Des/venturas de la frontera. Menara Guizardi
del norte chileno que abordaban estos temas eran una memoria de grado de antropología (Barrios Atencio, 2010) y un artículo basado mayormente en datos censales (Gavilán y Tapia, 2006). Estudios de caso cualitativos y cuantitativos fueron desarrollados primero por investigadores del lado peruano de la frontera. Sobre lo anterior, véase el excelente estudio de Berganza y Cerna (2011).
10 Estos temas solamente pasarían a componer la agenda de los antropólogos más experimentados del norte de Chile a partir de 2014 –como, por ejemplo, en Gavilán (2016) y Gundermann et al. (2014)–. Es posible afirmar que esta nueva agenda estuviera, por lo menos en parte, influenciada por la llegada de una nueva generación de antropólogos que, formada afuera de Chile, traía una mirada más atenta a los problemas vinculados a las fronteras y migraciones transfronterizas.
11 Véase también: Gupta y Ferguson (1992: 6) y Gupta y Ferguson (1997: 8).
12 La comparación analítica entre ciudades también se complejiza a partir de las distintas relaciones económicas y políticas entre ellas, considerando, en particular, la jerarquía de Santiago por sobre el resto de las localidades. El análisis debe considerar esta relación de subordinación entre ciudades como parte de los elementos sociales y culturales que afectan en el fenómeno migratorio.
13 Chile está compuesto por quince regiones que corresponden a unidades administrativas internas de la república y que cuentan con un sistema de administración más o menos autónomo (cuyos cargos ejecutivos son designados por el presidente nacional, y no por voto), aunque trabajando en coordinación con los ministerios y órganos del gobierno nacional. Las regiones tienen una ciudad capital donde se concentran las infraestructuras locales administrativas, legislativas, judiciales y ejecutivas del Estado. Además, están subdivididas en provincias y comunas, cada una de las cuales cuenta también con una estructura propia de administración local.
14 En el marco de los instrumentos de financiamiento de la investigación en Chile, la única posibilidad fiable para nuestra postulación eran los proyectos “Fondecyt de Iniciación”, convocados por la Comisión de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Chile (Conicyt). Para el año 2012, cuando postulamos, solo se aceptaban propuestas de hasta tres años de duración. Así, más allá de las razones estrictamente científicas, los recortes de investigación atienden a aspectos muchísimo más llanos de lo que por lo general nos gusta a los investigadores reconocer (Becker, 1998).
15 Véase Guizardi (2017).
16 Esto conlleva que el tratamiento teórico de la etnografía debe desarrollarse a partir del terreno, usándose reflexiones previas como puntos de partida a ser cuestionados por el proceso etnográfico. En el presente libro, pese a que hayamos partido de un debate teórico que explicitaremos en el Capítulo II, nos devolveremos a la formulación de la teoría a lo largo de todo el texto.
17 En consecuencia, estas situaciones obligarían los sujetos a “situarse”, esto es, a paradójicamente tomar partido restringiendo su acción a una interpretación específica de los valores (Guizardi, 2012). Estas situaciones enseñan cómo los sujetos son constreñidos a adherirse a posturas, identidades y valores, pero movidos por el interés de solucionar sus propias necesidades y deseos (Evens, 2006: 53). Dicha perspectiva nos permite, entonces, establecer una mirada atenta a la relación contradictoria entre agencia y estructura, conformando así uno de los ejes fundamentales de nuestro enfoque etnográfico (al cual definiremos, ya con más embasamiento empírico, en las consideraciones finales del libro). Coincidimos, así, con la perspectiva de Cardoso de Oliveira (2007: 53-56) de que las situaciones sociales engendran formas fricción relacional (contradictorias y dialécticas) entre grupos y personas. Por lo mismo, permiten acceder a la identidad en su faceta más procesual.
18 Esta reconstrucción contextual debe ser tanto un punto de partida (Burawoy, 2009: 72) como un punto de llegada del estudio (Mitchell, 2006: 39). El ECM se inicia con esta reconstrucción interdisciplinaria del contexto, luego camina hacia la experiencia etnográfica del caso y, en un tercer momento, contrasta los resultados de estos dos ejercicios, produciendo una “extensión” analítica del dato etnográfico y permitiendo la elaboración de algunas generalizaciones explicativas (Mitchell, 2006: 37). Esta máxima metodológica ha otorgado el hilo conductor del presente libro: los capítulos ilustran este proceso y están temáticamente ordenados de acuerdo a él.
19 Estas ansiedades serían de tres tipos: 1) la de testear los límites metodológicos de la etnografía; 2) la de disminuir la asimetría de poder que la figura del antropólogo construye en terreno; y 3) la de operar una deconstrucción progresiva de la idea de subalternidad del sujeto de estudio (Marcus 1995: 99).
20 Las restantes estrategias propuestas por la etnografía multisituada son: seguir los objetos, seguir la metáfora, seguir la trama, historia o alegoría y, finalmente, el desarrollo de una etnografía estratégicamente situada (Marcus, 1995: 106-112).
21 Dadas las dimensiones de la propuesta, el equipo estuvo conformado por un total de dieciséis investigadores. La coordinación de un equipo así engendra sus complejidades, muchas de las cuales vinculadas a las propias trayectorias profesionales de los investigadores. Debido justamente a estas trayectorias y sus imperativos, algunos de los colaboradores han podido ir formando parte solamente de momentos específicos del proceso. Estamos agradecidos de todos estos colegas con quienes compartimos varias experiencias en terreno y varias publicaciones. Entre ellos hacemos especial mención a Arlene Muñoz, Grecia Dávila, Orlando Heredia, Tomás Greene, Katherine Navarro y Maximiliano Farris, cuyas labores fueron centrales para el desarrollo del proyecto y del presente libro.
22 Agradecemos a la Comisión Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Chile que financió esta propuesta a través del proyecto Fondecyt 11121177: “Conflictos de género, inserción laboral e itinerarios migratorios de las mujeres peruanas en Chile: un análisis comparado entre las regiones de Arica-Parinacota, Tarapacá y Valparaíso”.
23 Específicamente en Arica (ciudad cuyo material cualitativo será retomado detenidamente a lo largo de este libro), realizamos ochenta y siete entrevistas en profundidad. De estas, treinta y dos son historias de vida a mujeres peruanas. Las otras cincuenta y cinco constituyen entrevistas semiestructuradas a hombres migrantes peruanos (diez); a mujeres bolivianas que compartían con las peruanas residencia en campamentos (seis); a líderes comunitarios de los barrios de concentración migrante (tres); a personal de las ONG y funcionarios de los centros de salud y educacionales que atienden a migrantes (veintiuna); y a mujeres peruanas en la cárcel de Acha (quince). Registramos, además, alrededor de 250 fotografías etnográficas y recopilamos relatos de terreno para todo el período en campo.
24 La encuesta tensionaba y complementaba los resultados cualitativos del primer año. Contenía 106 preguntas divididas entre doce ámbitos de indagación: 1) información sociodemográfica; 2) desplazamientos e itinerarios migrantes; 3) educación y acceso a la educación formal; 4) ocupación laboral; 5) situación conyugal; 6) situación residencial; 7) situación documental; 8) maternidad, hijos y familia; 9) remesas a origen; 10) relaciones de género; 11) experiencias de violencia y 12) razones para migrar.