Las imprentas nómadas. Alessandro Corubolo

Las imprentas nómadas - Alessandro Corubolo


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id="ulink_306c2ea9-5780-5ce4-9c36-21cdd9d710a6">De todas formas, esta investigación sobre la impresión itinerante no buscó descubrir cómo producían los operadores de la prensa tipográfica que transportaban sus propios capitales muertos a ciudades siempre diversas, atraídos por un clima cultural favorable y variopinto y por un mecenazgo que siempre requería, promovía y justificaba nuevos productos editoriales, a la vez que, la mayoría de las veces, sostenía económicamente su elaboración. Con nuestro volumen no nos habíamos prefijado el objetivo de establecer cuáles han sido los problemas y los porqués de la movilidad tipográfica y de los libros en la larga duración –movilidad, por otra parte, siempre practicada– y que, como se sabe, tiene su origen en el mismo padre de la imprenta, vale decir, en Gutenberg. Tal exigencia de conocimiento ha sido suplida gracias a las excelentes actas del congreso internacional “Mobilità dei mestieri del libro tra Quattrocento e Seicento” y a la edición aún más cercana de un repertorio (discontinuo desde un punto de vista metodológico, pero que será de indudable utilidad por algunos siglos) coordinado por Marco Santoro, pero con la curaduría de varios estudiosos, entre los que participó Rosa Marisa Borraccini y su equipo. (15)

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      “Mola pro impressoribus”, en Machinae nouae Fausti Verantii siceni. Cum declaratione latina, italica, hispanica, gallica, et germanica, Venecia, ca. 1615-1616.

      Tampoco hemos tomado en cuenta aquellas prensas que luego darían lugar a muy diversas imprentas privadas y sobre las que existe una copiosa literatura. Sobre todo a partir del siglo XVIII, su presencia dentro de muchas casas puede considerarse el principal fruto del entretenimiento de aristócratas y también de una elite que las acogió por diversos motivos; en Versalles no solo por diversión de la marquesa de Pompadour, que imprimía y grababa “con sus bellas manos”, despertando incluso la admiración de Voltaire, en la casa de Strawberry Hill de Horace Walpole o en la de Benjamin Franklin, en Passy, en la época en la que el padre de Walpole fue ministro plenipotenciario en Francia. En todos estos casos, y también en otros, fue transferido todo lo que era necesario para la imprenta, a veces para fines benéficos, a veces para publicar ediciones valiosas fuera del comercio, o para editar únicamente obras propias realizadas por las “prensas domésticas”, como en el caso de Federico II de Prusia en Berlín entre 1749 y 1750, quien firmó entonces con el seudónimo de Philosophe de Sans Souci.

      Nuestro interés tampoco se ha concentrado en estas prensas y no hemos dirigido nuestra investigación en esta dirección. Hemos querido seguir, en cambio, a las máquinas de imprenta, a los operadores que se ocupaban de su funcionamiento y a aquello que se realizaba con tales máquinas cuando la impresión se hacía durante los desplazamientos; hemos buscado descubrir los motivos que han inducido a hombres y mujeres, en los siglos que hemos examinado, a invertir capitales y a concretar sus propias y tenaces convicciones, cargando sus prensas sobre carros, en naves e, incluso, en cualquier otro medio en movimiento, o bien arrastrándolos en complejos itinerarios durante trayectos más o menos largos para realizar distintos materiales o para exhibirlos en las más variadas manifestaciones.

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      Prensa móvil del ejército piamontés de 1848, que pertenece al Museo del Risorgimento de Milán. Foto extraída de una revista no identificada de los años 30 del siglo XX.

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      Férat, Jules (1859) “Imprimerie ambulante de l’Armée d’Italie”, L’Illustration, mayo.

      No solo indagamos sobre las prensas que, aunque fuesen de notables dimensiones, eran montadas sobre máquinas en movimiento o transportadas en las más variadas situaciones, sino que hemos concentrado nuestra atención inclusive en las prensas móviles, equipo que la mayoría de las veces también estaba reservado para imprimir in itinere, pero que se utilizaba para producir y difundir sobre todo documentos clandestinos. Serían justamente esas prensas, a veces tan pequeñas que podían caber en una valijita, y que de cualquier manera siempre eran fácilmente transportables, las que contribuirían en gran medida, inundando de manifiestos contra el extranjero a toda la península, a liberar a Italia al finalizar el Resurgimento.

      Sin embargo, no siempre se advirtió la necesidad de esconder las prensas. Como muchas veces ha recordado Robert Darnton, en especial a partir de la Revolución francesa, con el nacimiento de la opinión pública las prensas itinerantes fueron, en cambio, exhibidas. Así se expresa el gran historiador americano del libro para subrayar el poder mediático que derivaba del dar visibilidad a tales máquinas: “Los revolucionarios sabían lo que hacían cuando llevaron consigo las prensas de las imprentas en sus cortejos cívicos y cuando fijaron un día en su calendario para la fiesta de la opinión pública” (1994: 18).

      En relación con las tipologías de los instrumentos de imprenta de los que nos hemos ocupado, estas son, en parte, las señales y algunos de los motivos puestos en evidencia a lo largo de nuestro recorrido; en cambio, durante la época del ensayo del que hemos partido pensábamos que en


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