internacional; aquellas que mantienen las discriminaciones cotidianas y las relaciones jerárquicas de poder norte-sur global. A veces el cambio es pequeño, a veces va a paso lento y no siempre llegamos tan lejos como lo habíamos soñado, pero nos mantenemos en el camino. Justamente con este libro, con experiencias concretas signadas por la construcción de conocimiento colectivo y el aprendizaje mutuo, pretendemos mostrar que el cambio sí es posible.
Como lo podrán constatar nuestros lectores y lectoras en las experiencias plasmadas aquí, se trata de un proceso que no está exento de obstáculos, pues afinar permanentemente las visiones que orientan el actuar y la manera de abordar los múltiples problemas demanda, junto con exámenes críticos, arrojo, creatividad y confianza en el potencial del encuentro humano. En esto hemos tenido, además de Freire, otros referentes que nos han ayudado a robustecer nuestras reflexiones y prácticas —especialmente pensadoras, pensadores y activistas de los feminismos negros y del sur, del análisis poscolonial y de la visión del buen vivir. Entre