Todo aquello que nunca te dije. Miguel Aguerralde

Todo aquello que nunca te dije - Miguel Aguerralde


Скачать книгу
a divertirme mucho más escribiendo.

      Dediqué unos segundos a reflexionar sobre sus palabras.

      —Es ese el rollo de si escritor de brújula o escritor de mapa, ¿no?

      Bruno se echó a reír.

      —Más o menos. A veces un mapa ayuda. Aunque después decidas alterar el camino que trazaste en un principio, es más difícil perderse.

      Asentí con la cabeza, pensativo. Los folios en mis manos parecían de pronto el trabajo de un niño pequeño.

      —¿Por qué has dicho «cuando yo escribía»? ¿Es que acaso lo has dejado?

      El profesor tomó un largo aliento y se quitó las gafas para limpiarlas. Su gesto era una mezcla de resignación y tristeza.

      —Lo cierto es que hace más de un año que soy incapaz de escribir una sola palabra.

      No pude evitar abrir mucho los ojos.

      —¿Pero qué dices? ¿Y todo este rollo de la planificación y el diseño? ¿Echarle horas a preparar un texto?

      —Solamente funciona si tienes una idea sobre la que trabajar. Algo que te apetezca escribir. Y yo hace muchos meses que no logro parir ninguna.

      —¿Cómo puede ser eso?

      Bruno Santana volvió a colocarse las gafas. Miró de un modo inconsciente hacia la estantería de textos académicos y documentos entre los que había colocado sus novelas publicadas. Me parecía imposible que un autor de su nivel hubiera colgado los guantes.

      —La escritura, como cualquier actividad creativa, es una cuestión de estados de ánimo. Y yo hace tiempo que no estoy para crear nada.

      Bajé la mirada y me mordí el labio. Me abrumó en cierto modo su franqueza y sentí que había metido la pata por preguntar.

      —En algún sitio leí que el bloqueo creativo es sobre todo un asunto emocional —le dije.

      —Sin duda, estoy de acuerdo. Después del éxito de mi último libro parecía que el camino se aclaraba en parte. Sin embargo me separé de mi mujer y todo se volvió oscuro. Las ideas que tenía apuntadas dejaron de parecerme interesantes, las nuevas se aturullaban en un barullo de ruido. Si pensé en superarlo escribiendo, tuve que reconocer que en mi estado de ánimo era imposible. Por eso decidí regresar a la docencia.

      El profesor estaba apoyado de espaldas a mí sobre la estantería en la que ordenaba su colección de vinilos y los había ido repasando uno a uno de manera distraída. Se detuvo ante uno que parecía especial, tenía portada oscura y la imagen de Lennon en blanco y negro. Tras unos segundos de silencio meneó la cabeza y volvió a dirigirse a su escritorio.

      —En fin —concluyó con una sonrisa—. Ni siquiera sé por qué te cuento esto. Debes estar aburriéndote.

      En absoluto, pensé. Lo cierto era que mientras le escuchaba una idea se había ido formando en mi mente, quizá heredera de los muchos manuales y páginas web sobre escritura creativa que había devorado en los últimos meses. Casi sin pensarlo le robé un bolígrafo y un pedazo de papel. Empecé a garabatear una especie de esquema.

      —Se me ha ocurrido una cosa. Es algo que…

      —Que leíste en algún sitio.

      —Sí —sonreí con timidez—, pero creo que podría funcionar. Se trata de la escritura de un diario.

      —Vaya, no es demasiado original —me dijo.

      —No, no, sí que lo es. Se trata de escribir un diario en Internet, un blog privado al que nadie pueda acceder. Su finalidad no es publicarlo, sino recuperar sensaciones, rutinas...

      El profesor guardó silencio. Jugueteaba con el otro bolígrafo entre sus dedos.

      —El diario es un ejercicio habitual en escritura creativa —me dijo—. Solía utilizarlo en mis talleres para animar a otros a comenzar a escribir, pero no había pensado en utilizarlo para mí mismo.

      —Ahí lo tienes.

