La sociedad de castas. Agustín Pániker Vilaplana

La sociedad de castas - Agustín Pániker Vilaplana


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el National Crime Record Bureau.e (En Pakistán la proporción es incluso peor.) Es cierto que bajo la cabecera “muerte por dote” o “violencia de dote” muchas veces se esconde otro tipo de violencia. Pero aún más que bajo la cabecera “suicidio” o “accidente doméstico” se esconde una atroz “quema de novia” o muerte por dote [FIG. 10]. Estimaciones más realistas proponen alrededor de 23.000 muertes al año.58 El asesinato se lleva a cabo en la cocina, prendiendo la típica estufa de queroseno que rápidamente inflama el sari de la víctima. En numerosas ocasiones es la suegra quien comete el crimen (exculpando así a su hijo, que podrá volver a casarse como desdichado viudo), y todo queda camuflado como un desafortunado accidente. Estas cifras tampoco muestran algo más extendido que el asesinato por dote: la presión y el sufrimiento al que están sometidas a diario cantidad de mujeres en la India. Muchas de las muertes por dote que actualmente se registran son suicidios genuinos; es decir, mujeres que no quisieron seguir soportando la violencia psicológica y física y optaron por quitarse la vida. La violencia de género representa uno de los principales problemas sociales de la India de hoy. Y uno que atraviesa barreras de clase, casta, religión o lengua. Estamos ante un verdadero “ginocidio”.

      Pero ¡ojo!, como Madhu Kishwar ha visto, al colgar a este tipo de agresión el rótulo de “muerte por dote”, la violencia doméstica de la India se nos presenta como un fenómeno local, tercermundista y exótico. Como si los hombres indios fueran los únicos en el mundo que recurren a la violencia. Ana García-Arroyo nos advierte de que a finales de los 1970s, cuando se produjeron las primeras manifestaciones contra la dote, el término “dote” era un simple eufemismo para aludir al abuso y maltrato de la novia.59 Tras 30 años de experiencia en afrontar la violencia doméstica en la India, Madhu Kishwar no ha encontrado un sólo caso que se debiera únicamente a que se hubieran incumplido las demandas de dote adicionales.60 La muerte por dote es el síntoma de una enfermedad más profunda: la violencia de género.

      Y otra cosa queda clara: una muerte de este estilo sería impensable para el marido. Porque él –y no ella– permanece en su hogar, en su aldea, rodeado de los suyos. La patrifocalidad crea en hombres y mujeres destinos opuestos. La mujer, en especial en un contexto urbano (que es más anónimo que el vecindario rural), es mucho más vulnerable y susceptible de sufrir la violencia.

      10. Mujer quemada. Hospital gubernamental de Kabir Chaura, Benarés (Uttar Pradesh). Moriría poco después de tomarse la instantánea. Foto: Ángel López Soto, 2009.

      La dote no es la única responsable de esa violencia (algo que el feminismo indio ya acepta), pero contribuye cada vez más a acrecentarla.

      Los pagos que marcan el establecimiento de relaciones familiares son comunes en muchas culturas. En el Sur de Asia se dan las dos fórmulas básicas: la dote (la transferencia de bienes de la familia de la novia a la del novio) y el pago-de-novia (de la familia del novio a la de la novia), también llamado mul.

      Las sumas y bienes donados en la fórmula de pago-de-novia son y han sido siempre muy pequeños. Esta modalidad de donación ha sido extremadamente popular en el sur de la India, practicada incluso por las castas más altas, a pesar de que los tratados brahmánicos desaprueban este tipo de enlace, que denominan demónico (asura).61

      Asimismo, entre castas bajas el pago-de-novia todavía subsiste. El pago puede variar según la edad o la apariencia de la joven, pero rara vez se superan las 30.000 rupias (unos 450€). En realidad, entre los grupos más pobres puede que ni exista dote o pago-de-novia, en especial cuando hay isogamia estricta, ya que se espera que la familia que entrega a la novia reciba recíprocamente en el futuro una novia de la familia del novio. Tampoco suele haber transacciones en comunidades –como la chaudharī, la paṭel o la prajāpāti de Gujarat y Rajasthan– que practican el āta-sāta, por el cual una hija es dada en matrimonio sólo si el candidato también tiene una hermana que pueda casarse con su hermano. Es decir, hermano y hermana de una familia desposan a hermana y hermano de la otra. (Claro que ahí puede argumentarse que ¡las chicas en sí mismas son la dote!)

