El adn de la paz con enfoque territorial en tres municipios del Magdalena Medio. Julio César Moreno Correa
análisis microeconómicos con los más generales y el comportamiento de los agentes socioeconómicos” (p. 132), así como el estudio de los problemas rurales con el posacuerdo. La identificación que hizo la academia del problema agrario no escaló al ámbito gubernamental ni se definieron políticas para atender y resolver el problema agrario, el cual iba más allá de la tierra ya que también agroindustrial, financiero y comercial, con un vínculo directo con el conflicto político y las políticas macroeconómicas.
Marco Romero, director de Consultoría para los Derechos Humanos (en adelante Codhes), en una entrevista con Semana (2010), dice que la tierra ha sido el problema central del conflicto armado e indica cuatro problemas del sector agrícola: a) concentración de la propiedad; b) el uso de la tierra, destinada a ganadería extensiva, la cual, si se compara con el nivel global de la economía, es improductiva, solo ventajosa para los propietarios, es un uso irracional y asfixia la agricultura; c) la crisis social, bajo acceso a salud, vivienda, educación y servicios básicos en las zonas rurales y d) mayor concentración de la tierra, debido al despojo por parte de mafias, narcotraficantes, grupos paramilitares y bandas criminales. De igual manera, el Centro Nacional de Memoria Histórica (en adelante cnmh), en el 2013, apuntaba que “la apropiación, el uso y la tenencia de la tierra han sido motores del origen y la perduración del conflicto armado” (p. 21). Asimismo, se documentan los procesos de despojos y apropiación de la tierra y a ellos se les suman la explotación minera y energética, los modelos agroindustriales, las alianzas criminales entre narcotraficantes, políticos, paramilitares, servidores públicos, élites locales, tanto económicas como empresariales.
En el informe del pnud (2011):
El conflicto agrario y el armado terminan relacionándose a través de sus efectos: el desplazamiento de la población y el despojo de tierras. Porque la tierra se convierte en un instrumento de la guerra y por ello, es objeto de expoliación y despojo por vías de hecho, o mediante la utilización ilegal de instrumentos jurídicos. Y la población es el objetivo del control y, por ello, susceptible de ser desplazada o confinada. (p. 57)
O como sintetiza Berry (2014):
[…] aunque el desplazamiento y el despojo han sido a veces una consecuencia del conflicto, son principalmente una estrategia sistemática de acaparamiento y de control territorial. Es decir, el desplazamiento no se genera a causa de la guerra, sino que hay guerra para que haya desplazados. (p. 12)
En Colombia, la vulneración de los derechos de propiedad ha sido una constante y se ha dado con las personas que no tienen recursos, no tienen quién los represente jurídicamente, sin la educación suficiente para comprender el avasallamiento del que han sido objeto; el conflicto potenció esa vulneración y con ella la violación de los derechos humanos que ha propiciado el mismo Estado de derecho, que debía ser el garante en la protección del campesino y de su trabajo de cultivar la tierra y alimentar la nación.
En expresiones de los sobrevivientes en calidad de participantes de la investigación de las poblaciones de seleccionadas, sobre el origen del conflicto en Colombia, que está atado a la posesión sobre la tierra, se manifiesta:
Desde mi perspectiva … vuelvo lo repito la tenencia de la tierra. Aquí en Colombia el problema es únicamente en la posesión de tierras a raíz de eso se ha desarrollado un conflicto interno en el país que viene de 50-60 años atrás. (Participante)
[…] porque el problema que se origina principalmente es un problema de tierras, posesión y tendencia de tierras, entonces que las tierras sean repartidas equitativamente y que haya estabilidad económica para todos. (Participante)
El Acuerdo de La Habana vuelve a poner en la agenda pública el tema del desarrollo rural y las políticas agrarias, dado que, en el gobierno de Juan Manuel Santos, se reconoce la existencia del conflicto armado y el despojo de tierras. Tibble (2017) expone que el Acuerdo Agrario contiene una agenda de mínimos ante el descuido de las políticas agrarias después de 1990 y, para ello, se requiere una capacidad institucional pública, con compromiso por parte del sector privado, apoyo de la ciudadanía, así como recursos; por ello, es compleja su implementación. Sin embargo, hay una oposición de unos grupos sociales que defienden los derechos de propiedad y están dispuestos a no beneficiar a esos sectores. El acuerdo necesita una revisión que permita concreción idiomática, asignación de recursos, tanto para la tierra como para el trabajador de esta a largo plazo. Sin duda, lo que más requiere el acuerdo es un Gobierno con capacidad y juego político para adelantar transformaciones que afectan intereses particulares en función del bien colectivo.
