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que cogiera a los demás y se fuera. No quería líos, no entendía por qué le hacían aquello, siempre habían sido amigos. Según DeCarlo, «Charlie no dijo nada. Le dio con la espada. Zas. Le cortó un trozo de oreja o toda». [La oreja izquierda de Hinman estaba cortada por la mitad.]

      «Así que Gary cayó al suelo, jodido por haber perdido la oreja (…)» Manson le dio a elegir: o firmaba para ceder todo lo que tenía, o moría. Luego Manson y Davis se fueron.

      Aunque Beausoleil sí que consiguió las «fichas rosas» (los documentos de propiedad del estado de California) de dos vehículos de Hinman, Gary siguió insistiendo en que no tenía dinero. Como no consiguieron convencerle con más culatazos, Bobby volvió a llamar a Manson, en Spahn, y le dijo: «No vamos a sacarle nada. No va a soltar nada. Y no podemos irnos sin más. Tiene una oreja cortada y va a ir a la policía». Manson contestó: «Bueno, ya sabes lo que tienes que hacer». Y Beausoleil lo hizo.

      «Bobby dijo que se acercó otra vez a Gary. Cogió el cuchillo y se lo clavó. Tuvo que hacerlo tres o cuatro veces (…) [Hinman] sangraba un montón y le costaba respirar, y Bobby se arrodilló al lado de él y dijo: “Gary, ¿sabes qué? Ya no hay ninguna razón para que sigas vivo. Eres un cerdo y la sociedad no te necesita, así que esta es la mejor forma de que mueras, y deberías darme las gracias por sacrificarte para que no sufras”. Luego [Hinman] hizo ruidos con la garganta, la última boqueada, y ¡hala!, adiós.»

      P. ¿O sea que Bobby le dijo que era un «cerdo»?

      R. Exacto. Es que la lucha contra la sociedad era el punto número uno de esa…

      P. (Con escepticismo) Sí, ya entraremos en su filosofía y todas esas chorradas luego (…)

      Jamás lo hicieron.

      DeCarlo continuó. Antes de abandonar la casa, escribieron en la pared «“cerdito blanco” o “blanquito” o “mata a los cerditos”, algo por el estilo». Además Beausoleil mojó una mano en la sangre de Hinman y, utilizando la palma, hizo una huella de animal en la pared; el plan era «echarles las culpas a los Panteras Negras», que usaban la huella de emblema. Después hicieron el puente a la furgoneta Volkswagen de Hinman y al coche familiar Fiat y llevaron los dos vehículos al rancho Spahn, donde Beausoleil alardeó de sus hazañas ante DeCarlo.

      Más tarde, al parecer por miedo a que la huella de la palma pudiera ser identificable, Beausoleil regresó al domicilio de Hinman e intentó, sin éxito, limpiarla de la pared. Eso fue varios días después de la muerte de Hinman, y luego Beausoleil dijo a DeCarlo que «había oído los gusanos comiéndose a Gary51».

      Como asesinos, sin duda fueron muy poco profesionales. No solo fue identificable la huella de la palma, sino también una huella latente que dejó Beausoleil en la cocina. Tuvieron la furgoneta Volkswagen y el Fiat de Hinman en el rancho varios días, donde varias personas52 vieron los dos vehículos. Hinman tocaba la gaita, un instrumento musical nada común, desde luego. Beausoleil y las chicas llevaron la gaita al rancho Spahn, donde permaneció un tiempo en un estante de la cocina; DeCarlo por lo menos intentó tocarla. Y Beausoleil no se desembarazó del cuchillo, sino que siguió llevándolo consigo. Estaba en el hueco de la rueda de repuesto cuando lo detuvieron el 6 de agosto mientras conducía el Fiat de Hinman.

      DeCarlo hizo un dibujo del cuchillo que Beausoleil aseguraba haber utilizado para apuñalar a Hinman. Era delgado como un lápiz, un Bowie en miniatura, con un águila en el mango y una inscripción mejicana. Cuadró a la perfección con el cuchillo recuperado del Fiat. DeCarlo esbozó también la Random nueve milímetros, que todavía no se había hallado.

      Los inspectores le preguntaron qué más pistolas había visto en Spahn.

      R. Bueno, había un Buntline del calibre veintidós. Cuando se cepillaron a aquel Pantera Negra, no quise tocarlo. No quise limpiarlo. No quise ni acercarme a él.

