Pedagogía y literatura: enseñar a pensar. Humberto Quiceno Castrillón

Pedagogía y literatura: enseñar a pensar - Humberto Quiceno Castrillón


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de su amor y de sus amistades. La escritura separa la imagen del signo, el significado del significante, la visión de la cosa y nos separa también de nosotros mismos, nos separa del tiempo pasado, nos separa, y en ello nos deja solos, para que podamos volver a unir, nuevamente, todo lo separado. Escribir es entender la separación y unir de otro modo lo separado, pegarlo a nuestro modo y con nuestro estilo de vida, es decir, con nuestra ética y estética.

      La escritura no consiste en hacer copias de las cosas o de los signos, que es lo que nos dicen y enseñan en las escuelas. La escritura tiene el sentido de crear conceptos y de crearlos porque se hace sobre la escritura, que no hay que entender como copia, sino cómo establecer un orden preciso de signos, sobre los signos. En la escuela hay que producir conceptos, crearlos y producir símbolos, sobre las ideas y las percepciones y no sobre las cosas y los objetos. Hay que crear ideas de objetos que se vuelvan signos. La idea es una imagen total y vertical del mundo, como lo es la contemplación, gran idea medioeval, como la conducción, el gobernar, que, por su parte, es una idea moderna, o la dialéctica, la fuerza, la energía, que son las ideas del siglo XX. García Márquez creó el concepto o la idea de la escritura, como aquella pasión que a la vez que nos destruye también nos crea y nos inventa. La escritura es un concepto que partió el mundo y la vida, trazó una raya de lado a lado, creó una ruptura, estableció un antes y un después, es pues una fuerza que se impone de fuera, que nace de la historia. Es en la escritura donde está el destino de los hombres, como lo dice muy bien García Márquez en Cien años de soledad.

      La escritura es eso: conocer antes, lo que uno es, conocer la historia, sin haberla vivido, uno es, antes de ser, uno sabe lo vivido para poder vivir, sabe de la vida para conocer la vida. Saber de la vida es saber (representársela) la vida, antes de vivirla. La escritura es pues una representación que está fuera de uno, fuera del sujeto. Esa representación es una imagen, muchas imágenes, redes de imágenes, que enlazan cosas, objetos y acciones, que no es la imagen que uno se hace, sino otra, una imagen que viene de otra parte. La representación es una imagen del otro lado de las cosas, el lado desconocido, el lado oscuro, el lado oculto. Escribir es dar con la idea oculta, con la imagen que se escapa, con la representación que uno no puede tener por sí mismo, con sus propias percepciones, sino que requiere creer que vienen de otra parte, de una parte, que uno no conoce. Tener escritura es poder comprender el mundo que se oculta y se desconoce. Es llegar a las cosas secretas o al secreto de las cosas.

      Tener escritura es buscar secretos, es convertir las cosas y los objetos en textos, en “textos sagrados”, como se dice en Cien años de soledad, cuando José Arcadio vio y tocó el hielo por primera vez. Partir entonces del texto, convertir las cosas en textos, los signos en textura, en discursos. Eso es lo que se usa en la disertación, que se ha empleado en las escuelas para enseñar a tener escritura y pensar en signos escritos. La disertación es un esquema de escritura que parte de empezar a escribir anteponiendo dos ideas, una que se enfrenta con otra distinta, el método consiste en buscar sus diferencias. El ensayo es otro esquema o composición de escritura para aprender a escribir, trata de buscar la idea, surge de poder plantearla, que es situarla, construirla y darle forma. El problema es otro esquema de escritura, alude a la posibilidad de construir una idea y darle un desarrollo tensionado, largo y consistente. Finalmente, tenemos la interpretación que va a ser importante porque lleva a la búsqueda de la idea, el que interpreta sabe que hay una idea a perseguir, que detrás de las cosas y los objetos está el mundo de la idea.

      El nacimiento de la pedagogía moderna

      El final de Cien años de soledad le da sentido a la historia de la enseñanza de la vida pública en Colombia. Este acontecimiento no tiene una fecha precisa, se desliza a través del siglo XIX, y se fija en ciertos momentos, en 1821 cuando se introduce la Escuela Mutua, en 1848 cuando el manual es oficial en la Escuela Normal, en 1870 con las reformas liberales y la publicación de la Revista de la Normal, con la publicación del libro Elementos de pedagogía, y avanza hacia el siglo XX, en 1932, con los cursos de información para Normales, en 1933 con la creación de la facultad de educación y en 1938 con la Escuela Normal Superior, en 1948 con su disolución, en la década del cincuenta con las reformas de las facultades de educación, la escuela y la normal, y en 1980 con la emergencia del Movimiento pedagógico, que termina con la Ley 115 de 1994.

      Si la finalidad de toda sociedad moderna, la que se crea después de la imprenta en 1492, es de instalar la formación de la escritura y la formación de sujetos para que lleguen a escribir y a leer, entonces de lo que se trató fue de darle importancia al manual de enseñanza, a la didáctica, a la enseñanza, a los saberes que se ocuparon de ello. Fue establecer prácticas pedagógicas sobre la formación de un cuerpo que escribiera y que leyera, un cuerpo productivo y colectivo, y también de crear prácticas individuales que hicieran de ellos mismos hombres. Estas tres líneas de formación son las que establecieron la pedagogía: un método para enseñar a escribir, un tratado sobre el cuerpo productivo y una ciencia sobre el hombre interior, y son las que formaron la pedagogía moderna, que en Colombia no tuvieron discursos y saberes que los explicaran y dieran cuenta de sus objetos, caso contrario a Europa, en donde vemos una amplia reflexión y estudio sobre ellos.

      Esta disyunción para explicar el nacimiento y el desarrollo de la pedagogía moderna, que va entre el silencio y el habla, el discurso y su práctica, hizo necesario que hiciéramos un análisis de la pedagogía moderna en Europa y en Colombia. No se trató de comparar las dos pedagogías, sino de desentrañar lo que pasó en Colombiaa partir de lo que pasó en Europa. Los problemas son puntuales: estudiar la enseñanza desde la didáctica y en ella, el individuo


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