      Los estudios antropológicos suelen considerar el pago-de-novia como un reconocimiento del estatus femenino, ya que se piensa que es una forma de compensación a la familia de la mujer por quitarle una trabajadora. En cambio, se dice que las culturas asociadas a la dote tienden a rebajar el valor de las mujeres, ya que estas acaban por ser un engorro económico y ninguna ventaja. No obstante, un análisis más profundo revela que este diagnóstico es simplista (heredero de algunos prejuicios de la mirada colonial).

      El trabajo de Maya Unnithan-Kumar con los girāsiyās de Rajasthan,62 una comunidad que practica con orgullo el pago-de-novia, critica convincentemente la idea de que este sea un reconocimiento de la contribución femenina al hogar o un pago por la pérdida de un miembro productivo. Unnithan-Kumar sugiere que «las transacciones de pago-de-novia de los girāsiyās son similares en función y significado, si es que no en la forma, a los pagos de dote».63 El pago viene a ser una compensación para el padre y su grupo agnaticio por los gastos de manutención de la chica en el pasado. Ni las mujeres girāsiyās tienen control sobre estos pagos ni tienen derechos sobre las propiedades conyugales o natales. El mul nunca va a la novia (lo que casi sería strī-dhana), sino a su familia natal. No olvidemos que en la fórmula de la dote la novia también recibe el vari de la familia del novio. Como sentencia Ursula Sharma, «la oposición que tradicionalmente los antropólogos han realizado entre dote y pago-de-novia puede no ser tan importante».64

      Las comunidades que practican la dote critican el mul como una venta de niña; y una mujer que ha sido “comprada” pasa a ser un “bien familiar” que siempre puede ser vendido o “compartido”. Lo acredita el caso, muy común en Haryana o Punjab (donde hay escasez de mujeres casaderas [véase más adelante]), de maridos que compran a mujeres de regiones empobrecidas como Bihar, Assam, Odisha o incluso Nepal. Con frecuencia, estas mujeres –que ni siquiera hablan panyabí o hindi– pasan a ser verdaderas “esclavas” laborales o sexuales de la familia que las compró (y hasta tienen dificultades en demostrar su matrimonio). Quizá esta asociación del valor de una mujer con la suma pagada por ella explique el paulatino desplazamiento de pago-de-novia a dote en la India (como confirma el caso de los mīzos en Mizoram, los bhotiās en Sikkim, los kaḷḷars en Tamil Nadu65 e infinidad de comunidades más) y la repulsa que el mul suscita en muchas mujeres. Los pagos al estilo de la dote también se están extendiendo entre los musulmanes, cuyas comunidades realizaban hasta hace muy poco un discreto pago-de-novia (mahr). (Y es que las costumbres e instituciones sociales de los musulmanes del Sur de Asia suelen ser más indias que islámicas.)

      Dote, hipergamia y herencia

      Como mencionamos, cuando un matrimonio es estrictamente isogámico (cuando los estatus son idénticos) la dote puede ser “simbólica”, como antaño. Este sería el caso de casi todo el sur de la India donde la mayoría de los enlaces han sido y son simétricos. De ahí, quizá, la preferencia histórica por el pago-de-novia. No obstante, a medida que dentro de la casta se acentúan las diferencias económicas, o a medida que las restricciones endogámicas van erosionándose (especialmente entre ciertas clases medias urbanas) y se tiende a formas de hipergamia, la competencia por acceder a los mejores novios ha traído también la dote al sur.

      Cuando el matrimonio es hipergámico y la mujer se casa con alguien de casta superior o de una sección superior de su misma casta, las dotes son insoslayables. Para M.N. Srinivas «la dote forma parte integral de la hipergamia».66 Ya hemos visto, no obstante, que fue la acción del Estado y no sólo la hipergamia la principal causa de la inflación de las dotes.

      Según el antropólogo cingalés Stanley Tambiah, la dote representaría «un tipo de herencia pre-mortem».67 Es decir, la dote y los costos de la boda vendrían a ser un sustituto anticipado de la herencia; transferido a la mujer con ocasión de su boda. Es una práctica común a varias sociedades euroasiáticas. Y lo cierto es que cuando la joven entra en la que va a ser su nueva


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