Repensar los museos y centros de ciencias. César A. Domínguez

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naturaleza, la forma en que la ciencia lo aborda y la presentación crítica de los principales problemas ambientales y sociales que forman parte de la cultura científica, llevaron a la conclusión de que el planteamiento conceptual general de la renovación de Universum implicará el tratamiento de los siguientes tres grandes temas: el entorno natural, la ciencia, y los principales problemas y retos que enfrenta el planeta para su sobrevivencia si no se toman medidas de conservación del entorno.

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      Figura 1. Componentes temáticos básicos del proyecto de renovación conceptual de Universum.

      Las ideas previas: base del planteamiento conceptual de la planta baja

      Actualmente se reconoce que el conocimiento del mundo no ocurre en el vacío social. Esto se aplica a los MCC, donde cada visitante construye ideas científicas y percepciones de la ciencia a partir de su lenguaje y cultura. Pero al mismo tiempo, los científicos y los comunicadores de la ciencia que emiten un discurso a través de las exhibiciones del museo comparten una visión del mundo (que implica conceptos átomos, moléculas, electrones, fuerzas, iones, genes, especies, etc., modelos, convenciones y procedimientos), que debe ser interpretada por los visitantes. A esto hay que añadir que las ideas científicas que se construyen y transmiten a través de instituciones y medios, como es el caso de los MCC, no suelen ser descubiertas por el público empíricamente, de manera que acercarse a la ciencia implica ser iniciado en la cultura científica (Gupta y Adams, 2012). De esta forma, para comunicar la ciencia adecuadamente, el MCC tiene la enorme tarea de ayudar a los visitantes a comprender por sí mismos y de acuerdo con sus marcos conceptuales, los modelos y conceptos científicos planteados por los especialistas, pero también a apreciar sus campos de aplicación para incorporarlos a su cultura científica (Allen y Gutwill, 2004).

      Este no es el único reto que afrontan los MCC: deben además evitar a toda costa que los visitantes se conciban como receptores pasivos de la información, para lo cual requieren buscar que el público se vea activamente implicado en un proceso de construcción de significados en donde a través del asombro y la sorpresa, e incluso la diversión, sus ideas previas se relacionen con las temáticas, conceptos e ideas que el MCC presenta.

      Para autores como Guichard y Guichard (1997), a causa del impacto emocional que causan, y por las estrategias interactivas que generan, los objetos de la exposición y las exhibiciones pueden lograr que los visitantes revisen sus concepciones originales sobre diversos fenómenos (que al estilo Bachelard citado por Guichard y Guichard, 1997, representan obstáculos epistemológicos) y duden de ellas. Esta situación suele producirse cuando los creadores de la exposición se apoyan en un buen conocimiento de tales obstáculos.

      Quien diseña un elemento o equipo de exposición efectúa siempre una transposición del tema científico en función de sus propios términos de referencia, lo que implicará que el visitante descifre el objeto de exposición en función de sus propias concepciones, que seguramente no corresponden a las del creador de la exposición. Por ello es que la transformación en exhibiciones de los temas científicos que se muestran en una exposición requiere de un trabajo altamente creativo recargado en cimientos sólidos, como es la investigación sobre el aprendizaje de las ciencias (Borun et al., 1993). Esta perspectiva derivada de la investigación educativa se ha utilizado para el desarrollo del guión temático de la renovación de Universum y especialmente para los contenidos de la planta baja (el entorno natural). Se trata de un rico campo de investigación mundial y al cual varias facultades, escuelas, centros e institutos de la UNAM han contribuido desde hace ya muchos años.

      De acuerdo con los planteamientos del aprendizaje significativo (Aguirre y Vivas, 2006) las explicaciones personales o ideas previas sobre el entorno por parte de las personas no especialistas suelen concretarse en las ideas sobre los procesos físicos, las ideas sobre la vida y los procesos vitales, y las ideas sobre los materiales y sus propiedades. Para este trabajo se han utilizado sobre todo los aportes de Driver, Squires, Rushworth y Wood-Robinson (1999).

