No eres tú, soy yo…. Tash Skilton
una pregunta más abierta —le aseguro—. Ahora es para que sepa que tienes nociones de algo que le gusta.
Por fin oímos el pitido.
RayaJack55: No la he visto.
Mmm…, vale. Se lo tengo que preguntar.
DeEsc0: ¿En serio? Como en tu perfil pone que te gusta el terror cristiano, me he imaginado que era un ejemplo perfecto del género.
Parece que Jude siente la misma curiosidad que yo, porque envía el mensaje de inmediato.
RayaJack55: Cristiano Terror. www.cincuenta-sombras-de-terror.net
Pincho en el enlace y de pronto mi mirada se encuentra con una página web negra con letras de un rosa fosforito. Entorno un poco los ojos para leerla.
Capítulo 1
Cristiano Terror era muchas cosas. Un CEO millonario. Un dios del BDSM. Un vampiro.
Y yo, Anastasia Plata, iba a ser su cruz. A lo mejor su cruz… de plata. O un diente de ajo.
Dejo de leer. Madre del amor hermoso, ¿es el fanfic de un fanfic? ¿Y regresa a los orígenes del género con el tema de los vampiros? Por cierto, ¡¿qué cojones pasa esta semana con las Cincuenta sombras de Grey?!
—Pues… creo que ya hemos visto lo suficiente para tomar una decisión sobre Raya, ¿no te parece? —Vuelvo a prestar atención a mi encargo e intento no mostrar ningún rastro de censura en la voz. Al fin y al cabo, no me dedico a comentar o criticar los gustos de nuestros clientes, sino a ayudarlos a encontrar lo que están buscando.
—Creo que he visto demasiado, tío —dice Jude con cara de absoluta confusión—. No creo que sea un buen match.
Así me gusta.
—Entendido. Pero hagámoslo bien, ¿vale? Nada de dejarla sin respuesta.
DeEsc0: Ah, vale. No lo había interpretado bien. Oye, me tengo que ir. Pero te deseo mucha suerte en la web. Me ha gustado charlar contigo.
No hay una buena manera de hacerlo. Un rechazo es un rechazo. Pero más vale uno que sea evidente que algo así: «¿Hablamos en otro momento?». Porque no. No vamos a hablar más.
RayaJack55 no responde, tan solo se desconecta.
—Siento que no haya salido bien —le digo a Jude—, pero a veces se tarda un poco en encontrar a alguien con quien valga la pena hablar.
—No pasa nada, hombre. Te lo agradezco —responde—. Eso de ser eficiente… Lo has dicho así, ¿no? —Se echa a reír—. Bueno, pues tenías razón. Me ha evitado perder el tiempo.
—Te sugiero que eches un vistazo a tus matches —le digo—. A ver si hay alguien que te llame la atención. Y así ya luego empezaremos la conversación con buen pie.
—Vale —dice—. Los miraré.
—Si puedes, concéntrate en la categoría de Partidos —le recomiendo.
—Vale. Ya te diré si encuentro a alguien.
—Genial —respondo. Nos despedimos y colgamos. A continuación utilizo de inmediato el móvil para pedirme los fideos.
Por lo visto, el repartidor llega al edificio al mismo tiempo que Dylan y Charles, porque, de hecho, es Charles quien me entrega la comida.
Durante unos instantes valoro la posibilidad de darle propina, pero en la app de comida a domicilio no hay una opción para darle propina al hombre agresivo cuya casa estás ocupando. Además, como cualquier neoyorquino de bien, no llevo dinero encima.
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