Bruja. Lisa Lister
te pido que trabajes a través de mí, que trabajes a través de nosotras y que hagas que te escuchemos y sintamos lo que más necesitamos mientras estamos en este círculo, leemos este libro y seguimos nuestro camino juntas.
Así sea.
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Independientemente del lugar que ocupes en el mundo, mantenemos un espacio sagrado y valiente unidas. Y para tu información: cuanto más fuerte es el canal, más fuerte es la magia.
Las mujeres hemos estado haciendo esto durante miles de años, reuniéndonos, conservando y guardando misterios y secretos más allá del tiempo y el espacio, porque esto es lo que hacen las brujas.
Bruja valiente y salvaje (por cierto, esa eres tú), gracias por aparecer, por estar aquí y, sobre todo, gracias por ser tú.
No es que haya decidido
convertirme en bruja. Solo
recordé que ya lo era.
El despertar de las brujas
Estamos en febrero del 2016. Estoy sentada en el Café Gratitude, en Venice Beach, con Dana Gillespie, creadora de la aplicación móvil My Moontime [Mi tiempo lunar], que sirve para llevar el control de tus menstruaciones, y Holly Grigg-Spall, autora de Sweetening the Pill [Endulzando la píldora]. Estamos riéndonos mientras nos definimos como la Sagrada Trinidad de brujas raritas y modernas, reunidas alrededor de un plato de comida supersana en un barrio hipster de Los Ángeles.
Las tres trabajamos con mujeres.
Hablamos de vaginas, úteros, periodos y el poder de la vagina, en voz alta y en público.
Si nuestras antepasadas hubieran hecho este trabajo, las habrían perseguido y asesinado por ello.
Aunque la caza de brujas ya no acaba en muerte (al menos, no en Los Ángeles), a las tres nos han atacado de alguna forma. A Holly la han amenazado de muerte por su incansable trabajo para concienciar a las mujeres de los efectos perjudiciales de la píldora anticonceptiva sobre su salud y su bienestar.
A Dana la han cuestionado y la han llamado chiflada porque no se ajusta a las estrictas creencias de otras mujeres que también trabajan en el ámbito de la educación para la fertilidad.
Y a mí me han llamado «excesiva», me han insultado y han criticado mi cuerpo, mi sexualidad y mis creencias, todo debido al trabajo que comparto con el mundo.
Este día de febrero, hablamos de la popularidad de la bruja y de la ahora famosa cita de Instagram: «Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar». Dana se ríe y dice: «¡Olvídate de ese lema! Soy la bruja que VOSOTROS quemasteis, una y otra vez, ¡y he vuelto, malditos!».
Nos reímos a carcajadas. Y mientras remuevo mi batido de remolacha con kale con una pajita ecológica, la verdad de esa declaración late en el fondo de mi vientre como un tambor antiguo y familiar.
Ya lo ves. Llevo las heridas y las cicatrices de las vidas en que me quemaron y me persiguieron. Aparecen en forma de vergüenza, de miedo, de culpa y de ansiedad (y otra millonada de variaciones sobre el tema).
Apuesto a que tú también sientes todo eso.
Por eso, a pesar del miedo y la inquietud que me ha provocado la idea de escribir este libro, mientras estoy sentada en el Café Gratitude con mis brujas, digo: «Sí, hemos vuelto. Y esta vez estamos recuperando nuestro poder. ¡Es hora de despertar a las brujas!». No hay fanfarrias, desfile de bandas o grandes aplausos: solo una verdad profunda como una vagina.
Avancemos hasta mayo del 2016. Estoy de pie en el paisaje sagrado de ELLA en Malta, una isla en el mar Mediterráneo, con ocho mujeres que oyeron La Llamada y respondieron a ella. Esa llamada consistió en un correo electrónico que envié a mi lista de contactos invitando a unirse a mí en el Templo del Poder de ELLA de esta isla sagrada. Fue una invitación a despertar a la bruja, sin ningún plan, solo una reunión de corazones y úteros para unirse a la ceremonia y recordar.
Somos nueve mujeres.
Hay luna llena: una luna llena feroz y poderosa. Es la misma luna bajo la que se han sincronizado todos nuestros ciclos menstruales, a pesar de que solo llevamos juntas tres días.
En círculo, con los pies descalzos, los corazones y los brazos abiertos, invito a las mujeres a repetir después de mí:
«Reclamo mi poder. AHORA».
Lo repetimos tres veces sin preguntar, porque cuando las mujeres nos reunimos como ahora, las indicaciones casi nunca son necesarias. Nos tomamos de las manos y cantamos:
«Reclamamos nuestro poder. AHORA».
Es visceral y profundo.
Es una llamada a la antigua sabiduría femenina y al poder de la tierra que hay bajo nuestros pies. El lugar a donde han empujado a ELLA, la han reprimido, pisoteado y mantenido en el exilio (ELLA, la Diosa Madre, la Diosa, la divinidad femenina).
Juntas, formando un círculo bajo esa luna llena de mayo, nos atrevemos a reivindicar nuestro poder. Lo hacemos por nosotras, por ti, por mí, por cada mujer que nos ha precedido y por cada mujer que vendrá.
Ha sido la evocación más poderosa que jamás he vivido.
Y mirando a los ojos a cada una de esas mujeres, he visto mi reflejo.
He visto a mujeres que son madres, mujeres que son escritoras y artistas, mujeres que son emprendedoras y curanderas durante su vida cotidiana.
He visto a mujeres que se atreven a mostrarse en círculo: feroces, vulnerables, fuertes, pero también francas y tiernas y abiertas a caminar más allá de sus propios límites. Mujeres que, durante estos tres días, nos hemos reunido para compartir historias, hacer magia, desenmarañar la madeja y contar la verdad.
He visto a la Madre Tierra.
He visto a la Diosa Madre.
He visto a las antiguas.
He visto a todas las mujeres que han sido antes.
He visto a todas las mujeres que aún no han venido.
He visto tu reflejo también.
Y es bajo ESA luna llena, en ceremonia con ESAS mujeres, en ESA tierra sagrada, cuando de verdad reivindico mi título de bruja con un poder más allá de toda medida...
... A pesar de ser una bruja de tercera generación.
... A pesar de haberme reiniciado en la brujería al sumergirme desnuda en el pozo de White Spring que burbujea en el vientre de Glastonbury Tor.
... A pesar de experimentar toda la fuerza y la magia de la Madre Naturaleza y sus ciclos de muerte y renacimiento, una y otra vez.
... Y a pesar de haber estado en innumerables rituales de grupo y celebraciones del sabbat (además de celebrar muchos sola).
¿Por qué?
Bueno, hubo un tiempo en que hubiera dicho que los títulos no importan. Y en la mayoría de las circunstancias, todavía lo creo así.
Pero cuando se trata de la palabra bruja, importa.
Importa MUCHO.
Ser una bruja es recordar.
Es el GRAN recordar.
Es el recuerdo