      DeCarlo aseguró que no sabía de quién era, pero dijo: «Charlie siempre lo llevaba en una funda en la pechera. Siempre lo tenía más o menos a mano».

      La pistola «apareció así como así» en algún momento «alrededor de julio, a lo mejor junio». ¿Cuándo fue la última vez que la vio? «Sé que no la vi al menos durante una semana antes de la redada.»

      La redada del rancho Spahn tuvo lugar el 16 de agosto. Una semana antes sería el 9 de agosto, la fecha de los homicidios del caso Tate.

      P. ¿Alguna vez preguntaste a Charlie: «¿Dónde está tu pistola?»?

      R. Me dijo: «La he regalado». Le gustaba, así que pensé que a lo mejor la tenía escondida.

      Los inspectores pidieron a DeCarlo que dibujara el Buntline. Era casi idéntico a la fotografía del modelo Hi Standard Longhorn enviada en el folleto del LAPD. Luego enseñaron el folleto a DeCarlo y le preguntaron: «¿Se parece a la pistola que has mencionado?».

      R. Ya lo creo.

      P. ¿Qué diferencia hay entre esa pistola y la que viste tú?

      R. No hay ninguna. Solo era diferente la hoja del alza. No tenía.

      Los inspectores pidieron a DeCarlo que volviera sobre lo que sabía del asesinato del Pantera Negra. Springer fue el primero en mencionarles el asesinato cuando hablaron con él. En el ínterin hicieron algunas comprobaciones y toparon con un pequeño problema: no se había denunciado tal asesinato.

      Según DeCarlo, después de que Tex estafara al tipo dos mil quinientos dólares en una venta de hierba, el Pantera llamó a Charlie al rancho Spahn y le amenazó con que él y sus hermanos arrasarían el rancho entero si no le compensaba. Esa misma noche Charlie y un tal T.J. fueron a la casa de los Panteras, en North Hollywood. Charlie tenía un plan.

      Se puso el Buntline del calibre veintidós atrás en el cinturón. A su señal, T.J. tenía que sacar la pistola, salir de detrás de Charlie y pegarle un tiro al Pantera. Cargárselo allí mismo. Solo que T.J. se rajó, y Manson tuvo que disparar él mismo. Los amigos del negro, presentes cuando se produjo el disparo, luego se deshicieron del cuerpo en el parque Griffith, dijo Danny.

      Danny vio los dos mil quinientos dólares y estuvo presente a la mañana siguiente cuando Manson criticó a T.J. por echarse atrás. DeCarlo dijo que T.J. era «un tío muy majo; aparentaba que intentaba ser uno de los chicos de Charlie, pero no estaba hecho para eso». T.J. siempre había dicho amén a Charlie hasta entonces, pero, según le dijo, «no quiero tener nada que ver con liquidar a nadie». Un día o dos después «se esfumó».

      P. ¿A quién más mataron allí arriba? ¿Qué hay de Shorty? ¿Sabes algo de eso?

      Hubo un largo silencio, y luego:

      R. Era el as en la manga que me guardaba.

      P. ¿Y eso?

      R. Me lo ahorraba para el final.

      P. Bueno, ya puestos, vamos a aclararlo ahora. ¿Tiene Charlie algo con lo que pueda mancharte?

      R. No, qué va. Nada.

      No obstante, había algo que preocupaba a DeCarlo. En 1966 lo condenaron por un delito grave, pasar de contrabando marihuana por la frontera mejicana, un cargo federal. En aquel momento estaba recurriendo la sentencia. También pesaban sobre él otras dos acusaciones: junto a Al Springer y varios Straight Satans vendió el motor de una motocicleta robada, un cargo local, y dio información falsa al comprar un arma de fuego (utilizando un seudónimo y no revelando que había sido condenado por un delito grave), un cargo federal. Manson seguía en libertad condicional por un delito federal. «¿Y qué pasa si me mandan al mismo sitio? No quiero notar un cuchillo en la espalda y encontrarme a ese hijo de puta detrás.»

      P. Déjame explicarte una cosa, Danny, para que veas dónde estás. Hablamos de un tipo que estamos bastante seguros de que es responsable de unos trece asesinatos. De algunos ni siquiera sabes nada.

      La cifra de trece no fue más que una conjetura, pero DeCarlo los sorprendió al decir:

      R. Sé lo de… Estoy bastante seguro de que se cargó a Tate.

      P.


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