El enfoque territorial (et)
Antes de presentar los aspectos del et es básico que se conozca lo relativo a la tierra y al territorio, términos que de igual manera se asemejan y se diferencian.
La tierra
En la economía clásica, la tierra forma parte de los factores de producción, los otros son: trabajo, capital y tecnología. Como factor productivo, en la tierra se incluyen: la tierra misma, si es cultivable o no; los edificios y la infraestructura, y los recursos naturales, como minas de minerales, flora, fauna, agua y aire. Los recursos anteriores están clasificados en renovables, no renovables y permanentes. El valor de la tierra está sujeto a la cercanía con el sector urbano, acceso a los medios de comunicación y la disponibilidad de los recursos enunciados anteriormente.
Absalón Machado, en la entrevista con Tibble (2017), se refiere a la tierra
[…] en sí no es lo importante como un fin, sino como un medio para controlar el territorio y la población por agentes que buscan reproducir el capital de manera intensa, o que usan la tierra no para producir sino para valorizarla y obtener grandes ganancias con pagos marginales de impuestos o simplemente su no pago. (p. 14)
Tierra y territorio son elementos entrelazados, se requieren para abordar problemas complejos como los de Colombia, donde la tierra ha jugado un papel determinante en el conflicto armado y el despojo.
El territorio
Di Méo (1998, citado en Stamm y Aliste, 2014) expresa que el territorio “es un espacio apropiado por grupos sociales, construido socialmente. Es una producción compleja y multidimensional” (p. 70); adicionalmente, lo presenta como participe de
[…] tres órdenes distintos: el primero corresponde a la realidad geográfica; el segundo, a la perspectiva de la psique individual, es decir, a la relación a priori, emocional y presocial del Hombre a la Tierra; y el tercero, a las representaciones colectivas, sociales y culturales. (p. 70)
En el territorio se funde lo individual con lo colectivo, es un lugar de identidad, memoria e historia. Aunta y Barrera (2016) conceptúan sobre el territorio como “una coproducción de naturaleza y sociedad que hace que los procesos de su configuración sean dinámicos, cambiantes y, sobre todo, disputados tanto en el campo de la vida material como en el campo de la vida simbólica” (p. 9) y agregan que, tratándose del conflicto armado en Colombia, el territorio se ha convertido en epicentro de disputas alterando las dimensiones material y simbólica. Sobre la primera, la transformación del paisaje con la deforestación para el cultivo de productos ilícitos u otras acciones, una vez logrado el desplazamiento de población; la segunda, los cambios en las relaciones afectivas originadas por el desarraigo, lo que impide la construcción de identidad, aunado a ello, el imaginario y las representaciones en ciertas zonas por las nuevas ocupaciones (grupos armados al margen de la ley) son lugares caóticos e ingobernables.
Nieto, Espinosa y Dávila (2017) presentan el territorio como “el espacio con contenido histórico cargado de quehaceres, de prácticas humanas y transformación de la naturaleza” (p. 117); de igual manera, los autores enuncian que el concepto es complicado, no debe quedarse solamente en lo geográfico y lo asemejan a un cuerpo.
Por su parte, Muñoz (s. f.) considerado el territorio:
[…] como un producto social e histórico —lo que lo hace un tejido social único—, dotado de una determinada base de recursos naturales; donde se desarrollan diversas actividades productivas y de intercambio entre diferentes núcleos poblacionales; y una red de instituciones y formas de organización que se encargan de regular y dar cohesión a estas