      De pronto Bruno levantó la mirada y clavó sus ojos en los míos. Eran de un marrón oscuro y profundo.

      —Mira, haremos una cosa. Escribiré un blog solamente si tú escribes otro. Y lo haremos con la intención de que de aquí a final de curso nos inspire para escribir una novela.

      —Un diario que nos lleve hasta una novela —confirmé.

      —Ese es el desafío —me contestó.

      —Un reto.

      Estrechamos la mano, yo creo que no demasiado conscientes del compromiso en el que nos estábamos metiendo.

      CAPÍTULO 8

      ¡Buenos días a todos y todas, compañeros y compañeras del IES Rafael Arozarena de Yaiza! Aquí DJ Bandira animando esta calurosa mañana. Cuentan que en Lanzarote cuando termina agosto comienza el verdadero verano. ¿Calor en septiembre? Escucha a Glenn Frey, vocalista de Eagles, y su principal éxito en solitario. ¡The Heat is On!

      CAPÍTULO 9

      BLOG PERSONAL DE BRUNO SANTANA. Comienzo.

      Una noche de septiembre.

      Se hace extraño regresar a donde una vez fuiste feliz. Volver a pisar las calles que solían oírte reír antes de que todo se nublara, antes de que el futuro nos alcanzara y se convirtiera en presente. Antes de que tiñéramos de pasado recuerdos encerrados para siempre en lienzos de juventud. Qué sencillo e inocuo parecía todo entonces. Antes del ansia, antes del dolor, antes del miedo.

      Cuesta volver al pueblo que fue mi hogar, sin sentirme un forastero. Casi tanto como intentar retomar el hábito de teclear, sin errar una y otra vez las letras. Y, con todo, lo más difícil es volver a sentarme al ordenador y tratar de escribir sin oír tu respiración, Desireé, dormida a mi lado. Esforzarme por evocar a las musas sin tenerte cerca para inspirar mis manuscritos. Dudo que nada medio decente pueda salir de estos dedos anquilosados que ya no volverán a acariciarte, y ni siquiera sé por qué me empeño en intentarlo.

      Esta noche de septiembre sin luna me instalo de nuevo, incómodo y asustado como un cachorro, frente a esta pantalla que abandoné hace tantos meses. El cursor paciente me dedica su guiño, parpadea esperando mis letras, escribo y borro una y otra vez, inicio y deshago mi envite incapaz de encontrar el camino. Mi voz literaria suena distorsionada después de tanto sin escucharla.

      Y es que por más que me empeñe en escribir, lo único que se me ocurre es pensar en ti, recordar lo sencillo que parecía esto cuando al alzar la mirada del ordenador encontraba tus pies descalzos, tu melena rebelde, tu mirada plena de luz releyendo alguna novela de amor en un sillón barato.

      Creí que regresar al inicio me ayudaría, que volver a antes de ti, empezar de cero en el único lugar de mi vida en el que el recuerdo no puede situarte me empujaría hacia delante. Pero no, es extraño, no te consigo olvidar.

      Quizás es demasiado pronto. Aterricé en Lanzarote hace sólo dos semanas, más de doce años después de la última vez que vine de visita, muchos más desde que abandoné la isla definitivamente para perseguir el sueño de convertirme en escritor. Una ilusión que ahora, sin ti, no me llena lo más mínimo.

      Volver a Playa Blanca y a la docencia como parte de un regreso a mí mismo, a encontrarme, a construir mi nuevo yo, sin ti. Esa fue la idea desde el principio. Y sin embargo no consigo quitarte de mi mente.

      No sé. Quizás este chico, Sergio, tenga razón. Tal vez escribir sobre el hoy me ayude a dejar atrás el ayer. Quién sabe, quizás de este modo consiga recuperar las rutinas del escritor que casi conseguí ser.

      Está bien. Empecemos.

      Supongo que para llegar a este punto en la historia en el que me siento a escribir este diario virtual y privado, debería en primer lugar remontarme al inicio de esta nueva etapa, a mi regreso al pueblo de Playa Blanca, que me vio nacer, crecer y marcharme. De manera que las primeras


Скачать книгу