      El trabajo sobre ideas previas proviene principalmente del campo educativo formal, y para evitar darles un enfoque meramente descriptivo al trasladarlas al ambiente educativo informal del MCC en el tratamiento de los temas sobre el entorno natural, en la planta baja del museo se utilizarán tecnologías de comunicación variadas y avanzadas que hacen más dinámicos y accesibles los temas que su mera representación estática. Este enfoque se ha adoptado con éxito en muchos museos de historia natural (MHN) que quieren estar a la vanguardia tanto en la museología como en la educación científica, por lo que han asumido las plataformas y redes digitales para transformarse en espacios de aprendizaje y participación (Louw y Crowley, 2013).

      Encontrar nuevos medios para involucrar a los visitantes con el conocimiento científico y permitirles que observen con los ojos de la ciencia es una estrategia promisoria para los MHN. Implica comunicarse con el público mediante el uso de tecnologías contemporáneas que privilegien la participación, el diálogo y el intercambio. Con estos nuevos sistemas disponibles, se podrá transitar de la comunicación didáctica, de una sola vía, hacia plataformas tecnológicas que promuevan la observación compartida, el diálogo y el involucramiento. Sin embargo y al mismo tiempo, se pretende regresar a la exhibición de objetos reales que en ocasiones se dejan de lado por el abuso de los recursos audiovisuales y tecnológicos (Wagensberg, 2015). Este autor señala que para devolver la realidad a los visitantes de los museos, necesitamos también una museografía con objetos, que puedan expresarse de triple manera: interactiva, mental y culturalmente. Para Wagensberg (2015), se trata de exhibir objetos que cuentan historias y que hablan con el visitante; considera que en los MCC se ha perdido la exhibición de la realidad, cuando esta es la que distingue a la museología de otras formas de comunicación de la ciencia. Wagensberg (2015) opina que las simulaciones, modelos, imágenes y nuevas tecnologías son solo accesorias de la realidad, pero no pueden tomar su lugar. Cuando esto sucede, el error que cometen muchos MCC consiste en adoptar el lenguaje de otras formas de comunicación y alejarse del lenguaje propio del campo museológico. La realidad constituye entonces la forma de expresión de museos, una especie de “palabra museológica” en la postura a la que se llama Museología Total (Wagensberg, 2015). Dentro de esta corriente se considera además que el MCC es un sitio irremplazable en la etapa más importante del proceso cognitivo: el inicio. Aquí es cuando las personas se mueven de la indiferencia al querer aprender, y para Wagensberg (2015) no hay nada como la realidad para proveer ese estímulo. De esta forma, la planta baja del museo intentará acudir a los objetos reales para maravillar al público e incitarlo a querer conocer más. Entre estos objetos reales pueden considerarse las colecciones biológicas, geológicas, instrumentos científicos, etcétera.

      Para el desarrollo de la planta baja también se está tomando en cuenta la bibliografía acerca de la manera en que el público se relaciona con el medio de los museos (Russell, 1990), para evitar que las exhibiciones no solo le sean incomprensibles o irrelevantes, sino hasta amenazantes. Cuando estos puntos se toman en cuenta, los MCC pasan a ser lugares no solo de obtención de información, sino de entretenimiento y de interacción social, lo cual ocurre cuando los MCC se conectan con las demandas reales de conocimientos sobre ciencia que tienen todos los ciudadanos, no solo los escolares (Caamaño, 2000).

      La generación de la cultura científica y la diversidad de aprendizaje de los visitantes: cimientos del primer nivel del museo renovado

      Desde hace varias décadas, los MCC consideran a los visitantes como el punto de partida de todas sus actividades (Allen y Goodwill, 2004). Toda aquella información acerca de ellos que arrojan los libros de opiniones, las encuestas de todo tipo, las apreciaciones verbales de los curadores, custodios, maestros, estudiantes, investigadores y público en general, ha sido sumamente valiosa para hacer una fotografía instantánea de los visitantes a Universum, misma que ha permitido determinar aquellos equipos, objetos y experiencias que han sido exitosos por diversos motivos a lo largo de la vida de este MCC y que pretenden conservarse, bajo un nuevo discurso, en el proyecto conceptual de renovación.

      Toda esta información se ha utilizado para incluir las voces de los visitantes dentro de un modelo llamado transaccional, adaptado a los museos por Crawford, Patten y Lockett (1993).

      Este


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