Bruja. Lisa Lister

Bruja - Lisa  Lister


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la gente no me hablara.

      Me hacía callar si hablaba demasiado sobre esto. Incluso en casa.

      Pero ¿sabes qué?

      Ese miedo, ese esconderse en las sombras, la sensación de que siempre tienes que vivir la vida como un extraño en los márgenes de la sociedad...

      ... se acaba conmigo.

      Así fue para ellas y comprendo por qué tenían miedo. Por supuesto que lo entiendo. Pero esa es incluso una razón más para que yo diga: «Ha llegado mi momento. Esta es mi hora».

      Se acabó esconderse en las sombras.

      No voy a volver a intentar encontrar una palabra diferente y más amable para lo que soy.

      Soy una bruja.

      Soy una mujer poderosa.

      Soy una fuente sagrada.

      Una fuerza.

      De la naturaleza.

      Si estás leyendo esto, si has escogido este libro, también es tu hora. Es hora de despertar a las brujas.

      Eres una mujer

       volviendo a sus raíces.

      Una mujer que recuerda.

      Una bruja que despierta.

       #WAKETHEWITCHES

      Definirte como bruja en este momento de la historia es un GRAN compromiso.

      Nuestra forma de ser como mujeres se ha perseguido durante milenios. La palabra bruja se ha denigrado y utilizado como un insulto. Así que no es raro que ocultemos nuestro poder femenino, que acallemos nuestras voces y nos hagamos pequeñas, porque nos han dicho que ser poderosas es peligroso.

      Nuestro trabajo, el trabajo de la bruja, es conseguir que sea seguro volver a ser poderosas.

      Ser poderosa después de miles de años de expectativas y condicionamiento patriarcal significa ir contra muchas de las enseñanzas que has recibido, ¿verdad?

      Y sin embargo... el poder de dar forma a los acontecimientos, de poner cambios en marcha y de hacer que sucedan fluye de manera natural a través de ti. Tu biología está creada y optimizada para ejercer ese poder y usarlo para el bien.

      Es tu derecho de nacimiento como mujer.

      Este es un trabajo de bruja.

      El caso es que muchas de nosotras nos las hemos arreglado muy bien en el mundo siguiendo los roles estereotipados que se nos ofrecen como mujeres.

      ¿El premio a la mejor actriz? Es para... TODAS VOSOTRAS.

      ¿El problema? No sé el tuyo, pero cuando he representado esos papeles (y créeme, he representado muchos de ellos en el pasado), siempre me he encontrado sintiendo una mezcla de insatisfacción, ansiedad, disgusto, inquietud...

      ¿Qué quiere decir esa inquietud? Cuando la sientes, está hablando esa parte de ti que no se expresa.

      Con el tiempo, comenzará a gritar desde dentro.

      El grito se vuelve ensordecedor. Te consume.

      En algunas mujeres aparece en forma de dolor y enfermedad en el cuerpo. En otras, en forma de depresión o ansiedad.

      Para adormecer el grito tal vez recurras a la comida, la bebida, las compras compulsivas o las drogas.

      Al principio, simplemente lo acallarás.

      Y aguantando el grito, escogerás uno de estos dos caminos. Empezarás a tener una actitud de abatimiento y sumisión hacia la vida, o te endurecerás y te volverás agresiva, adoptando rasgos predominantemente masculinos para sobrevivir.

      Mi madre adoptó un papel sumiso. Apagó su propia luz para que otros pudieran brillar. Buscaba el permiso de otros todos los días y siempre miraba fuera de sí misma en busca de validación.

      No confiaba en ella misma. No se atrevía.

      Y ¿qué hay de mí? Yo asumí el otro papel.

      Desconecté por completo de mi cuerpo femenino. Viví mi vida de cuello para arriba, actuando y tomando decisiones desde la cabeza. Viví mi vida como un hombre porque esa opción parecía mucho más fácil que tener que lidiar con ser una mujer a la que nadie veía y escuchaba.

      (Esa desconexión de mi cuerpo femenino y su naturaleza cíclica me llevaron a desarrollar un síndrome del ovario poliquístico y una endometriosis. Hablo sobre esta experiencia en detalle en mi libro Love Your Lady Landscape. Así que para que lo sepas, NO fue una opción más fácil).

      Aquí estamos hablando de aguantar el grito. Y esto no es exclusivo de mi madre y de mí: es una realidad básica para muchas mujeres en el mundo occidental.

      Reconócelo en tu cuerpo. Reconócelo en tu ser, porque es hora de dejar de aguantarlo. Es hora de empezar a dejar que todo se vea y se sienta. COMPLETAMENTE.

      Este es un trabajo de bruja.

      ¿Cómo nos atrevemos a expresar nuestra plenitud?

      Debemos permitir que TODO aflore.

      La rabia y la risa.

      La belleza y la fortaleza

      La ferocidad y la gracia.

      La vulnerabilidad y la fuerza.

      La compasión y la pasión.

      Y ¿sabes qué? No necesitas ser «menos» nada.

      De hecho, te invito a ser «más» de todo.

      Muchas de nosotras tenemos la necesidad innata de ser queridas y aprobadas. Es la naturaleza humana, pero también significa que nos han condicionado (la verdad es que jodidamente bien) para hacer mil concesiones sutiles. Significa que nos hemos convertido en mujeres que no se atreven a vivir su plenitud. Tenemos mucho cuidado de no estar «demasiado calladas» o ser «demasiado ruidosas».

      Lo veo en mí misma.

      Lo veo en las mujeres con las que trabajo.

      Nunca nos permitimos llegar HASTA EL FINAL. Sujetamos las riendas y domesticamos nuestra verdadera naturaleza en todo momento, por si acaso nos juzgan, nos avergüenzan o nos acusan por ser quienes somos en ESE momento.

      Mujeres, esa NO es manera de vivir.

      Lo repito: esa NO es MANERA DE VIVIR.

      Nunca puedes reclamar tu poder siendo menos tú o encogiéndote lo suficiente para caber dentro de la estrecha caja que dice «cien por cien aprobada».

      El poder no puede venir de ser «menos que». Simplemente, no puede.

      Solo puede venir de expandirte, crecer y expresarte COMPLETAMENTE.

      Desde la osadía de ocupar espacio.

      Desde empezar a ser «más» de todo.

      Este es un trabajo de bruja.

      Las mujeres que temen la palabra bruja y todo lo que representa también temen a su propio poder. Y si a ti también te pasa eso, eso es bueno. Te han enseñado a tener miedo.

      Te dijeron que el «poder corrompe». La imagen que tienes de alguien que busca poder es probablemente la de una persona egoísta y codiciosa. Alguien que no se detendrá ante nada para obtener ese poder, incluso si es a expensas de otro, ¿verdad?

      Y es cierto. Sin duda, hay que desconfiar de esa versión del poder. Pero como bruja, perra, coño y menstruación, poder NO es la mala palabra


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