Repensar los museos y centros de ciencias. César A. Domínguez

Repensar los museos y centros de ciencias - César A. Domínguez


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de exposiciones temporales (algunas propias y otras alquiladas), así como una programación de actividades complementarias que incluyen espectáculos y obras de teatro (muchas escritas y producidas por personal de Universum), talleres infantiles de ciencia, cursos para maestros y demostraciones. La entidad ha mantenido una relación activa con diversos públicos, en particular con el sector educativo, y ha capacitado a varias generaciones de guías del museo en diversos aspectos de la CPC en estos espacios. Estas actividades han hecho que Universum sea desde su creación un referente para otros museos de México y América Latina, así como asesor y desarrollador de estos.

      Desde la inauguración del museo en 1992, han habido muchos cambios en el mundo que obligan a los profesionales de los MCC a reflexionar sobre el papel que deben desempeñar estas instituciones en la sociedad. En primer lugar, la ciencia ha cambiado en los temas que aborda, los objetivos que se persiguen y la forma de llevar a cabo tales investigaciones. Hoy en día existen varios ejemplos de lo que se denomina big science en contraposición con little science. Little science se refiere a la ciencia generada por grupos de investigación que trabajan en problemas que son de su interés con el objetivo fundamental de contribuir al campo de conocimiento por medio de publicaciones y comunicaciones formales (Aaron, https://www.britannica.com/science/Big-Science-science).

      Big science se refiere a investigaciones realizadas por grupos de trabajo enormes, en las cuales participan miles de científicos que laboran en diferentes instituciones, incluso en diferentes países, para resolver problemas de interés mundial que frecuentemente obedecen a intereses fuera del ámbito académico. Ejemplos emblemáticos de big science son proyectos como la física de altas energías, las investigaciones espaciales y el genoma humano. En los primeros dos casos, se pueden mencionar el CERN (por sus siglas en francés Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire) y el Telescopio Espacial Hubble. En estos proyectos colaboran expertos (científicos, técnicos altamente especializados, ingenieros, administradores) de varios países para resolver problemas de frontera, empleando instrumentos de gran escala y de alta tecnología en instalaciones diseñadas específicamente para esos fines con el apoyo económico de gobiernos y agencias internacionales (Kukso, 2010).

      Otra forma de big science es el Proyecto del Genoma Humano. En este caso el trabajo no se realiza en un único gran laboratorio, sino más bien en varios, por grupos de investigación en distintos países (incluido México) con una meta común. Este proyecto recibió financiamiento de las grandes empresas farmacéuticas con la esperanza de que los resultados fueran aplicables a la generación de nuevos productos médicos y farmacéuticos (Aaron, https://www.britannica.com/science/Big-Science-science).

      En México, dos ejemplos notables de big science son los proyectos realizados y operados por el Instituto Nacional de Óptica y Electrónica (INAOE): el Gran Telescopio Milimétrico (GTM) y el HAWC (High-Altitude Water Cherenkov Gama Ray Observatory), ambos instalados en el Volcán Sierra Negra en el Estado de Puebla y son proyectos binacionales entre grupos de investigación de México y Estados Unidos (https://www.inaoep.mx).

      Otro cambio fundamental desde la década de 1990 se relaciona con los grandes desafíos a los que se enfrenta la sociedad contemporánea y cuya solución requiere la colaboración de científicos, pero también de expertos de diversas áreas del conocimiento con el fin de generar saberes nuevos para la solución de estos retos. Retos como los relacionados con el cambio climático, los problemas ambientales, la pérdida de la biodiversidad, los riesgos asociados con los desastres naturales, el desabasto del agua potable, la necesidad de recurrir a fuentes alternas de energía, los transgénicos y la salud pública, precisan de la fusión de los saberes y experiencia de científicos de diferentes áreas de conocimiento, así como de expertos en campos como la economía, la política y las ciencias sociales. Sin embargo, las propuestas generadas no tienen ningún sentido si no se cuenta con políticas públicas adecuadas para su implementación. A su vez, las medidas propuestas y las políticas públicas no tendrán éxito sin la participación de la sociedad civil, para lo cual es necesario que sus individuos cuenten con los elementos básicos de una cultura científica y un pensamiento crítico que les permita tomar decisiones informadas y actuar de manera responsable con su entorno natural, social y cultural. En todos los casos, la CPC constituye una herramienta indispensable para la construcción de la cultura científica que requiere la población, y los MCC tienen un potencial único para convertirse en aliados protagónicos de la sociedad en esta tarea. Esta nueva y urgente función social de los museos debe ser un ingrediente fundamental del planteamiento de un proyecto de renovación.

      Por otro lado, en el último cuarto de siglo, tanto el campo de conocimiento de la CPC como el de los MCC han evolucionado. Existen nuevas tendencias museológicas que se reflejan en discusiones y propuestas relacionadas con la misión, la visión, los objetivos, la dependencia con el contexto y los usuarios; las metodologías para su desarrollo y operación; los criterios para seleccionar los contenidos y la forma de comunicarlos; las actividades que se llevan a cabo en estos espacios, la capacitación del personal que labora en ellos (en particular de los guías); la incorporación de las nuevas tecnologías de la comunicación y la evaluación. También es notorio el proceso de profesionalización en los MCC. Prueba de ello es el incremento considerable de libros y publicaciones periódicas especializadas, tesis de licenciatura y posgrado en diferentes temas de la CPC y de los MCC, asociaciones académicas, cursos y posgrados relacionados con estos campos, así como foros, congresos, coloquios y seminarios.

      Por último, los públicos también han cambiado. Los niños que visitaron los modernos museos interactivos de los años setenta, ochenta y noventa del siglo pasado ya son adultos, madres y padres de familia y algunos hasta abuelos. Los museos interactivos ya no son la novedad. Los jóvenes actuales tienen muchas opciones para obtener información actualizada y de manera inmediata; se relacionan entre sí de una manera distinta a como lo hacían las generaciones anteriores y tienen varias opciones para el tiempo libre.

      Durante estos años Universum se ha ido modificando como resultado de la evolución del campo de conocimiento, la experiencia, la evaluación y la necesidad de ofrecer una propuesta atractiva y actualizada al público. Al igual que muchos museos, estas modificaciones han consistido en la sustitución total o parcial de algunas salas o el remozamiento de las actuales. Sin embargo, el resultado suele ser que el museo se ve irregular con fuertes contrastes entre lo nuevo y lo viejo, en lo que se refiere a su contenido y propuesta museológica. Para evitar esto, es indispensable pensar en una renovación integral con base en una reflexión fundamentada en los cambios en la ciencia, la evolución de los museos de ciencias, las necesidades de los distintos públicos, el papel social de los museos y los recursos humanos, técnicos y financieros requeridos. A partir de este análisis se deberán definir la misión, la visión y los objetivos los cuales serán los ejes rectores para el desarrollo del proyecto de renovación. Pocos museos se pueden dar el lujo de cerrar sus puertas por varios años mientras llevan a cabo esta renovación. Por lo anterior, tienen que encontrar la fórmula para llevar a cabo esta reestructuración sin dejar de funcionar y al mismo tiempo ofrecer un servicio de calidad.

      No existen recetas ni fórmulas únicas para desarrollar un proyecto museológico, pero sí existe un cuerpo de conocimiento considerable basado en la enorme experiencia acumulada y documentada sobre muy diversos rubros de este medio para comunicar la ciencia. Los autores de este libro realizaron numerosos estudios en Universum con el fin de construir fundamentos teóricos y metodológicos para la realización del plan maestro de renovación del museo, los cuales son aplicables a otros proyectos similares. Todavía existen muchas áreas por explorar y propuestas que probar. El presente libro ofrece algunas líneas de investigación que se pueden emplear para la planeación, desarrollo, evaluación y operación de MCC.

      Renovarse o morir

      A finales de la década de 1990, el mundo de los MCC se encontraba en pleno auge y en un estado de crecimiento vertiginoso. El surgimiento de nuevos MCC en Estados Unidos y Europa parecía no tener fin. Otros países también se unieron a este movimiento y México no fue la excepción con alrededor de quince MCC, número que se duplicaría en las siguientes dos décadas de acuerdo con las cifras de la Asociación Mexicana de Museos y Centros de Ciencia y Tecnología (AMMCCyT, www.ammccyt.org.mx).

      Esta era la situación cuando apareció un


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